La pobreza afecta al menos a 2,4 millones de trabajadores: repunta tras el Covid y la inflación pese a las medidas sociales

España ha ascendido en el ranking de países con más pobreza laboral de la UE en los últimos años. Tener un trabajo remunerado no garantiza poder cubrir las necesidades básicas, incluso después de la reforma laboral de 2022

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Trabajadora de la limpieza en
Trabajadora de la limpieza en un edificio de oficinas (REUTERS/Kevin Coombs).

El empleo es una de las principales vías para evitar la pobreza o salir de ella, sin embargo, para un número creciente de personas tener trabajo no es suficiente. El aumento de la pobreza laboral se ha producido por un empeoramiento de la carencia material y social severa, es decir, de dificultades para consumir bienes y servicios básicos. Aunque más personas han accedido a un empleo y el Gobierno ha puesto en marcha políticas sociales, como las subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y la compatibilidad de cobro del Ingreso Mínimo Vital (IMV) con la actividad laboral, la crisis iniciada en 2020 por la pandemia y seguida por el crecimiento de la inflación han impedido que mejoren los resultados.

Según la última Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del INE, referente a 2022, el 11,9% de los ocupados se encontró en 2022 en riesgo de pobreza, lo que equivale a 2.426.481 personas. Si se compara con 2019, hay 52.965 personas más que trabajan y son pobres, aunque la tasa de ocupados en riesgo de pobreza ha descendido una décima. Esta tasa se basa en la renta y mide la pobreza relativa (la población por debajo del 60% de la renta mediana), pero la definición de pobreza a nivel europeo (tasa AROPE) es más extensa, tiene en cuenta también la intensidad en el empleo y la carencia material y social severa. Según este indicador, la pobreza laboral en España ha crecido un punto entre 2019 y 2022 y afecta al 16,6% de los ocupados (3.384.840 personas).

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Hace unos días, la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, reconocía que la ECV tiene “cifras que son malas y preocupantes”, pero llamaba a ponerlas en contexto: “¿Qué datos arrojaría esa encuesta si no estuviera en marcha una herramienta de inclusión como el IMV?”. Este lunes se ha pronunciado en la misma línea el secretario de Estado de la cartera, Borja Suárez, que ha atribuido al “shock de precios” el aumento de la pobreza: “Las medidas adoptadas paliaron los efectos, pero las circunstancias negativas tuvieron tal intensidad que no pudieron paliar todo ese impacto negativo”. Por ello ha defendido que dada la senda de “reconducción” de la inflación, las políticas sociales “se van a traducir en una caída de los niveles de pobreza” en la próxima entrega de estos datos, de carácter anual.

Lo cierto es que más allá del impacto de la inflación de 2021 y 2022, que ha producido un empeoramiento de los indicadores subjetivos de la tasa AROPE (los de carencia material o social), España ha ascendido en el ranking de países con más pobreza laboral de la UE. En concreto, ha pasado de ocupar el noveno puesto en 2008 al cuarto en 2021, los últimos datos disponibles para todos los países, y ha vuelto a aumentar en 2022. De hecho, el 26,8% de las personas en riesgo de pobreza o exclusión social figuran como ocupados en la última ECV, lo que indica que tener un trabajo remunerado no garantiza poder cubrir las necesidades básicas incluso después de la reforma laboral de 2022 (que ha reducido la temporalidad contractual).

Todas las áreas de carencia material han empeorado entre los ocupados si se compara 2022 con 2019. El aumento más llamativo (+10,3 puntos) se ha producido en el porcentaje de trabajadores que no pueden permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada, el 18,4%. Le sigue los que no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos (+5,7 puntos), algo que declaran el 32,9% de los ocupados.

La Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN) percibe al respecto que en las últimas décadas ha habido una “perdida de la capacidad protectora del empleo contra la pobreza”, según detalla en un comunicado reciente. Sin embargo, la tasa de pobreza o exclusión social entre los parados ascendió en 2022 al 56,7%, más del triple que entre los ocupados, por lo que sigue suponiendo un factor diferencial.

Causas: intermitencia en el empleo y salarios bajos

El informe Entrar y salir de la pobreza laboral en España publicado en 2022 por la Fundación “la Caixa”, ahonda en las causas y concluye que “la pobreza laboral se asocia principalmente a salarios bajos y a periodos de inactividad o desempleo de uno o más miembros del hogar”. Además, el estudio pone de relieve la “necesidad de tener un doble ingreso en el hogar para evitar la pobreza laboral”, de lo que se deriva que los hogares monoparentales son los más afectados.

Según los cálculos que realizan los autores a partir de la encuesta de condiciones de vida de Eurostat, el 29% de los hogares españoles que experimentan pobreza laboral se debe a “bajos salarios”; el 19% a desempleo y otro 17% a una combinación de ambas. De hecho, los datos de la Agencia Tributaria confirman que hay millones de personas con empleos intermitentes, saliendo temporalmente a un empleo y volviendo después al paro. El 75,3% de quienes cobraron prestación por desempleo en 2022 también ingresaron parte de un salario en el mismo año, un total de 3.276.751 personas.

La otra causa de la pobreza laboral es la baja intensidad en el empleo por trabajar pocas horas. El estudio de la Caixa cifra en un 35% las personas en situación de pobreza laboral por “exceso de carga en el hogar”, algo concentrado especialmente en las mujeres con trabajos parciales, muchos de ellos indeseados. También con datos de la Agencia Tributaria se observa que el 43% de las trabajadoras no llega a cobrar el SMI.

Por tipo de hogar, los más afectados son los que tienen menores y solo un sueldo. El 52,7% de los hogares monoparentales con niños dependientes estuvieron en riesgo de pobreza o exclusión social en 2022, 2,9 puntos más que en 2019. Además, según el citado estudio, también se da una elevada pobreza laboral (del entorno del 34%) en los hogares que aun siendo dos adultos solo uno trabaja mientras el otro atiende las necesidades de cuidado.

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