La Unión Europea es una de las regiones en el mundo con mayores avances en materia de igualdad de género. Sin embargo, a este ritmo, la igualdad efectiva no llegará hasta el año 2082, según un estudio de Oxfam Intermón. A pesar de los avances logrados, especialmente en los últimos cuatro años, algunos Estados miembros de la UE “han intentado de forma consistente resistirse y retrasar esta ola de progreso social hacia la igualdad de género”, afirma la organización.
De forma general, los datos continúan siendo motivo de preocupación. La encuesta más reciente al respecto (2014) estima que 13 millones de mujeres en la Unión Europea han sufrido violencia física, y menos de un 5% lo han denunciado a las autoridades. Además, el 31% de las mujeres han experimentado violencia física de la mano de sus parejas o exparejas.
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Desde Eurostat, existe una encuesta más reciente, elaborada en 19 de los 27 países miembros en 2021. Los resultados revelaban que el 52,6% de las mujeres finlandesas que habían tenido alguna vez pareja habían sufrido violencia psicológica, física o sexual. Le siguen Eslovaquia (50,8%) y Dinamarca (45%). Los países con menores índices de violencia de género fueron Bulgaria y Polonia, y aún en estos casos la cifra rondaban el 20 %. A pesar de esta situación, este 2023, cinco Estados se han negado a firmar el Convenio de Estambul sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres (Bulgaria, República Checa, Hungría, Lituania y Eslovaquia).
Los países nórdicos lideran la conciliación laboral
En el plano económico, aunque la brecha salarial se haya reducido al 12,7%, la diferencia de ingresos generales (al tener en cuenta las desigualdades en el mercado laboral) se sitúa en el 36,2%. En 25 de los 27 países miembros, la tasa de pobreza es más alta para ellas, pero solo cuatro países (España, Bélgica, Irlanda y Francia) han adoptado medidas para luchar contra ello.
Las diferencias en las retribuciones llegan también a la jubilación: de media, ellas reciben un quinto de lo que cobran los hombres en su pensión (la brecha de género en las pensiones se sitúa en el 27,1%). En estas diferencias tienen que ver el reparto desigual de las responsabilidades del cuidado: las mujeres se hacen cargo de más de tres quintos de los cuidados no remunerados. Alrededor del 50% de ellas, frente al 6 % de los hombres en pareja, son las principales responsables de los cuidados de los hijos.
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En este plano, brillan los países nórdicos. Finlandia, Suecia y Dinamarca ofrecen la combinación perfecta para reducir las desigualdades en el mundo laboral: guarderías asequibles, educación y bajas por paternidad para ambos progenitores. En Dinamarca, por ejemplo, estas se alargan hasta las 24 semanas. Once deben ser disfrutadas obligatoriamente por cada uno, pero el resto pueden ser transferidos al padre o madre.
En las diferencias económicas, influye también el gasto obligatorio en productos menstruales. Las mujeres gastan entre 100 y 675 euros al año únicamente en compresas, tampones y otro tipo de bienes dedicados a la regla.
Las barreras para acceder al aborto siguen en pie
Respecto al derecho al aborto, tres países dentro de la UE tienen leyes que lo penalizan en todas las circunstancias o solo lo permiten bajo estrictas circunstancias (Malta, Polonia y Rumanía). Además, en cinco países, el aborto está recogido en el código penal. Solo dos Estados miembros tienen leyes progresivas (Países Bajos y Suecia) y otros dos tienen leyes regresivas (Hungría y Eslovenia) A pesar de que la mayor parte de los Estados tienen legalizado el aborto, todavía existen restricciones en muchos de ellos, como la necesidad de conseguir el consentimiento escrito de un médico, la objeción de conciencia o tiempos de espera mandatorios.
Al respecto, Oxfam resalta el caso de Italia, donde el 64,6% de los ginecólogos son objetores de conciencia. Los estudios sobre el tema sospechan, sin embargo, que el porcentaje es mucho mayor, pues hay algunas áreas del país de las que no se tienen datos actualizados. En contraposición, España es “el buen estudiante” de Europa, pues “ha hecho progresos significativos en la promoción de la igualdad de género en los años recientes”, especialmente en la eliminación de obstáculos para ejercer la interrupción voluntaria del embarazo. Aplauden además la aprobación de la baja laboral por dolor menstrual incapacitante.