Molly Manning Walker vino a España cuando tenía entre 16 y 17 años de fiesta a Magaluf (Mallorca) con sus amigas. Estos viajes parecen constituir una especie de rito iniciático para los jóvenes ingleses, pero, básicamente, lo único que hacen es emborracharse. Y, en esos estados, algunas cosas pueden salir mejor o peor.
Pero lo que le impresionó a la directora fue la manera en la que se organizaban algunos juegos que siempre incluían una carga sexual humillante para las mujeres y de qué forma los chicos tenían que ser los machos mientras las chicas se veían obligadas a hacerles tocamientos e incluso felaciones.
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Precisamente de todo esto va How To Have Sex, la ópera prima de Molly Manning Walker que estuvo presente en la sección ‘Una cierta mirada’ del Festival de Cannes y que se ha convertido en una de las cintas británicas independientes más importantes de la temporada.
Menores de fiesta con litros de alcohol
En ella, varias amigas se van de vacaciones mientras esperan las notas finales. Todavía son menores de edad y algunas de ellas no han tenido nunca relaciones sexuales. En principio, sus prioridades durante esos días son perder la virginidad, beber y bailar en las discotecas de la isla. Se llaman Tara (Mia McKenna-Bruce), Skye (Lara Peake) y Em (Enva Lewis) y no piensan desaprovechar ni un solo minuto.
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Conocerán a unos vecinos de hotel y harán piña con ellos. A Tara le gusta Josh (Finlay Vane Last), pero durante una de esas noches, después de verlo en el escenario de la discoteca con unas chicas, se desorientará y se quedará sola hasta que la encuentre Paddy (Samuel Bottomley) y tendrá una mala experiencia con él.
“Quería hablar sobre el consentimiento, porque creo que todavía queda mucho por hacer y me parece un tema muy básico. Creo que también hay una desconexión alucinante entre mujeres que sienten que han sido forzadas y hombres que están convencidos de que no han forzado a nadie, y hora de que se den cuenta”, cuenta Molly Manning Walker.
No pudo grabar en Magaluf, aunque el guion lo escribió pensando en la ciudad para rodarlo aquí, pero no le dejaron. En cualquier caso, lo que se ve en la película es un reflejo directo de lo que pasa en la ciudad de Mallorca, de manera que sus imágenes resultan de lo más reconocibles. Jóvenes vomitando por las calles, botellas por todos lados y ambiente de auténtica locura.
“Utilicé blogs y TikTok de jóvenes que habían documentado así sus vacaciones. También yo misma viajé para saber si habían o no cambiado las cosas desde que yo fui”, continúa. Lo que hace la directora es radiografiar todo ese lugar, pero lo que de verdad le interesa es contar la presión que tiene la mujer a la hora de tener sexo, de qué forma se han perpetuado ciertas dinámicas a la hora de mostrar las relaciones en la pantalla y, sobre todo, de cómo una mujer sabe siempre, aunque no tenga experiencia previa, cuándo una relación sexual no ha ido bien.