Ha sido sin duda uno de los grandes momentos de esta gala de premios de la Academia de Cine de Hollywood que, en esta ocasión, ha apostado por recuperar algunos elementos que la habían alejado del público y ha querido, precisamente, buscar la complicidad a base de cercanía y de sentimiento popular colectivo, de celebración y de fiesta.
El I’m Just Ken que interpretaba Ryan Gosling en Barbie estaba nominado en la categoría de mejor canción, quizás no solo por sus méritos musicales, sino porque el tema en sí se convertía en uno de los momentos clave de una película que se ha coronado como un fenómeno sociológico. Transformar en un icono feminista a una muñeca que hasta el momento había sido símbolo de la ‘sexualización’ y el capitalismo, ha sido una de las maniobras más inesperadas e inteligentes del nuevo Hollywood al que pertenece su directora, Greta Gerwig.
Te puede interesar: Las 4 películas que compiten con ‘La sociedad de la nieve’ en los Oscar por el premio a Mejor Película Internacional
Los Oscar no han premiado a Barbie, se lo han dado todo a Oppenheimer, pero está claro que ha sido la auténtica ganadora moral de este año, porque ninguna otra obra cinematográfica de los últimos tiempos ha entrado de forma tan fulminante y certera en el seno de la cultura popular.
Ryan Gosling se convierte en Marylin Monroe
Si en la película el momento musical de Ken lamentándose de su existencia como ‘el acompañante de Barbie’ era una auténtica explosión de imaginación pop, gracias a una puesta en escena en la que se fundían numerosos estilos y en la que Ryan Gosling desprendía ironía y magnetismo, en la gala de los Oscar se ha intentado reinterpretar ese segmento a través de un número brillante y vibrante en el que el actor ha sabido sacar partido a su desparpajo y a sus habilidades para meterse en su entrañable personaje de hombre-muñeco herido.
Te puede interesar: Estas son las dos películas españolas nominadas a los premios Oscar 2024
La actuación comenzaba con Ryan Gosling en el patio de butacas tapado por un sombrero cowboy junto a sus compañeras de equipo, entre ellas Billie Eilish (que ha ganado el único Oscar para Barbie por su canción What Was I Made For?), Margot Robbie y Greta Gerwig, que no podían contener la risa. De ahí, subía al escenario, una especie de réplica de la mítica ‘performance’ de Marylin Monroe en Los caballeros las prefieren rubias (véase, de nuevo, el sarcasmo) cuando entonaba Diamonds Are a Girl’s Best Friends, mientras ella iba vestida de fucsia (como Gosling, que incluso, también llevaba guantes a juego) y rodeada de decenas de hombres con corbata (aquí con sombrero vaquero) en un espacio repleto de escaleras del mismo color. Solo que, en esta ocasión, haciendo una parodia del patetismo ‘machirulo’ y de ese patriarcado del que habla la película.
Lo que ha seguido a continuación ha sido una explosión de delirio y divertimento en estado puro, demostrando que Gosling es un auténtico ‘showman’, un actor capaz de jugar, de ofrecer espectáculo desprejuiciado y de integrar dentro de él su simpatía y desparpajo. Un plano cenital de él sumergiéndose en un baño de caretas de Barbie, un paseo por el patio de butacas invitando a sus compañeras a cantar, de Margot Robbie a Emma Stone, con la que protagonizó La La Land y un final rockero junto al guitarrista Slash.
Aunque Ryan Gosling no haya ganado ningún premio esta noche (estaba nominado en la categoría de mejor actor secundario, que se ha llevado Robert Downey Jr., cómo no, por Oppenheimer), lo cierto es que ha conseguido mucho más, ganarse a toda la audiencia, demostrar que sirve para todo y que sabe cómo no tomarse en serio a sí mismo, dando por completo la vuelta a esa imagen que tuvo durante un tiempo, en la época de Drive, en la que, aunque era ‘cool’, parecía de lo más inexpresivo. A partir de ahora, nadie podrá decir eso de él nunca más.