Aina Vidal (Barcelona, 1985) es diputada por Barcelona y portavoz de Sumar en el Congreso de los Diputados. Su formación, surgida tras la renovación del espacio que antes ocupaba Unidas Podemos, tiene una marcada agenda feminista donde se encuentra entre sus últimas propuestas que el aborto quede blindado en la Constitución para seguir el ejemplo de Francia.
La catalana atiende a Infobae España en la previa de la manifestación del 8M y del Día de la Mujer Trabajadora. Sumar, al que pertenecen cinco ministerios durante esta legislatura, ya no tiene en su poder el Ministerio de Igualdad, que ha vuelto a manos del PSOE. De ese cambio, de las políticas pendientes para proteger a las mujeres de España y del avance de la derecha reaccionaria en Europa, es de lo que Vidal habla durante esta entrevista.
Pregunta: Hay dos antecedentes a este 8M que merecen una reflexión. Uno, es la sentencia de Dani Alves y el tratamiento mediático que ha tenido, con una aceptación unánime de que se produjo una violación y un debate social muy diferente al que hubo con el caso de La Manada. El otro fue el beso de Rubiales a Jennifer Hermoso, que aunque sí generó opiniones contrarias, tuvo una gran contundencia desde las instituciones para condenarlo y apartarlo. Mirado desde el feminismo, son avances optimistas.
Respuesta: Yo creo que sí, han cambiado muchas cosas, y no solo aquellas que tienen que ver con un elemento político o legislativo, sino también muchas que tienen que ver con el ámbito social. El hecho de que en un partido de fútbol sucediera algo que ha pasado muchas veces, que es que un hombre se vienen arriba y traspasara todas las fronteras posibles dándole un beso a una persona que no lo deseaba, estoy convencida que dos años antes, sin ir más lejos, probablemente habría pasado bastante desapercibido. Pero esta vez se convirtió prácticamente en un manifiesto de época.
Eso tiene que ver, no solo con que desde el Parlamento se ha trabajado, sino que la sociedad ha cambiado y las mujeres también. Hay cosas que ya no aceptamos y no vamos a tirar para atrás. Esto es un cambio de época. Además, en el plano legislativo, ha habido avances fundamentales. Eso nos lo explica la sentencia del caso Dani Alves: la reforma del solo sí es sí, el protocolo de buen trato impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona... Todo son instrumentos para empezar desde la base. Los camareros y los jefes de sala supieron responder inmediatamente a la persona que había sido agredida sexualmente. Eso implicó una pronta denuncia que impidió destruir pruebas. Todo gracias a una ley que pone, por fin, el consentimiento en el centro. Es un cambio brutal. No siempre pasa, pero en esta ocasión la sociedad civil, las mujeres y también el Parlamento y el Gobierno nos hemos dado la mano para avanzar.
P: Y la derecha, tanto política como social. ¿Qué papel juega en todo esto?
R: Después de cualquier acción viene una reacción. No digo que en España todo funcione bien, que no es el caso, pero claramente estamos muy por encima de muchos otros países. En Europa nos hemos convertido en la vanguardia de derechos feministas y derechos del colectivo LGTBI. No están así en el resto del mundo y creerte más segura por el hecho de que estás en España y puedes tener derechos como el aborto no es muy inteligente. Si dejas de lado a las compañeras argentinas o a las compañeras en Polonia, o a tantísimas otras mujeres que a día de hoy no le son respetados ni los derechos más básicos... Todas tenemos que entender que la evolución feminista y el cambio hacia una igualdad real tiene que ver con un elemento internacional, con casi una idea de “clase mujer” [como pudiera la clase obrera].
A mí me preocupa la situación en Europa y no creo, sinceramente, que esto vaya a mejorar ni el próximo año, ni en los próximos cinco. Vienen unas elecciones europeas en la que espero que la izquierda pueda sacar el mejor resultado posible, pero creo que Europa va a seguir avanzando hacia una posición dura no sólo hacia las mujeres, sino también hacia el medio ambiente y hacia el colectivo LGTBI y hacia muchas otras personas que lo único que piden es poder vivir y ser reconocidos como seres humanos.
P: Hasta hace no muchos años, daba la sensación de que las mujeres ocupaban cuotas en las listas políticas, cosa que parece que ha cambiado. ¿Alguna vez ha sentido cómo le usaban y le ponían de relleno para que hubiera mujeres en una lista?
R: Jamás me he sentido una cuota, pero tengo claro que me han utilizado como cuota en más de una ocasión. Yo creo que las cuotas siguen existiendo. Que haya mujeres que hayan llegado es innegable y eso es un avance en sí mismo que lo tenemos que poder celebrar y vivirlo de forma extremadamente positiva, pero no nos podemos despistar. Defiendo las cuotas y estoy plenamente convencida que esta situación actual jamás habría ocurrido si no hubiéramos empezado por unos elementos mínimos de equidad, por decirlo así. Pero ahora ya no nos vale. Con la equidad queremos influir, queremos hacer política, queremos poder trabajar, queremos poder ascender, queremos poder sobrevivir.
Hablamos mucho de los techos de cristal y de subir para arriba y a mí me preocupa más esos denominados suelos pegajosos, es decir, esas mujeres de clase baja o media que no tienen capacidad para poder salir de unos trabajos horrorosos que mayoritariamente están mucho peor pagados y con peores condiciones para la salud. Si algún reto nos tenemos que poner como mujeres tiene que ver básicamente con que todas alcancemos un nivel, al menos de vida, que sea aceptable. Y creo que ahora mismo no lo es. Si todo lo valoramos por donde se es capaz de llegar, te dejas fuera al 90% de las mujeres.
P: Tras la aprobación de la Ley de Familias, instigada por vuestro espacio político, se ha puesto sobre la mesa a las familias monoparentales, que mayoritariamente son mujeres a cargo de los hijos, y son sector mucho más vulnerable. Hemos visto en estudios recientes que el trabajo de una mujer respecto al hombre en la casa sigue siendo muy desigual. Se avanza mucho el discurso político, pero en la práctica se va más despacio.
R: Sí, no avanza tanto en la práctica. La pandemia sí supuso un antes y un después. Desde entonces, ha mejorado la repartición de tareas en casa y ahora los hombres se hacen un poquito más cargo de los hijos de lo que lo hacían antes, que era bastante poco. Queda muchísimo por mejorar, pero poco a poco. Yo creo que hay pasos que se van dando. Me preocupan, además, otras cosas como la violencia ginecológica, la violencia médica que existe aún en torno a las mujeres, o la violencia obstétrica de la que hemos hablado más de una ocasión en relación a los partos. Por ejemplo, las mujeres pagamos más por productos médicos que no están dentro de la seguridad social. Y eso pasa en educación, pasa en sanidad... Pasa en muchísimos ámbitos que condicionan no solo tu esperanza de vida, sino tu calidad de vida y cómo tú te puedes relacionar en tu entorno.
P: Clara Serra ha abierto un debate muy interesante, sobre todo en el seno de la izquierda y del feminismo, con su último libro El sentido de consentir, en el que se muestra crítica con la ley del solo sí es sí y con las políticas del Ministerio de Igualdad de Irene Montero en torno a la idea de consentimiento. Incluso avanzaba en el libro que llegará algún caso donde haya una mujer que haya dicho que sí antes de una violación y eso ponga un problema porque teóricamente había consentimiento, aunque haya sido violada.
R: Yo creo que esta ley es fundamental. Todas las leyes pueden mejorar, ninguna es infalible y ningún derecho está 100% blindado. Esta ley abrió un debate fundamental y ha hecho posible que se tome en consideración el consentimiento. Estoy convencida y espero que más adelante podamos reformularla para hacerla mejor y más protectora aún, pero la ley funciona y así se está reconociendo. Es una ley que funciona pesar de que se intente retorcerla. Es un avance para innegable, no solo en términos de género, también en términos de violencia sexual. Lo que pasó con Dani Alves es algo muy importante, no es solo una cuestión de que a un hombre se le haya condenado por una violación que intentó hacer ver que no había sucedido. Esto es importante, pero no es solo por eso, es un hombre futbolista y rico. Es un hombre que en cualquier otro momento, sin duda, se hubiera escapado. No estará tan mal la ley cuando hasta Dani Alves cae por ello.
P: Uno de los grandes cambios en el gobierno es la figura que tiene ahora el Ministerio de Igualdad. De un ministerio con Irene Montero, con muchísima presencia y confrontando mucho públicamente todos los debates, hemos pasado a la gestión de Ana Redondo con un perfil mucho más bajo.
R: El Ministerio de Igualdad tiene mucho encima de la mesa. El avance que se hizo en materia legislativa fue brutal en lo simbólico, en lo práctico y en lo político. Y eso creo que en cualquier caso, debe ser freno para que nadie deje de avanzar. Hay muchos temas pendientes, por qué hay enfermedades que padecemos nosotras que no están investigadas, en términos de urbanismo, que condiciona también en términos machistas nuestro día a día, saber sobre la luz y cómo están configuradas las calles... A mí me me gustaría saber la opinión del Ministerio de Igualdad en todos estos ámbitos. En estas cosas, el Ministerio de Igualdad tendría que tener una posición y una hoja de ruta sobre cómo abordamos los retos de del feminismo y, por supuesto, de la consecución de la igualdad.
P: Cambiando ya totalmente de tema. Habéis sido muy claros con el caso Koldo y la situación de Ábalos. Sin embargo, ¿les preocupa la estabilidad del Gobierno porque Ábalos pase al Grupo Mixto?
R: No, sinceramente no me preocupa el asunto de la estabilidad, me preocupa que se convierta en un elemento de desestabilización. Me preocupa muchísimo que el Partido Socialista esté perdiendo el pulso contra Ábalos. Tendría que haber dimitido ya. No sabemos si tiene responsabilidades penales, pero sin duda tiene responsabilidades políticas.
Él fue el que puso en situación de poder a Koldo y debería asumir esa responsabilidad. Aun así, también me parece destacable que la gestión del caso ha sido diferente a los tratados anteriormente. No hubo demoras en torno a las demandas de dimisión.