Patricia Ramírez sufrió en 2018 la muerte de su hijo, Gabriel Cruz. Antes, desgarradores días de búsqueda, sin rastro del menor, en el que fue un caso de los llamados mediáticos. Ramírez siempre agradeció la tarea de los periodistas para la difusión de la desaparición, empujando a las autoridades a actuar, pero algunos de esos profesionales aprovecharon la enorme atención sobre el caso para sacar partido, llegando a extremos más allá del interés público, la intimidad de los afectados o el respeto al duelo. Ella lo define como “un tsunami de mala información que resultaría imparable, cruel, innecesario y tremendamente agotador”. Así se lee en una carta abierta compartida este lunes en su cuenta en la red social X.
“Jamás pude imaginar el terrible dolor y deterioro que nos provocaría la mediatización del caso, el daño irreparable y el impacto que sigue teniendo -han pasado seis años- en nuestras vidas. Por ello hoy, en memoria de mi pequeño Gabriel, me siento a escribir estas líneas”, continúa Ramírez, que denuncia cómo su desgraciada historia fue utilizada “a conveniencia” sin caer en que trataba de personas “VULNERABLES -así lo escribe, en mayúsculas- necesitadas de cuidado y protección”. Recuerda que desde ese día -el cadáver del niño fue hallado el 11 de marzo de aquél año- su vida y la de sus allegados “cambiaron para siempre de forma drástica y brutal”.
blockquote class="twitter-tweet">Hoy hace seis años desde que nos enteramos que Gabriel se marchó a ser biólogo marino.
— Patricia Ramírez (@PatriRamirez_) March 11, 2024
Comparto este comunicado después de muchísimo tiempo en el ánimo de poder contribuir a cambiar las cosas.
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Gracias 🌻🐟#TodosSomosGabriel pic.twitter.com/DPbc4JBE8J
La madre de Gabriel ya ha pedido auxilio ante la posibilidad de un documental sobre Ana Julia Quezada, la asesina, condenada a cadena perpetua revisable, sobre que vean la luz “autopsias, tras verlo anunciado como mutilado en páginas y vídeos de carácter gore o podcast cargados de morbo reproduciendo información injusta y dañina”. Y cuando lo hace, pedir auxilio, recalca, lo hace “desde el miedo a que esto no pare nunca”. Lamenta asimismo haber sido atacada por sus supuestos colores políticos, señalada como “podemita”, a lo que responde: “¿Entonces todos los de Podemos se merecen que les asesinen a sus hijos? (...) Jamás he estado afiliada a un partido -puntualiza-, así como no me he manifestado al respecto pues no creo que sea relevante mi ideología para reclamar justicia y respeto”, se ve obligada a aclarar.
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“Si les sucediera algo parecido”
Ramírez, en la apelación más directa a los medios, escribe: “Ojalá llegue el momento en que puedan la profesionalidad y la decencia frente a intereses particulares o económicos. Les solicito y ruego que den un paso adelante y den un ejemplo de cómo este país respeta adecuadamente a las víctimas y las protege del dolor innecesario. Les pido que retiren ‘lo feo’ de sus cuentas y dominios, lo que mancha su memoria, sus titulares escabrosos, vídeos, podcast morbosos e innecesarios. Les ruego reflexionen, antes de negármelo, si podría resultar bueno para proteger su profesión y para ustedes, en particular, si les sucediera algo parecido”. Por último, dice esperar que esta carta no sea precisamente usada “para generar polémica o volver a contar lo dañino”.
Estas palabras llegaron precisamente en 11 de marzo, otro día que España recuerda por una tragedia, y también, en especial en el 20 aniversario de los atentados, por una teoría de la conspiración que hizo caer un gobierno, manchó a periodistas y medios que se sumaron a ella y provocó profundo dolor a supervivientes y familiares de víctimas que vieron cómo su drama no era más, apenas horas después, que una disputa política. Ramírez fue durante unos días de 2018 el rostro de una madre rota, volcada en encontrar con vida a su hijo desaparecido. Su testimonio estremeció a España. Años más tarde, tan solo reclama que le dejen/dejemos vivir y sufrir en paz.