Natos y Waor, Gonzalo y Fer, son dos raperos criados en el madrileño barrio de Aluche que se han convertido en la referencia del rap en España. Poco a poco caminan hacia otros sonidos, en parte gracias a su combinación en Hijos de la Ruina con Recycled J, en parte por la evolución natural que trae consigo el paso de los años.
Los artistas ya se han acostumbrado a llenar estadios y grandes pabellones en España y con su último y nuevo disco, Mal de Amores, se lanzan a conquistar al público de México, donde actuarán el 29 de marzo en Guadalajara, el 30 de marzo en Monterrey y el 1 de abril en Ciudad de México. Nadie vende más entradas que ellos en el país y quieren demostrar que son capaces de hacer las Américas con el mismo éxito.
Pregunta: ¿Viajar a México y América Latina sirve de cura de humildad? Pasar del WiZink Center a salas debe ser un cambio.
Respuesta: Sí, porque a día de hoy, nosotros viajamos con bastantes comodidades, con un equipo grande, 20 técnicos... tenemos todo muy controlado. Cuando vamos a un festival hay ciertas cosas que se amoldan a nuestros gustos por ser las cabezas de cartel y al ir a otros países, en concreto a México, es volver a donde estábamos hace tiempo, pero eso sí, con auténticos locos y locas que vienen a vernos. Es una manera de volver a esa época, de volver a ir en un equipo reducido, más familiar. Lo único que jode es no poder mostrar el show al 100%, como hacemos en España, porque eso tiene un coste muy alto y todo no entraría en las salas a las que vamos. Pero bueno, lo más importante del show es nuestra actitud.
P: Ya habéis ido a México en otras giras, ¿allí hay canciones que inesperadamente gusten más que aquí? ¿Hay cambios en el repertorio?
R: En España hay canciones que ya hemos trillado mucho y que ya funcionan menos. Como a América hemos ido menos veces, hay algunas que aún no hemos tocado y les hace más ilusión. Aunque nuestra jugada es cantar un millón de canciones para dejar a todo el mundo contento [risas].
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P: ¿Qué tres canciones arquetipo tenéis comprobado que definen al grupo y cuáles no pueden faltar en un concierto?
R: Cicatrices, Bicho Raro y Carretera no pueden faltar en un concierto. Y para definir al grupo enseñaría tres palos completamente distintos. Una, Cicatrices; luego, Sudores Fríos, por enseñar algo más movidito en cuanto a ritmo; y por último RocknRollas, que es muy nosotros. Cicatrices es muy sentida y reflexiva, RocknRollas es hablar mal y vomitar. Al final somos eso nosotros también, tanto como artistas, como personas.
P: ¿Con los años ha cambiado el proceso de composición? ¿Seguís en Mal de Amores esa corriente rapera de ir al estudio sin nada escrito?
R: A día de hoy escribimos una parte importante en el estudio. Antes nos mandaban diez instrumentales, nos gustaba una y sobre eso escribíamos cada uno en su casa, pero ahora nos juntamos en el estudio, normalmente con Pablo Gareta y empezamos desde cero también con Jack, nuestro guitarrista. Si de repente hay un sonido y los dos levantamos la cabeza y nos miramos, sabemos qué hay que por ahí.
P: ¿Intentáis que todo el disco tenga un sentido? O cada canción es independiente.
R: No, la verdad es que no. No hemos planteado nunca un disco temático, aunque la atmósfera que iba envolviendo todo en Mal de amores era el desamor. Las melodías nos estaban encajando, la temática nos estaba encajando, pero sin haberlo propuesto. Una vez ahí, te juntas con tres o cuatro canciones y ya vemos qué nos falta. Sabemos que hay que hacer alguna para los más puristas [risas], aunque en este disco solo hay una canción de rap. Pero bueno, hacemos las cosas como nos las pide el cuerpo. Y a día de hoy, te diría que no nos hemos equivocado.
P: ¿Cómo gestionáis ese eterno debate en el rap sobre ser puros o no, sobre abrirse a otros géneros o esas frases de que habéis cambiado?
R: Es que, aunque ahora a día de hoy hiciéramos canciones muy parecidas a las de antes, los más puretas no iban a estar contentos, porque no son las canciones de entonces. No echan tanto de menos que volvamos a hacer musicalmente lo de antes, sino que echan de menos lo que ellos sentían cuando escuchan esas canciones. Escucharon esas canciones hace diez años, cuando estaban de vacaciones en la playa, con sus amigos... Pues aunque a día de hoy haga un tema muy parecido, para ti no va a significar lo mismo. Al final hacemos lo que nos da la gana, escuchamos al fan, tenemos en cuenta su opinión y agradecemos que den su opinión si es de forma respetuosa. Pero la realidad es que si nosotros estamos donde estamos, lo hemos hecho por hacernos caso a nosotros por encima de cualquier opinión externa.
P: ¿Repartís las decisiones? ¿Os rodeáis de gente de fiar?
R: Tenemos la fortuna de ser dos, con personalidades distintas, pero muy complementarias. Las pocas veces que no opinamos lo mismo sobre algo, escuchamos al otro y rápidamente uno ha convencido al otro. Confiamos bastante en el criterio del otro.
Y en lo personal también es importante rodearse de gente de confianza. Nosotros vamos a los sitios y todo el mundo quiere ser nuestro amigo, todo el mundo te quiere invitar a cosas, todo el mundo te quiere, todo el mundo es agradable... Somos agradables con la gente, pero tenemos claro con quién queremos pasar un día libre. Tenemos un entorno muy cercano al que, con cuentagotas y con el paso de los años, se va sumando gente, y si ven que nos equivocamos en algo, nos lo dicen. Hay ciertos círculos y ciertos contextos en los que parece que tienes la puta razón en todo porque eres famoso y eres el guay de la habitación. Pero hacer eso es una mierda.
P: ¿Es fácil que se te suba la fama a la cabeza?
R: Es muy fácil. Hasta siendo ya una persona adulta con dos dedos de frente, como creo que somos nosotros. Pero claro, es muy fácil volver a tu día a día después de un fin de semana donde has sido una auténtica estrella echar en falta esas inyecciones de dopamina a las que acabas acostumbrándote. De pronto, un lunes común te parece una mierda. A la resaca, súmale la resaca emocional, así que es muy fácil que quieras continuar en ese bucle de tener la dopamina y la adrenalina por las nubes. Si ya no la consigues de una manera orgánica, como puede ser en un concierto, pues la buscas en otros lados y eso es muy peligroso. Si a tu alrededor solo tienes palmeros..., pues así está el 90% del mundo de la música [risas].
P: Hay una frase de Andrés Calamaro, que dice que lo malo de escribir una canción es que luego tienes que convivir con ella. ¿Os cuesta esa parte?
R: ¿Sabes qué pasa? Que cuando canto una canción de desamor de hace diez años, cuando la estoy cantando en el escenario, no estoy pensando en la chica por la que la escribí. Yo sé por qué la escribí, pero mi sentimiento a la hora de cantarla evoluciona con el tiempo. Pasa igual que con los tatuajes, que a lo mejor te haces un tatuaje por algo y con el paso del tiempo le cambias el significado de por qué te lo has hecho. Con las canciones es un poco parecido.
P: Y Waor, ahora que tienes hijos, ¿piensas en las consecuencias de tus letras o en el qué pensarán ellos cuando sean mayores?
R: Obviamente, es una conversación que me va a tocar tener, pero claro, nosotros hemos llegado a donde estamos sin tener en cuenta los factores externos. Entonces, la manera de seguir haciéndolo puro es seguir sin tenerlos en cuenta. También es verdad que vamos cumpliendo años y a día de hoy no escribiría algunas canciones, o al menos no me expresaría de la misma forma de la que más de la que me expresaba hace 12 o 14 años. Pero no reniego, porque es una parte de mí y forma parte también de la evolución de cada uno.
Tanto yo como persona, como la sociedad, hemos evolucionado y estamos más sensibilizados que hace una década. Y obviamente, me tocará tener esta conversación con mis hijos el día de mañana, hacer autocrítica conmigo también. Pero estoy orgulloso de cada paso de los que hemos dado y hay que apechugar con ello. El otro día estaba viendo Aladdin con mi hijo y antes de empezar la película salía un cartel que decía que la película es un remake de una película de hace décadas, que por respeto a la versión original no se ha modificado y que aunque eran conscientes de que promueve estereotipos con los que no están absoluto de acuerdo, los mantienen. Tal vez deberíamos poner eso antes de cantar nuestras canciones [risas].
Pero creo que la gente lo entiende así. Si a día de hoy sacáramos una canción que se llamara Hija de puta sería un canteo, pero hay que entender el contexto de las canciones que ya se hicieron hace tiempo. Éramos unos críos y la manera que teníamos de expresar nuestra rabia interior era de una forma con 20 años y ahora es otra.