La vida de Lucía Bosé estuvo llena de excentricidades, una de las cuales la llevó a embarcarse en el mundo empresarial para crear el primer museo del mundo dedicado a los ángeles, seres celestiales con los que la madre de Miguel Bosé afirmaba comunicarse a menudo. La peculiar galería fue abierta en una antigua fábrica de harinas en la localidad segoviana de Turégano y cerró siete años después por problemas económicos, pero ahora Lucía Dominguín la ha reconvertido en su hogar.
La hija mediana de Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín ha reacondicionado el antiguo museo de los ángeles, cerrado desde 2007, para instalarse allí tras varios años conviviendo con su hermana Paola en una casa situada en el municipio valenciano de Vilamarxant.
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Se desconocen los motivos que han llevado a Lucía a querer vivir entre esculturas de ángeles en unas instalaciones claramente deterioradas por el paso del tiempo y que los Bosé han intentado vender sin éxito desde que heredasen esta propiedad de su madre. Lo que está claro es que este edificio sigue perteneciendo a la familia y, aunque la propia hermana de Miguel Bosé ha mostrado su deseo de traspasarlo, por el momento lo ha convertido en su casa.
El proyecto fallido de Lucía Bosé
Cuatro años después de la muerte de Luis Miguel Dominguín, Lucía Bosé decidió invertir buena parte de su fortuna en abrir el primer museo del mundo dedicado a los ángeles, “esos seres de luz nos protegen y nos acompañan”, según sus propias palabras.
La viuda del torero empleó 600.000 euros de la venta a su hijo Miguel del chalet familiar de Somosaguas, en Madrid, para acondicionar una fábrica que llevaba cerrada desde 1955 en un pueblo de poco más de 900 habitantes. Además, el mantenimiento del museo costaba unos 240.000 euros anuales.
El museo en el que Lucía Dominguín ahora convive con angelicales obras de arte tiene una superficie de 1.000 metros y está dividido en tres plantas. Además, parte de sus obras están expuestas en el exterior, pues la matriarca lo concebía como un espacio abierto en el que realizar actividades.
Una de las señas de identidad del museo es la escultura de una gran ala de ángel teñida de azul añil, el color que impregnaba todos los rincones de la vida de Lucía Bosé, desde su pelo hasta su casa de Brieva. Además, en su interior podía verse una veintena de cuadros de ángeles pintados por Ginés Liébana, una obra de Rafeael Alberti o la imagen angelical de Miguel Bosé en la contraportada de su disco Bajo el signo de Caín.
La inauguración del museo, en el año 2000, contó con la presencia de los tres hermanos Bosé, así como de varios amigos de la familia que se trasladaron desde Madrid hasta la localidad de Turégano, a 34 kilómetros de Segovia. Precisamente la localización del museo —un pequeño pueblo poco transitado y dedicado a la ganadería— fue uno de los factores del fracaso del proyecto y su cierre en 2007.
Experiencia paranormal
Según ha confesado la propia Lucía Dominguín en una entrevista para el pódcast No le mientas a Pinocchio, hace unos meses que decidió irse a vivir a la antigua fábrica que acogió el museo de su madre. Entre bromas, la hermana de Miguel Bosé aseguraba que se pasaba el día “barriendo plumas” y relataba una experiencia paranormal que vivió en ese nuevo hogar.
El pasado verano, tras un largo día limpiando el edificio, Lucía se tumbó en la cama del dormitorio, frente a un gran ventanal a través del que puede ver el Castillo de Turégano. Mirando hacia la noche segoviana, le dijo a su difunta madre: “Mami, dame una señal, porque creo que lo estoy haciendo bien. Pero por favor, no te aparezcas, porque si no me cago viva”.
Y la señal llegó: “Terminé de decir eso y un cometa cruzó. (...) Me entró un ataque de risa y estuve toda la noche riéndome, me levanté con una sonrisa”, relató en la citada entrevista. Además, definió a su progenitora como una mujer “muy generosa”, “muy inteligente” y “con un corazón muy grande”, aunque fue una madre dura debido a las circunstancias que vivió: “Os la regalo como madre, ha sido muy dura como madre, pero eso es bueno, así soy yo”, sentenció.