El papel clave de la ayahuasca, el veneno de sapo o el peyote en las sectas ‘new age’: “Si no te drogas, te humillan delante de todos”

Los gurús utilizan sustancias estupefacientes como atractivo para potenciales adeptos, así como para “anular su voluntad” una vez son captados

(Foto:Esquire)

Las sectas neochamánicas han emergido como nuevos grupos espirituales liderados por gurús que utilizan múltiples técnicas de control para atraer adeptos y llevarles a la máxima vulnerabilidad. Se enmarcan en las conocidas como sectas new age y “nadie” está libre de caer en sus redes, asegura en una entrevista con Infobae España la inspectora jefa de la Sección de Sectas Destructivas de la Policía Nacional.

Una de sus principales ganchos es el uso de drogas y sustancias psicoactivas como la ayahuasca, el veneno de sapo o el peyote, con las que los gurús buscan “anular”, hasta el extremo, “la voluntad” de las víctimas.

En una reciente operación del mes de enero, el equipo de agentes de esta inspectora desarticuló el que denominaron como “el imperio mundial de la ayahuasca”, la secta liderada hasta su muerte, el pasado mes de octubre, por el argentino Alberto José Varela. La Policía descubrió que la organización tenía una sede en mitad de la selva colombiana con los medios y la materia prima necesaria para elaborar el brebaje de la ayahuasca. En los múltiples registros, los agentes se incautaron de más de 60 kilos de esa sustancia.

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El uso de sustancias psicoactivas o estupefacientes es un gancho y, a la vez, uno de los más efectivos métodos que utilizan los gurús para someter a sus víctimas. Esos métodos de manipulación, recogidos bajo el término de “persuasión coercitiva”, comienzan con un “control ambiental” que se refleja en un aislamiento de la víctima de su círculo familiar, de amistades e incluso laboral. El control continúa en el plano emocional con un “refuerzo intermitente”, es decir, intercalan los estímulos positivos y negativos para generar a los adeptos una “dependencia” del grupo y sus líderes, explica la inspectora jefa.

La inspectora jefa de la Sección de Sectas Destructivas de la Policía Nacional. (Infobae España)

Después llega el control de la información, que refuerza la autoridad de los gurús. Es en ese momento cuando los líderes van un paso más allá y buscan los “estados disociativos de la conciencia”. Para ello utilizan métodos como “hipnosis”, “mantras” y, por supuesto, el uso de sustancias estupefacientes. Las drogas suelen estar presentes en encuentros de los adeptos, habitualmente clandestinos y bautizados como “retiros”. Las sustancias más utilizadas, según lo comprobado por los agentes en los últimos operativos, son la ayahuasca y otras como el veneno de sapo o el peyote.

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“Si no te drogas, te humillan delante de todos”

Los dos hijos veinteañeros de Silvia (nombre ficticio) cayeron en las garras de la secta La Familia del Alma, un grupo que practicaba pseudoterapias que “no acababan nunca” a jóvenes con estudios, trabajo y estabilidad familiar.

Sus dos hijos, chico y chica, dejaron a sus respectivas parejas víctimas del aislamiento al que fueron sometidos por los dos gurús de la secta: la autobautizada como La Maestra y su marido.

Además de terapias semanales en un chalet de Castellón, organizaban encuentros grupales en los que ofrecían estupefacientes a sus clientes, que pagaban hasta 3.000 euros de cuota. “Si no te drogas, te humillan delante de todos”, asegura Silvia.

En esos retiros también se producían desnudos colectivos y agresiones sexuales, según la investigación de la Guardia Civil. Esta madre, denunciante del caso, pide ahora “justicia” para que las sectas “dejen de hacer tanto daño”.

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