En el corazón de Cantabria, la Senda Fluvial del Nansa discurre a lo largo y a través de la ribera del río Nansa, entre las localidades de Muñorrodero y Cades. Se trata de una ruta sencilla, bonita y cómoda, por lo que es apta para disfrutar con toda la familia y sin tener una preparación física previa.
Son cerca de 14 kilómetros que se recorren en unas 4 horas aproximadamente y sin apenas desniveles. Durante el recorrido, que está bien señalizado, se caminará cerca del cauce del río Nansa, al abrigo de fresnos, castaños, sauces, hayas y encinas y con el sonido relajante del agua que fluye como acompañante.
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A lo largo de la senda, el visitante podrá caminar por el sendero de frondoso bosque de ribera que utilizaban antiguamente los pescadores y donde aún pueden apreciarse los refugios y pasarelas que usaban para poder cruzar el río. Durante este recorrido, los senderistas también se cruzarán con diferentes plataformas sobre las aguas del Nansa, así como con la entrada a la cueva del Rejo. Para los más atrevidos a los que este recorrido se les quede corto, podrán alargar la travesía 7 kilómetros más, dado que desde el año 2014 se habilitó un sendero que conduce hasta las inmediaciones de Cades y su Ferrería.
Para llegar a la Ferrería, se toma la salida 269 desde la autovía A-8 Santander-Oviedo, dirección Los Tánagos-Pusués-Puentenansa. Tras ello, se girará a la derecha hacia la N-634, y después a la izquierda en la CA-181. Después de 11 kilómetros, al llegar al Puente de Arrudo, hay que girar a la derecha y a unos 200 metros ya se puede vislumbrar la Ferrería.
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Cabe destacar que este recorrido puede resultar mucho más intrincado que el anterior, aunque cuenta con unos rincones y espacio que desprenden una belleza inigualable. Este sendero comienza en la antigua Central Eléctrica de Tracudia y asciende por el curso derecho del río. A través del Puente del Tortorio, se cruzará a la otra orilla del río, permitiendo a los aventureros llegar a unos de los tramos más espectaculares del sendero.
Castaños, robles, sauces o avellanos
Una de las peculiaridades de esta ruta es su vegetación, ya que a lo largo del camino se pueden observar robles, encinas, álamos, sauces, saúcos, castaños o acebos, así como diferentes tipos de herbáceas y lianas. Aunque la vegetación no es lo único destacado. A lo largo del curso del río, los senderistas podrán encontrarse con diferentes especies características de los espacios fluviales de Cantabria como el salmón atlántico, la nutria, el cangrejo de río o el desmán ibérico. Además de invertebrados como el caballito diablo, la rosalia alpina o el ciervo volante.
Esta ruta, a diferencia de la anterior, puede llegar a ser complicada en ciertos puntos, una cuestión a tener en cuenta antes de elegir cuál de las travesías seguir. En concreto, en la zona de Peña Sancho, la ruta puede complicarse, dado que se ajusta a las estribaciones de roca calcárea, donde incluso ha sido necesario instalar un cable para que los senderistas pueden sujetarse al pasar.