La pirámide poblacional en España desafía la sostenibilidad del sistema de pensiones. Esta misma semana, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha hecho público que los nacimientos en nuestro país durante el pasado año han caído a la cifra más baja desde 1941. En el lado contrario, la esperanza de vida es cada vez mayor, y las principales estimaciones apuntan a que seguirá creciendo en los próximos años. Así, España presenta cada vez más similitudes con Japón, una de las sociedades más envejecidas del mundo.
Concretamente, según las estimaciones del INE, nuestro país se encamina hacia una esperanza de vida superior a los 90 años al nacimiento. En el caso de los hombres, esta cifra alcanzará los 83,3 años en 2036, mientras que en las mujeres -que tienen una longevidad aún mayor- se situará en los 86,7 años. Una tendencia ascendente que hará que en 2071, la esperanza de vida en el género femenino supere los 90 años, mientras que en el género masculino ascenderá a los 86 años. Unos datos que convergen con los registrados en la región nipona: actualmente la esperanza de vida al nacimiento de una mujer en Japón supera los 87 años, mientras que en el caso de los hombres es de 82 años, como consecuencia, y unido al bajo índice de natalidad con el que cuenta - de 1,42 hijos por mujer-.
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Una estructura demográfica como la de Japón, con un importante porcentaje de población en edad avanzada y un somero relevo poblacional derivado de una baja tasa de natalidad supone una importante tensión en el sistema público de previsión, al contar con un elevado número de jubilados y con un menor número de población ocupada que cotiza al sistema. En el otro lado de la balanza, Japón goza de una tasa de desempleo muy baja que permite que un alto porcentaje de la población en edad de trabajar se encuentre contribuyendo al sistema.
Paralelismos con España
España se enfrenta a una evolución demográfica ciertamente parecida a la japonesa. Estamos a la cabeza de los países del mundo en términos de esperanza de vida: 86,4 años en el caso de las mujeres y 81,32 años en el de los hombres, según los últimos datos difundidos por Estadística. A esto se suma una baja tasa de natalidad, de 1,19 hijos por mujer, aunque el INE apunta a que se elevará ligeramente durante los próximos años, hasta alcanzar los 1,27 hijos por mujer en 2036. Pese a ello, las proyecciones de estructura poblacional para las próximas décadas son bastante concluyentes: nos enfrentamos a una población fuertemente envejecida.
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Además, al contrario que Japón, España cuenta con una elevada tasa de desempleo, especialmente en jóvenes, que suman tensión adicional al importante reto de la evolución demográfica, al generar menos contribuyentes y más beneficiarios del sistema. Estas son las razones por las que ha sido imprescindible iniciar reformas que garanticen la sostenibilidad del sistema bajo estas nuevas circunstancias.
¿Cómo funciona el sistema de pensiones en Japón?
En un giro hacia la sostenibilidad del sistema de pensiones en Japón, el país ha establecido regulaciones claras y estructuradas para asegurar que todos los residentes, incluyendo extranjeros de entre 20 a 60 años, contribuyan al Plan Nacional de Pensiones. Este esquema, crucial para el futuro financiero, establece que la edad legal para jubilarse se mantiene en 65 años, requiriendo a los beneficiarios haber contribuido al sistema por al menos 25 años, aunque desde 2015, es posible acceder a una pensión con un mínimo de 10 años de cotizaciones.
Dentro de las reformas implementadas, se destaca la opción de retirarse de manera anticipada a partir de los 60 años, una decisión que conlleva una penalización del 6% por año si se decide tomar esta ruta antes de alcanzar la edad estándar de 65 años. Sin embargo, se incentiva postergar la jubilación, ofreciendo una bonificación del 8,4% por cada año adicional de trabajo, promoviendo así una mayor acumulación en los derechos consolidados.
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Lo más destacado de estas reformas es el enfoque gradual hacia el incremento de la edad de jubilación de los 60 a los 65 años para alinearla con el pago de la pensión básica y pensión de empleados. Además, se ha promovido el trabajo post jubilación, permitiendo combinar ingresos de trabajo remunerado con el cobro de la pensión, siempre y cuando estos no excedan los 3.500 euros, fomentando así la participación activa en la fuerza laboral más allá de la edad de jubilación.
Asimismo, el retiro ha visto un cambio en su cultura, evidenciado por el incremento en la edad media de jubilación de 60 a 62 años, impulsando la idea de seguir activos laboralmente hasta los 70 o incluso 75 años. Esta visión estratégica ofrece a los trabajadores el 100% de su pensión básica si deciden jubilarse a los 65, pero con opciones de flexibilidad para acceder a sus fondos desde los 60 años con el 70% de la pensión o esperar hasta los 70 años para recibir un 142% de la pensión prevista.
En cuanto a las empresas, aquellas con más de mil empleados tienen la capacidad de externalizar una parte de las pensiones, siempre que contribuyan por esta parte, lo cual es un avance significativo, ya que alrededor del 15% de las compañías japonesas ya han adoptado esta modalidad, ofreciendo al menos el 150% de lo que la modalidad pública habría otorgado.