“Nuestro mundo es otro y lo vamos a cambiar las mujeres”. Con este grito de rabia y esperanza comenzaba este viernes a las 19:00 horas en Madrid la multitudinaria manifestación del Día Internacional de la Mujer convocada por la Comisión 8M, que ha reunido, según datos de la Delegación del Gobierno a 30.000 personas, sobre todo mujeres. Una concentración que ha partido desde Atocha, con frío y bajo un cielo que amenazaba lluvia, para llegar hasta Colón con el objetivo de reclamar, un año más, el fin de la violencia machista, la brecha salarial y los techos de cristal, además de exigir la reorganización de los cuidados e igualdad de oportunidades. En definitiva, para pedir un mundo más justo.
Laura, trabajadora de 21 años que se muestra indignada por los numerosos casos de violencia sexual que salen a la luz, ha acudido a la concentración acompañada de amigas para reivindicar sus derechos como mujeres, porque el feminismo, recuerda “busca la igualdad”. No muy lejos de este grupo se encontraba Gloria, que a sus casi 90 años, “no podía faltar” a la manifestación, cuyo lema ha sido Patriarcado, Genocidios, Privilegios #SeAcabó. “Tenemos que celebrar que seguimos vivas y que seguimos peleando. El feminismo va a seguir avanzando porque es imparable y, aunque queda mucho camino, otras lo recorrerán”, dice a Infobae España rodeada de otras compañeras que lucen un pañuelo morado.
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En el caso de Yolanda, de 55 años, este 8M se manifiesta para seguir avanzando en derechos y “seguir luchando por las generaciones futuras”, al tiempo que confiesa que le gustaría haber visto a más hombres en la marcha, “a su marido entre ellos”. “Vengo por todas las que han matado, por todas las que han violado y por las que hemos sido abusadas, porque el feminismo es un acto de justicia social y un reconocimiento a todas esas mujeres que se han dejado la vida, literalmente, trabajando fuera y dentro de casa, pariendo en malas condiciones o abortando con una percha”. Mientras, Vanesa, de 44 años y madre soltera, acudía emocionada a la manifestación para reclamar junto a otras compañeras “el fin de los desahucios y tener derecho a una vivienda digna” después de haber sufrido dos intentos de desalojo.
Como ya ha sucedido en años anteriores, el movimiento feminista ha salido a la calle dividido por temas como la Ley Trans y la prostitución, de forma que además de la concentración de la Comisión 8M, también ha partido a las 19:00 horas la movilización convocada por el Movimiento Feminista de Madrid, aunque esta lo ha hecho desde la Plaza de Cibeles para llegar a la Plaza España, bajo el lema La prostitución no es un trabajo. ¡Abolición ya!. A esta última han asistido 4.000 personas, según datos de la Delegación de Gobierno.
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Pero a pesar de las diferencias, el feminismo ha vuelto a sacar músculo este 8M y ha arrastrado a miles de personas a las calles para decir basta a la violencia de género con pancartas, pelucas y hasta collares hawaianos morados.
Acabar con el patriarcado
Megáfono en mano y a ritmo de batucada, las participantes en la concentración de la Comisión 8M han coreado lemas como “no estamos solas, faltan las asesinadas”, “con ropa, sin ropa, mi cuerpo no se toca” o “estamos hasta el culo de tanto machirulo”, mientras que las organizadoras han recordado en el manifiesto que el feminismo es un movimiento “plural y diverso, que defiende la justicia social y que lucha por los derechos de “todas y todes”. Este año, además, Palestina ha estado muy presente en la manifestación y se han podido ver banderas y personas que portaban carteles de “alto el fuego” junto a gritos que clamaban por una “Palestina libre”. “Vamos a acabar con los privilegios, con el genocidio en Palestina y con la violencia machista. Un año más gritamos se acabó a este sistema que nos prefiere calladas”.
A esta manifestación también ha acudido la ministra de Igualdad, Ana Redondo, que ha llamado a “reivindicar” en este 8M ante un “problema real, que es la extrema derecha”, cuyas políticas “pretenden retrotraer los derechos de las mujeres a unas posiciones que creíamos haber resuelto, por eso estamos aquí avanzando en derechos”, ha dicho la ministra ante la prensa antes de dar comienzo la manifestación, que ha acudido junto a otras ministras socialistas como Teresa Ribera, Pilar Alegría o Elma Saiz
También han asistido la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz; la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego; la de Sanidad, Mónica García, así como la exministra Irene Montero y la portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Ione Belarra.
Eliminar la Ley de Extranjería
La Comisión 8M también ha reclamado en su manifiesto la derogación de la Ley Mordaza “que criminaliza el derecho a la protesta y castiga especialmente a las prostitutas”, así como la regularización de las personas migrantes en España y la eliminación de la Ley de Extranjería, al considerar que “permite la explotación de cientos de miles de mujeres en trabajos invisibilizados y mal pagados”.
El lema de este año, ‘Patriarcado, genocidios, privilegios, ¡se acabó!’, explica a Infobae Siham Jessica Korriche, portavoz de la Comisión 8M, estaba inspirado en todo lo que desató el beso sin consentimiento que Luis Rubiales, entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, dio a la jugadora Jenni Hermoso en la final del Mundial femenino el pasado año. “El objetivo era convertirlo en un grito unitario, colectivo, que visibilizara la lucha de todas las mujeres y feminidades por la violencia que sufrimos por ser nosotras y nosotres”, ha añadido.
Y este año, a diferencia del pasado, el recorrido ha finalizado en la Plaza Colón, porque querían “resignificar un lugar que ha sido capitalizado por la extrema derecha desde donde han lanzado discursos negacionistas y de odio que arrebatan derechos”. Terminar en Colón, aseguran, también ha servido para “señalar las políticas de muerte en clave invasora y en clave migratoria”.
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Las calles también se han teñido de morado este viernes en muchas otras ciudades y municipios de España, donde miles de personas han reclamado el fin de la violencia machista y las desigualdades. Barcelona, Valencia, Sevilla o Bilbao han reunido las concentraciones más multitudinarias.