El partido se preveía volcánico por el regreso de Vinicius a Mestalla, pero la erupción la terminó provocando la extraña manera que tuvo el árbitro de terminar el partido. Quedaba un saque de esquina, que iba a ser lo último, pero no lo fue porque Brahim recogió el despeje, se giró, centró y, con el balón ya volando, sonó el silbato un segundo antes de que Bellingham cabeceara lo que habría supuesto el 2-3 y Gil Manzano casi se ve en el centro de una tangana. Hasta entonces había sido el encuentro de Vinicius, pero no por lo que se esperaba.
Superó la presión ambiental con dos goles que no fueron suficiente para que el Madrid remontara la buena función desplegada por un Valencia muy intenso. El partido venía decorado con pinturas de guerra, tanto en la grada como en el césped porque no se había cumplido ni un minuto de partido cuando el Valencia le había hecho una falta a Rodrygo y otra a Vinicius. Dos minutos después Yaremchuk ya había sido amonestado por una dura entrada sobre Tchouameni, que volvió a ser central por las circunstancias y porque de centrocampista no termina de convencer. Ese partido de alto voltaje lo quiso controlar el Madrid desde la posesión e intentando adormecer un encuentro que llevaba diez calentándose.
El Valencia con las ideas claras
Pero el Valencia no había salido a lo mismo, sino a todo lo contrario. Baraja plantó la línea defensiva arriba con el objetivo de aprovechar el empuje de la grada para asfixiar la salida de balón del Real Madrid. La intensidad y efectividad fueron sus principales argumentos. La primera aproximación acabó en gol. Javi Guerra cazó un mal pase, se libró de Camavinga con un buen regate y desató el caos. Encontró a Foulquier en la derecha, que avanzó hasta la línea de fondo perseguido por Vinicius. El brasileño se la robó, pero la perdió enseguida y el francés consiguió sacar un centro al otro lado donde Fran Pérez, tiró mal, pero Hugo Duro convirtió el mal disparo en un buen pase y cabeceó a la red.
El gol descentró al Madrid en general y Carvajal en particular, que se equivocó en un pase atrás y desembocó en tragedia para los blancos. Yaremchuk se adelantó a Lunin, le dejó sentado y puso tierra de por medio. Lo que vino a continuación fueron una sucesión de imprecisiones madridistas y falta de ímpetu en los duelos individuales. La única respuesta fue un disparo lejano y estéril de Valverde. El Madrid tenía el balón, pero no el dominio. Y no comenzaron a espabilar hasta que Carvajal no se repuso de su error. Se redimió con un centro tenso que remató Vinicius para recortar distancias y subir el puño al cielo mientras miraba a la grada que un año antes le había proferido insultos racistas.
Reacción del Madrid y lío final
El Real dejó la diplomacia en el vestuario y el Valencia empezó a sentir la amenaza. Bellingham sentó un defensa con un recorte en el área y Mamardashvili sacó con el pie lo que ya parecía dentro. Baraja comprendió lo que se le venía encima y tomó medidad. Introdujo Guillamón y Diego López, que apenas entró, dispuso de un remate a un metro de la línea. Pero era el turno de Lunin para el imposible: también espantó el gol con los pies y mantuvo al Madrid en la lucha. Ancelotti entendió que había terminado el tiempo de Kroos y optó por el desorden creativo de Modric, que entró acompañado de Brahim.
El malagueño devora cada instante. Es un agitador indescifrable. Envió muy cerca del palo un tiro con el exterior y poco después puso la pelota flotando a la portería, Vinicius cazó la mariposa con la cabeza y volvió a anotar. Luego el partido se enfrió por una lesión aparentemente muy grave de Diakhaby, arrollado involuntariamente por Tchouameni. Muy dentro del descuento Gil Manzano imaginó un penalti de Nacho a Hugo Duro que no existió. El VAR le corrigió. Y en el último segundo, el gran lío. Pitó el final un segundo antes de que Bellingham culminase la remontada. Tensión, tangana final, protestas y Jude expulsado. La semana será larga.