Las crisis económicas de este siglo han impactado de manera desigual en los distintos grupos de edad y al mismo tiempo se ha producido un creciente desequilibrio en el tamaño de las generaciones por el descenso de la natalidad y el aumento de la longevidad. Quienes tienen que contribuir con su trabajo a sostener las rentas de los jubilados son cada vez menos y disponen de una riqueza y unos ingresos inferiores a los de los mayores. Se trata de un vuelco que no existía antes de la crisis financiera y que se ha consolidado tras la crisis de la pandemia a pesar de que tanto las causas de ambas recesiones como las respuestas políticas han sido distintas.
Los mayores de 65 años en España ya son más que los menores de 20 y tienen la mejor posición socioeconómica en comparación con el resto de edades. Desde 2012 superan en renta a todas las franjas de trabajadores y llegaron a marcar la mayor diferencia en 2020, el peor año de la pandemia. Los datos publicados este lunes por el INE en la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) cuantifican la brecha de ingresos: los mayores de 65 años tuvieron en 2022 una renta neta media un 26,2% superior a la de los jóvenes de entre 16 y 29 años. También superaron en un 15% a la renta de los adultos jóvenes (de 30 a 44 años) y en un 6,1% a de las personas entre 45 y 64 años. Aunque la brecha se ha reducido ligeramente en comparación con 2019, persiste.
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Los mayores tuvieron garantizados los ingresos en los años posteriores al estallido de la crisis financiera, mientras que los trabajadores se enfrentaron a destrucción de empleo y descenso de salarios. Posteriormente, las pensiones de jubilación se revalorizaron algunos años incluso por encima de los precios (en 2014, 2015, 2016, 2019 y 2020), lo que se tradujo en ganancias de poder adquisitivo consolidadas. En 2021 y 2022 las pensiones contributivas de jubilación han subido conforme al IPC o ha habido una paga compensatoria al quedarse por debajo en la subida anticipada.
Las prestaciones públicas suponen el 77,9% de la renta de las personas entre 65 y 85 años, según Fedea, pero solo el 26,1% de la de los jóvenes entre 17 y 30 años. De hecho, las pensiones de edad avanzada se han comido prácticamente todo el aumento del gasto público en protección social de los últimos 10 años derivado no solo de la decisión política de revalorizarlas, sino también de que las cohortes que se jubilan son más numerosas y tienen pensiones más elevadas.
Los nuevos jubilados cobran más que los que ya estaban en nómina desde hace años porque la cohorte actual ha tenido mejores carreras laborales, desarrolladas en los años de la apertura económica de España tras la fase de autarquía de la dictadura. Esto contrasta con las relaciones laborales intermitentes y los bajos salarios de los jóvenes nacidos a partir de los 80. Características que, aunque persisten, han mejorado con la reforma laboral de 2022, sobre todo con la reducción de la temporalidad contractual. Esto, sumado a una fuerte creación de empleo tras la pandemia, ha reducido la brecha generacional de ingresos si se compara 2022 con 2019.
Vivienda y activos financieros: claves de la riqueza sénior
Además de mejores carreras laborales, los mayores también tienen más vivienda en propiedad y activos financieros, lo que termina de proporcionarles tanto más ingresos como una riqueza superior. Tener una vivienda en propiedad siempre ha sido uno de factores principales para evitar la pobreza en España, pero la tenencia está disminuyendo en todas las franjas, excepto en la de los mayores de 65 años, donde el porcentaje de tenencia continúa en máximos (89,4%). El descenso más llamativo se produce entre los 30 y los 44 años, los jóvenes especialmente afectados por la crisis financiera: el 73,7% de esta franja de edad poseía su vivienda en 2008, pero la cifra se ha ido desplomando hasta alcanzar el mínimo del 56,7% en 2022.
Esto significa que cada vez hay más demanda de alquiler y la propiedad de ese alquiler también se concentra más en los mayores, según evidencia la Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España. La riqueza de los que tienen más de 65 años en otras propiedades inmobiliarias distintas a la vivienda principal ha aumentado un 22% entre 2008 y 2020 en términos reales (es decir, descontando la inflación). Son el grupo que más riqueza tiene por este factor, algo que no pasaba en 2008 y mucho menos en 2002.
La misma tendencia se ha dado en los activos financieros, donde el valor que tienen las personas mayores de 65 años se ha casi triplicado entre 2008 y 2020 y son la franja de edad que más riqueza tiene por este tipo de productos. Estos dos factores, más las pensiones, dan como resultado que sean el grupo poblacional más rico. En definitiva, la generación de jubilados actual es muy distinta a las anteriores: lideran la renta y la riqueza tras vivir décadas de crecimiento económico y verse menos afectados por las crisis de este siglo. De hecho, ya hay todo un giro empresarial para sacar partido a este poder adquisitivo de los consumidores sénior inexistente hace unas décadas (la conocida como silver economy).
La pobreza infantil aumenta desde 2018
Por todo lo anterior encaja que las personas en edad de jubilación sean las que menos pobreza tienen. Según la ECV, el 20,9% de los mayores de 65 años se encontró en riesgo de pobreza o exclusión social en 2022, la menor cifra desde 2019. Este porcentaje asciende hasta el 34,3% entre los menores de 16 años y crece de manera ininterrumpida desde 2019. En consecuencia, España encabeza el ranking de pobreza infantil de la UE y ha recibido llamadas de atención de organismos como la OCDE. En esta tasa influye el hecho de que los hogares con niños hayan sido los más perjudicados por la inflación en 2022. Sus rentas han caído en términos reales un 7% en el caso de las familias monoparentales, un 0,2% en familias con dos adultos e hijos y un 1,4% en otros hogares con hijos dependientes.