Un hogar más verde: así es el gran plan de Europa para la eficiencia energética de las viviendas

La Unión Europea solo necesita la aprobación del Consejo Europeo para dar luz verde a la Directiva de Eficiencia Energética en los Edificios, que afectará a alrededor del 16 de las viviendas de España

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El "bosque vertical", unos innovadores
El "bosque vertical", unos innovadores edificios de Milán (Chris Barbalis via Unsplash)

El Parlamento Europeo aprobó esta semana una nueva directiva para los edificios de la Unión Europea, un proyecto que se ha negociado en las diferentes instituciones continentales desde diciembre y que ya solo necesita la aprobación del Consejo Europeo (CE). La Directiva de Eficiencia Energética en los Edificios (EPBD, por sus siglas en inglés) es un paso adelante del ecologismo y se celebra desde las organizaciones medioambientales, especialmente a la vista de que en las próximas elecciones europeas el avance conservador puede hacer imposible que se legislen planes como este.

El plan es ambicioso y puede sentar un importante precedente en las políticas ecologistas, aunque puede caer en saco roto si no se apuntalan bien los resquicios que aún quedan por estipular. La nueva directiva obligará a que todos los edificios nuevos de la Unión Europea, incluidas las viviendas de nueva construcción, sean “edificios de cero emisiones” a partir de 2030. Además, los Estados miembros deberán garantizar la reducción del consumo energético de los edificios residenciales medio de energía en un 16% en 2030 y entre un 20 y un 22% en 2035. Además, se ponen topes a las ayudas para cambiar calderas.

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Otra medida relevante es que los Estados miembros tendrán que renovar el 16% de los edificios no residenciales con peor rendimiento para 2030 y, para 2033, el 26% con peor rendimiento mediante requisitos mínimos de eficiencia energética. Además, siempre que sea técnicamente viable, los edificios que se construyan deberán tener instalaciones de energía solar. Sobre las calderas, aunque en muchos países (entre ellos España) ya no se subvenciona el cambio de instalación, Europa frenará este tipo de ayudas, aunque los incentivos sí existirán para incorporar sistemas de calefacción híbridos, como los que combinan una caldera con una instalación solar térmica o una bomba de calor.

Davide Sabbadin, responsable de políticas climáticas de la organización European Environmental Bureau (EEB), aplaude el acuerdo: “Es un paso adelante, podría haber sido más definitivo, pero es un paso en la buena dirección. Si los Estados miembros lo usan bien, puede adelantar el proceso de descarbonización contra el cambio climático”, dice en declaraciones a Infobae.

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En esta línea se mantiene también Cecilia Foronda, directora de Energía y Personas de la Fundación ECODES, centrada en la ecología y el desarrollo energético: “Somos conscientes de que es menos ambiciosa de lo que nos habría gustado. Sin embargo, será cada país en la implementación de la EPBD quien tome muchas de las decisiones. España tiene la oportunidad de aumentar la ambición elaborando un plan nacional de rehabilitación nacional más ambicioso y que nos acerque a un parque de edificios de cero emisiones”, señala.

Los detalles de un acuerdo clave

La terminología del acuerdo y la forma de redactarla ha sido clave. De otro modo, la ya beligerante oposición que ha tenido desde las fuerzas conservadoras del Parlamento Europeo habría enterrado el proyecto. El acuerdo no fija una hoja de ruta para Europa y los países miembro, de forma que cada Estado será encargado de diseñar los planes con mucha libertad. En lugar de eso, se ha consensuado un acuerdo de mínimos y un umbral que cumplir en toda la Unión Europea. “Habrá países que apostaran por el hidrógeno en el uso doméstico para la calefacción, otros preferirán bombas de calor, otros en el aislamiento térmico, otros cambiar las calderas de gas... Cada país definirá su ruta óptima”, explica Sabbadin.

Vista general de archivo de
Vista general de archivo de la Eurocámara en Estrasburgo (Francia). EFE/Patrick Seeger

La EPBD juega con la ambigüedad desde varios flancos. Otro es que prevé que los países tengan que descarbonizar la calefacción de los edificios a partir de 2040. Sin embargo, no concreta expresiones y habla de “calderas fósiles” en lugar de “calderas de gas”. De este modo, se abre la puerta a legislaciones más laxas. “Es una fórmula neutra, no incluye obligación total o multas por no cumplir. Es un mensaje que mandas al mercado, pero queda que el Consejo Europeo diseñe una definición sobre qué es exactamente una caldera de gas. Si el CE dice que es caldera fósil todo lo que use gases o líquidos fósiles, las calderas que usan biometano, hidrogeno verde..., no podrán usarse a partir de 2040. Pero si son más laxos, no habrá problema”, apunta Davide Sabbadin, de European Environmental Bureau (EEB). El diablo está en los detalles.

Los partidos verdes de Europa y las organizaciones ecologistas, a sabiendas de que el proyecto tiene muchas limitaciones y deja en manos de las naciones una implantación eficaz, celebran el acuerdo a la vista del auge conservador que se va a producir, según las estimaciones electorales, en las elecciones europeas de junio. “Es improbable que un Parlamento Europeo próximo apruebe esta medida”, zanja Sabbadin.

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