Si algo caracteriza a Asturias es su inconmensurable patrimonio natural, el cual lo convierte en uno de los destinos más impresionantes de España. Cuenta con infinidad de rincones mágicos que cautivan al viajero gracias a su amplia variedad. En ella, sus costas escarpadas combinan a la perfección con la paz que proyectan sus playas paradisiacas, a las que se le suma un interior donde los valles, montañas y cascadas inundan los pequeños pueblos. Estos entremezclan la cultura marinera con la tradición rural, dando lugar a un patrimonio único que se traduce en paisajes maravillosos.
En este sentido, son muchos los secretos que esconde este destino, siendo las cascadas de Oneta uno de los más impresionantes. Se trata de un conjunto de saltos de agua que se ubican en la localidad de Villayón, un pueblo situado en la cuenca del río Navia. Este se divide en cinco parroquias y destaca por su orografía, en la que el agua y la montaña son las principales protagonistas.
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Así, de todos sus encantos, las cascadas de Oneta es uno de los más impresionantes. Además, el entorno donde se desarrollan es perfecto para los amantes del senderismo, pues cuenta con numerosas rutas que recorren este insuperable entorno. Todo ello enmarcado dentro del Paisaje Protegido de la Sierra de Carondio.
Tres cascadas en una
Las cascadas de Oneta son uno de los rincones naturales más fascinantes y menos explorados del norte de España. Este enclave, rodeado de frondosos bosques y una riqueza natural incomparable, ha cautivado tanto a lugareños como a visitantes por su belleza y singularidad. Así, este paraje consiste en un conjunto de tres saltos de agua que se suceden entre sí, conformando una estampa única.
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La primera cascada, llamada La Firbia, destaca por su belleza y espectacularidad, ya que cuenta con una caída de unos 15 metros. A esto se le suman las rocas que la rodean, como consecuencia de los continuos desprendimientos. La segunda es La Firbia de Abajo, y se accede a ella tras una fuerte pendiente, mientras que la tercera, recibe el nombre de la Maseirúa. Esta es la más pequeña e inaccesible, pues se encuentra en un enclave más abrupto y protegido.
Una ruta de senderismo
La mejor forma de descubrir este monumento natural es a través de la sencilla ruta de senderismo que lo recorre. Esta cuenta con apenas tres kilómetros de longitud en sentido ida y vuelta y parte desde el pueblo de Oneta. En un abrir y cerrar de ojos, el viajero llega a la parte alta de la primera cascada, donde el río ha excavado en la roca un canal en el que se cuela hasta llegar al borde del precipicio, por donde se lanza abajo.
Continuando la ruta, se encuentra la segunda cascada, un poco más escondida y que requiere de un esfuerzo adicional para ser descubierta. Sin embargo, quienes deciden aventurarse, son recompensados con un espectáculo natural de inigualable belleza, donde el sonido del agua y la naturaleza envolvente crean una atmósfera de paz y tranquilidad.
La última cascada, la Maseirúa, es la menos visitada debido a su difícil acceso, pero representa un verdadero tesoro para los excursionistas más experimentados. Aventurarse hasta ella implica un recorrido más largo y algo más complejo, pero su vista, rodeada de una vegetación exuberante, es digna de admirar.
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Cómo llegar a Oneta
Desde Gijón, el viaje hasta Oneta es de alrededor de 1 hora y 25 minutos por la vía A-8. Por su parte, desde Lugo el trayecto tiene una duración estimada de 2 horas por la misma carretera.