El ciclo económico de España está estrechamente ligado con el del resto de los países del euro y de la UE, que son los principales socios comerciales, pero desde la crisis de la pandemia la evolución del PIB se desacopló de la media. La española fue la economía que más se hundió en 2020 con la pandemia, pero desde 2022 ha crecido a un ritmo mayor y ha alcanzado la media. Este crecimiento diferencial positivo de los dos últimos años contrasta con la atonía europea y es posible que supere a los países vecinos en los próximos trimestres.
“Si se mantiene la tendencia, España va a empezar a tener niveles de actividad más elevados en comparación con la prepandemia, mientras que en la UE se mantendrán”, ha explicado este miércoles Miguel Cardoso, economista jefe en BBVA Research, durante la presentación del informe Situación España. El documento prevé un crecimiento del 0,6% para el primer trimestre de 2024 y de un 2,1% anual, seis décimas más que en su última previsión y muy por encima de lo que estima para la Eurozona, el 0,7%. Cardoso ha señalado cinco factores que explican cómo hemos llegado hasta este escenario: el menor coste de la energía; el turismo; el auge de los servicios no turísticos; una fiscalidad más expansiva y la inmigración.
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La fuerte creación de empleo, también superior a la de los países del entorno, está relacionada con el factor de la inmigración. Según el centro de estudios, la llegada de población extranjera está permitiendo una flexibilización del mercado laboral y explica “buena parte del vigor en la creación de empleo y del consumo privado”, de hecho, BBVA Research calcula que el “bono demográfico de la inmigración” ha aportado 1,1 puntos al crecimiento del PIB en 2023 (del total del 2,5%). Cardoso considera que se ha creado un “círculo virtuoso” en el que el aumento del empleo y de los salarios reales con el descenso de la inflación ha provocado más demanda interna por parte de los hogares.
Otro factor que está viviendo transformaciones es precisamente el del consumo. Los hábitos de las familias han cambiado tras la pandemia y en la cesta de consumo han ganado peso los servicios (restauración, financieros, salud) en detrimento de los bienes (ropa y calzado, alimentos, vehículos personales). Esto es determinante en una economía “intensiva en la producción de servicios” como la española.
A esto se suma el auge de la exportación de los servicios, tanto los turísticos como los no turísticos. El turismo ha recuperado prácticamente la cantidad de visitantes de 2019 y gastan más que entonces. En cuanto a los servicios no turísticos, BBVA Research detecta una mejora de la competitividad de las empresas españolas. Esa ganancia se ha producido por una mayor contención de los márgenes empresariales y, sobre todo, de los salarios en comparación con el resto de la eurozona. El informe señala que “la disponibilidad de mano de obra preparada a un coste menor” puede estar atrayendo a inversores extranjeros en sectores como el de las tecnologías de la información y la comunicación o la consultoría, de alto valor añadido.
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No obstante, el diferencial positivo en crecimiento del PIB empezó con la invasión rusa de Ucrania y la crisis energética que desencadenó. Esta ha afectado sobre todo al sector industrial y en mayor medida a las industrias europeas que a la española, que tiene menor peso en el PIB, está más diversificada en fuentes energéticas y se ha enfrentado a un precio inferior de los insumos, en parte por las medidas que adoptó el Gobierno de bajada de impuestos energéticos.
El director de BBVA Research, Jorge Sicilia, ha añadido además que al menos tres de estos factores (la creación de empleo, la bajada del coste de la energía y los cambios en el consumo) no son transitorios. “Hay elementos que están apoyando el crecimiento que no cabe calificar de necesariamente temporales”, ha advertido, aunque “preocupa” que no se estén generando las condiciones para que el crecimiento de la economía española sea sostenido en el tiempo, refiriéndose a la baja inversión privada y a la menor productividad respecto a la UE. De hecho, el diferencial positivo con la UE se da en el PIB, pero no en el PIB per cápita, debido a que el crecimiento se está produciendo más por aumento de población que por ganancias de productividad.
El impulso del gasto público frente al plan de ajuste
El quinto factor que ha provocado un mayor crecimiento, según BBVA Research, ha sido una política fiscal más expansiva de lo previsto, es decir, más gasto público. El Gobierno ha prorrogado parte del paquete anticrisis durante 2024, ha revalorizado las pensiones y las prestaciones mínimas como el IMV. A esto se suma que la ejecución de los fondos Next Generation “alcanza velocidad de crucero” con 33.550 millones “a disposición de familias y empresas”. El centro de estudios calcula que estos fondos han sumado entre 1,7 y 2 puntos al PIB desde 2021 y si mantienen el ritmo actual en 2026 se habrían adjudicado la totalidad de las transferencias previstas.
No obstante, la vuelta de las reglas fiscales y el plan de ajuste que España deberá aprobar llevará a una “política fiscal que necesariamente tendrá que ser contractiva”. Debido a esto, el informe prevé tres décimas menos de crecimiento del PIB en 2025, hasta un avance estimado del 2% (aún por encima de la Eurozona, el 1,4%). “Todavía no conocemos la senda de ajuste, pero todo indica que países como España tendrán que hacer un esfuerzo importante”, ha considerado el economista Rafael Doménech durante la presentación del informe. A lo que ha añadido que “en realidad, lo que hemos hecho en todos estos años ha sido traer crecimiento del futuro hacia el presente y ahora, una vez que se vuelven a imponer las reglas fiscales, se produce el efecto de consolidación”.