“Estaba dispuesta a dar mi vida por salvar a mis hijos”. Habla Silvia (nombre ficticio), madre de dos veinteañeros que fueron captados por la secta La Familia del Alma en Castellón. Como a otros jóvenes acomodados y con recursos pero con las inseguridades propias de la edad, una pareja de supuestos psicoterapeutas los engañó hasta aislarlos por completo de su familia y amigos. Las bautizadas como sectas new age utilizan el crecimiento personal o laboral para captar adeptos. “Son las nuevas espiritualidades”, señala la inspectora jefa de la Sección de Sectas Destructivas de la Policía Nacional en una entrevista con Infobae España.
Estos grupos, tradicionalmente vinculados a la religión, se han adaptado a los nuevos tiempos de globalización y viralidad en redes sociales. Aunque, según la responsable de la Policía, persiguen los mismos fines: “económicos, sexuales y de poder”. La naturaleza de las sectas se ha diversificado y puede llegar a “todo tipo de actividad” porque “hay grupos que pueden satisfacer los intereses de cualquiera” y ahora pueden publicitarse en Internet, donde recientemente han emergido en forma de estafas piramidales.
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Las técnicas de “persuasión coercitiva”, como denominan los expertos a los métodos de manipulación que utilizan los captadores para anular la voluntad de las víctimas, empiezan con “controles ambientales”, que buscan el “aislamiento” de sus círculos familiares, de amistades y laborales. Además de desacreditar a sus personas más cercanas, las sectas tratan de reducir la capacidad de reacción y el pensamiento crítico de las víctimas mediante un control físico: “Te obligan a dormir poco y controlan tu alimentación”.
En el caso de la secta La Familia del Alma, los hijos de Silvia cortaron su relación con sus respectivas parejas y dejaron de tener contacto con su familia. “Se volvieron enfermos”, dice su madre, que denunció el caso con la colaboración de la asociación RedUNE. Los responsables de la secta les obligaban a abandonar sus casas para vivir juntos en pisos compartidos. Cuando supieron que Silvia había denunciado, comenzaron un “acoso y derribo” contra su hijo.
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Tras ese aislamiento llega el control “emocional” y “de información”. Los responsables de las sectas someten a las víctimas a un refuerzo intermitente, es decir, intercalan los estímulos positivos y negativos para generarles una “dependencia emocional”, explica la inspectora jefa. Así, pueden poner en liza su autoridad y liderazgo, uno de los rasgos comunes en la mayoría de grupos coercitivos.
Falta de legislación y denuncias
“En España no hay un delito concreto para las sectas”. La jefa de la Sección de la Policía Nacional subraya que la falta de legislación en materia de persuasión coercitiva “dificulta la labor policial”. Hasta la fecha, a quienes están detrás de estos grupos se les imputa el delito de asociación ilícita y otros relacionados con las actividades delictivas que cometen. Por ejemplo el tráfico de drogas o las agresiones sexuales.
La investigación policial de las sectas es compleja por la “delgada línea” que separa la “voluntad libre” de la “viciada” a la hora de aproximarse a este tipo de grupos. Sin embargo, la inspectora jefa subraya la importancia de denunciar en caso de haber sido víctima o conocer a alguien cercano que lo haya sido. Para ello, la Policía Nacional facilitó hace unos tres años el correo sectasdestructivas@policia.es, donde de forma anónima se puede poner en conocimiento de los agentes cualquier tipo de información. La Sección de Sectas Destructivas apuesta por el “acompañamiento” y el trato “integral” a las víctimas, como ocurre en otros ámbitos como la violencia de género.
Silvia denunció el caso de La Familia del Alma y pudo recuperar a sus hijos. Ahora, el caso está en plena instrucción judicial. Reclama justicia para que personas como las que engañaron a los suyos “no puedan volver a hacer daño”.