El inexplicable silencio de la Corona británica ante el huracán mediático que está protagonizando la princesa Kate está afectando notablemente a la credibilidad de la institución. Mientras la ciudadanía se pregunta qué está pasando con la esposa del príncipe Guillermo, las pifias públicas al intentar calmar las aguas han hecho extensible la desconfianza a los medios, incluso a aquellos que forman parte del núcleo duro de la Casa Real, conocidos como ‘Royal Rota’.
Este reducido grupo de medios británicos organizado por la News Media Association tiene el privilegio de acceder a todos los eventos de la familia real británica y suele mostrarse muy benevolente con los Windsor. Sin embargo, la publicación de la foto manipulada de Kate Middleton ha cambiado este paradigma y algunas de esas cabeceras no han dudado en señalar la mala gestión de esta crisis.
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Así, Daily Mirror ha calificado el asunto de la foto editada como “la imagen del caos”, mientras que Daily Mail habla de “un desastre de comunicación” en torno a este escándalo internacional. Esto rompe con la dinámica que hasta ahora habían llevado los medios afines a la familia real, que habían cuidado la privacidad de Kate hasta el punto en que decidieron no hacerse eco de la primera fotografía tras su cirugía, publicada por el portal estadounidense TMZ.
Pero esa deferencia hacia los príncipes de Gales parece desvanecerse ante la falta de información y el misterio que se ha instaurado en torno a la salud de Kate. Un día después de que la princesa pidiera disculpas por publicar una foto manipulada, el locutor británico Piers Morgan, abiertamente monárquico, lanzaba la siguiente exigencia a Kensington: “El Palacio debería publicar la foto sin editar de Kate y los niños lo antes posible”. Y agregó: “Si no publican la foto original, las teorías de conspiración que intentaban detener empeorarán mucho…”.
Según ha explicado a Time el historiador Ed Owens, esa creciente exigencia a la monarquía británica responde al “deseo de los medios tradicionales de saber más, de dar más a sus espectadores, lectores y oyentes”.
Desconfianza creciente
Fuera de las fronteras del Reino Unido también se tambalea la confianza en la Corona británica, tanto es así que la CNN ha anunciado que “revisará todas las fotografías proporcionadas previamente por el Palacio de Kensington”.
En una línea distinta se pronuncia la historiadora Tessa Dunlop, que señala que los lectores de los medios tradicionales son de mayor edad y más conservadores que quienes siguen este escándalo en las redes sociales. Por este motivo, se muestra escéptica con que esta polémica afecte a la relación de la realeza británica con los medios del país. “Los tabloides entienden que necesitan a la realeza para sobrevivir y prosperar”, asevera.
Sin embargo, Dunlop se pregunta qué sucederá si una de las dos partes decide revisar esas reglas no escritas de la relación entre la monarquía y los medios, un acuerdo tácito por el que la familia real tiene el deber de “salir y ser vistos” y la prensa el de “captarlos saliendo y siendo vistos”. Así, la autora de Elizabeth and Philip reflexiona sobre la reticencia de las nuevas generaciones de la Corona a dejarse presionar por la prensa, algo que sufrió la difunta reina Isabel cuando fue obligada a dirigirse públicamente a la nación tras la muerte de la princesa Diana.