El primer oro de Ricky Rubio con España, contado por los protagonistas: “Perdió a uno de sus mejores amigos y pudo abandonar”

‘Infobae España’ aprovecha la vuelta del base a la selección absoluta para recordar cómo se ganó el primer Europeo cadete masculino para el baloncesto español, en 2006: hablan el que fuera su seleccionador y buena parte del equipo que protagonizó la gesta

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Ricky Rubio en 2006, cuando
Ricky Rubio en 2006, cuando fue campeón de Europa cadete (Montaje Infobae: fotos cortesía de Jorge Romero)

11 puntos, un rebote y cinco asistencias en 20 minutos y 13 segundos. Esta fue la hoja de servicios que Ricky Rubio dejó este jueves en Zaragoza, en el que se convirtió en su primer partido oficial de baloncesto tras más de seis meses alejado de su gran pasión. Volver se convirtió en algo doblemente especial al decidir que su nuevo comienzo tenía que ser con la camiseta de la selección española. La que bien puede ser la más especial que ha vestido. Un Mundial, dos Eurobasket, una plata y un bronce en los Juegos Olímpicos y dos bronces continentales le contemplan con La Familia, en categoría absoluta. Pero todo comenzó, en lo que respecta al base de El Masnou y el equipo nacional, con otro oro: el primero de la historia de la canasta masculina española a nivel sub-16.

Sucedió en Linares (Jaén), en un verano de 2006 mágico. Antes de que Gasol, Navarro, Calderón, Garbajosa y compañía tocasen el cielo planetario en Japón, Ricky y los chicos de su generación, la del 90, alcanzaron la gloria en el Europeo cadete, que se disputaba en casa. Infobae España quiere rescatar, en estos días de “tu sonrisa es lo que el mundo precisa” para el exNBA, aquella gesta. La de 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias y siete robos, más un triple imposible desde medio campo, en la final contra Rusia. La de Ricky en la totalidad del evento, por supuesto, pero también la de Álex Hernández, Dani Pérez, Ignacio Esteban, Jorge Santana (ahora Romero), David Guardia, Armand Solé, Julio Sosa, Iker Amutxastegui, Alberto Jódar, José Pérez Zapata y Toni Jaume Vicens. Entrenados por Jota Cuspinera y con una máxima clara: “La magia dura mientras dura el deseo”. Buena parte de aquel grupo rememora el hito casi 18 años después para este periódico.

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Un impacto inmediato

Semana Santa de 2006. Dos derrotas contundentes de los cadetes españoles ante Grecia e Italia, en un torneo de preparación celebrado en el país transalpino, provocan una charla pospartido de Cuspinera a los chavales. Esta acabará revelándose crucial en el éxito que llegará meses más tarde.

Jota Cuspinera (seleccionador español masculino cadete en 2006): “No estaba Ricky. De hecho, ni sabíamos que Ricky iba a venir con nosotros. Entré en el vestuario y les dije ‘bueno, yo creía que sabíamos cuál era el objetivo (pero me dije a mí mismo ‘pero nunca lo he compartido’). No sé cuál es vuestro objetivo’. Entonces, tras un ratito de silencio incómodo, alguien de ellos dijo ‘oye, pues a mí me gustaría ser oro’. Los demás se engancharon y empezaron ‘pues a mí, también’. Al final, casi fue unánime el hecho de decir ‘hostia, pues nos gustaría ser oro, ¿no?’. Piensa que el objetivo real de aquella selección, o el que nos habían marcado desde la Federación, era no descender de categoría.

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Aproveché para decir ‘vale, muy bien, queremos ser oro. ¿Sabéis lo que quería ser Jota de pequeño?’. Nadie tenía ni idea. Yo les conté que mi sueño era ser astronauta. Luego, mi gran ilusión hubiese sido ser piloto de avión. Les dije que no había podido serlo porque soy daltónico. Y les pregunté ‘¿por qué creéis que Jota nunca ha sido astronauta?’. Respondí ‘porque no hice absolutamente nada para serlo’. Utilicé eso para decir ‘muy bien, queremos ser oro. La pregunta es qué tenemos que hacer para ser oro’. Y de ahí salieron una serie de puntos. Trabajar, trabajar de una manera determinada, ser un verdadero equipo…”.

Después, llegó el momento de reunirse con Ricky y sus padres para decidir a qué selección iría el niño prodigio. Sólo jugaría para una, con el objetivo, al tener ya ficha profesional con el Joventut de Badalona, de no saturarle.

Jota Cuspinera: “Él me dijo que quería ir con la U16. Yo recuerdo que le pregunté que por qué. Me resultaba curioso que, pudiendo ir con la U18 o la U20, eligiera a la U16. Y me dijo que quería jugar un gran campeonato con los amigos de su generación”.

Nada más unirse a la plantilla para empezar a preparar el Europeo, el poso que dejó Rubio en el grupo, a todos los niveles, fue vertiginoso. Así lo atestiguan quienes fueron sus compañeros en un período estival inolvidable.

Alberto Jódar (ala-pívot de la selección española masculina cadete en 2006): “Yo era, por aquel entonces, un chico muy tímido, muy introvertido. Era de los más altos de la selección. Y si no recuerdo mal, tanto en inicios como en finales, el más joven. Era de primer año. El único, creo. Él ya tenía una cierta aura. Era todo lo contrario. Bastante extrovertido, tanto en cancha como fuera. Muy cercano. A veces, me costaba acercarme a él, porque ya había debutado en ACB. Una vez rompes esa barrera, esa fortaleza a lo mejor inicial de ‘yo soy aquí la estrella’, te das cuenta de que es una persona que hace equipo. Nos unió a todos bajo su gran liderazgo”.

La selección española masculina cadete
La selección española masculina cadete de 2006 (cedida por Jorge Romero)

Toni Vicens (pívot de la selección española masculina cadete en 2006): “Era algo sobrenatural. No se había visto un chico de su edad que tuviese ese control absoluto de la situación, del juego […] Él ya había debutado con los profesionales y el resto éramos cadetes de segundo año de nuestros respectivos clubes ACB. Y claro, le veías en la revista Gigantes, por la tele… El día que nos concentraron, tenerle ahí ya daba un poco de impresión, de respeto […] Si estabas haciendo un sistema, un bloqueo al aire, y no mirabas el balón, te lo tiraba a la cara, a la cabeza. Era para que estuvieses atento”.

Álex Hernández (base de la selección española masculina cadete en 2006): “Él iba varios pasos por delante en todos los aspectos y nosotros, lógicamente, nos beneficiábamos de eso […] Físicamente, estaba varios pasos por encima de todos nosotros y de todos los rivales. Pero a mí, sobre todo, me llamó la atención su cabeza. Tácticamente. En esas edades, apenas se ha tocado el tema táctico, pero él ya se notaba que estaba con profesionales. Recuerdo cómo hablaba o cómo pensaba en estructuras ofensivas. Me acuerdo incluso, en un entrenamiento, de cómo atacar la zona. Unas ideas que él también propuso”.

Jorge Romero (escolta de la selección española masculina cadete en 2006): “Se anticipaba mucho a las jugadas. Tenía mucha calidad también para generar sus tiros, penetrar, robar, asistir. Sabía colocarse muy bien, utilizaba muy bien sus brazos para recuperar balones […] Era líder sin buscarlo. Un poco intrínseco, diría”.

“Ricky fue a la U16 porque quería jugar un gran campeonato con los amigos de su generación”

Dani Pérez (base de la selección española masculina cadete en 2006): “A nivel de madurez, de jugar, de lectura, se veía que estaba dos o tres escalones por encima del resto. Yo creo que es un poco lo lo que más se vivía y se palpaba en el día a día y y en los partidos”.

José Zapata (pívot de la selección española masculina cadete en 2006): “Tenía el puntito de que sabía un poco cuándo apretar en los entrenamientos, cuándo apretar en el vestuario cuando nos relajábamos un poco […] Cuando ya empezamos a llegar a la fase final, todo el mundo empezaba a preguntar allí por la organización, y evidentemente había nervios, porque éramos niños de 15 o 16 años. Él siempre, a la mínima, empezaba a ponerse por delante. Tranquilidad de todo el mundo que nos venía un poco a alegrar el oído. Los pies en el suelo y tal”.

Cuspinera, al frente de todos ellos, condensa aquel liderazgo natural, pero humilde a la vez, del jugador sin duda franquicia del combinado al que dirigió: “A nivel técnico-táctico, era mil veces mejor que los demás. Sin embargo, él jamás trataba a sus compañeros como inferiores. Todo lo que hacía era para ayudarles a mejorar […] No era un cadete subido a ACB, era un jugador con ficha ACB. Su madurez técnico-táctica era más que evidente, pero en lo personal también tenía, sin dejar de ser un chaval, un adolescente, un punto de madurez importante. Me imagino que eso le ayudaba a sacar situaciones adelante con sus compañeros. Pero además lo hacía desde la humildad”.

Ricky, en duda

El camino hacia el éxito no estuvo exento de momentos espinosos. El más duro tuvo lugar mientras aquella España se concentraba en Pinto (Madrid): Guillem Raventós, también jugador de la Penya e internacional en las categorías inferiores, hijo del entrenador Josep María Raventós y uno de los mejores amigos de Ricky, incluso puede que el mejor entonces, murió en un accidente de moto a los 17 años. Aquel suceso dejó muy tocado al líder hasta la fecha inmutable. Llegando incluso a comprometer su presencia en la selección.

Jota Cuspinera: “Le dimos la oportunidad de abandonar la concentración si quería. Lo entendíamos perfectamente. Él, muy en contra, nos dijo que se quería quedar. Si no recuerdo mal, Ricky me dijo algo así como que el sueño de Guillem era ir a esa selección. Evidentemente, no fue, y el mejor tributo que le podía dar era quedarse”.

Aquel ejemplo de entereza y profesionalidad estuvo a la altura de otro muy sonado que Rubio protagonizaría igualmente por aquellas fechas.

Jota Cuspinera: “A mitad de la concentración, el preparador físico me dice ‘Ricky, físicamente, va justo, y si no hacemos algo distinto no llegará bien al campeonato’. Hablé con él. ‘Oye, mira, me ha dicho esto el prepa’. Su respuesta fue algo así como ‘¿qué tengo que hacer para llegar bien?’. Nuestro médico siempre se iba a correr antes de que terminásemos el entreno. Aprovechaba para irse a correr unos 40 o 50 minutos y después se incorporaba a la comida. El ‘prepa’ me propuso que Ricky no terminara todos los entrenamientos técnicos. Que hiciera parte del entreno y que luego se fuera a correr con el médico. Se lo planteamos, pero yo esperaba que me dijera ‘oye, Jota, vete a la mierda. ¿Cómo voy a dejar el entreno técnico a la mitad, que es lo que más me gusta, para irme a correr?’. Pues fue todo lo contrario. Fue como ‘¿con esto voy a llegar bien al campeonato? Nosotros creemos que sí'. Entonces, él sacrificaba parte de su satisfacción por lo que era el bien del grupo o el bien personal que luego iba a repercutir en el grupo”.

“Le dimos la oportunidad de abandonar, pero, muy en contra, nos dijo que se quería quedar”

Esa sensación de predisposición absoluta por parte de Ricky no sólo la tuvo el técnico, sino todos quienes formaban parte de la expedición. Sorteados los contratiempos, disfrutó como luego acostumbró en la élite: con una sonrisa.

Alberto Jódar: “Se preocupaba bastante de que las cosas fueran bien, de que el equipo saliera adelante, de que estuviéramos todos también mental y físicamente bien. Sí que tengo el recuerdo de acercarse a hablar. ‘Oye, ¿estás bien? ¿Todo bien? ¿Cómo estás? Vamos a por esto’”.

Tiempo muerto de España cadete
Tiempo muerto de España cadete en 2006 (cedida por Jorge Romero)

Toni Vicens: “Jugamos un amistoso contra Portugal unas semanas antes de empezar. Hizo un show. Sacó como dos faltas en ataque. Volvió locos a sus bases. Uno le metió un empujón, le tiró al suelo, le pitaron antideportiva… Todo eso, en un momento en el que el partido estaba un poquito así, que no sabíamos por dónde iba”.

El camino hasta la final

Jota Cuspinera: “El primer partido que nosotros jugamos en el campeonato fue contra Rusia, curiosamente. Ricky empieza espectacular. Mete nueve-11 puntos consecutivos y nos pone 11-2. En ese momento, él hace la segunda falta. Para protegerle, le siento. Luego sale Dani Pérez, que más o menos mantiene la ventaja. También hace dos faltas y acaba saliendo Álex Hernández. Debíamos estar siete arriba o algo así. Y en los dos minutos que sale Álex, los rusos nos recuperan y sólo llegamos uno arriba al descanso. Yo estaba tranquilo porque digo ‘bueno, ahora tenemos tanto a Ricky como a Dani sin faltas y les vamos a poder dar recorrido, sobre todo a Ricky’. Acabamos ganando aquel partido de 20.

Al día siguiente, jugamos con Eslovenia, que acabó descendiendo de categoría, y ganamos de milagro. Recuerdo que Ricky quiso coger mucho protagonismo. Le dije ‘tienes que fiarte de los que tienes al lado. Yo valoro mucho tu capacidad de echarte al equipo a la espalda, pero no te eches más piedras en la mochila de las que tú puedes cargar’. El mensaje era ‘no puedes cargar con todo. Cuando las cosas van mal, no puedes ser tú el que haga todo, porque te necesitamos en cosas en las que tienes que ser muy importante y que en algunas otras delegues en los que tienes al lado’.

Acabé aquella conversación con él diciéndole ‘tú tienes que elegir si quieres ser el mejor jugador del torneo o si quieres ser campeón de Europa’. Mira si el mensaje lo entendió perfectamente que el tío se empezó a fiar de los compañeros. Por eso llegamos a aquella final”.

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Desde bien temprano, Ricky Rubio fue muy consciente de que necesitaría de la mejor versión del resto de internacionales para llegar lejos en Linares. Para muestra, cómo se compenetró con algunos de los participantes en este reportaje.

Jorge Romero: “Siempre me llamaron el escudero de Ricky. Nos entendíamos muy bien. Sabíamos comunicarnos muy bien y llevar el equipo muy bien. Yo quizás era más tirador. Entonces, desde el perímetro, yo quizás podía abrir un poco más el campo en momentos en los que el resto de equipos se cerraban, porque Ricky era más penetrador. Había como un equilibrio. Él jugaba de base y yo de escolta. Yo muchas veces también jugaba de base y él de escolta. Éramos como muy elásticos, porque nos adaptábamos muy bien a lo que el entrenador quisiese en ese momento y a lo que el equipo necesitase”.

Alberto Jódar: “Recuerdo la famosa semifinal en la que yo tuve muy buena performance. En la primera parte me dio un montón de asistencias y metí casi 23 puntos. Vamos, una locura. Y recuerdo que él me lo predijo un poco antes. Dice ‘mira, viendo el equipo croata (que eran todos enormes), yo creo que no voy a poder entrar tan fácilmente. Prepárate, Alberto, porque te vas a forrar debajo del aro’. Y así fue. Recuerdo mucho esa cercanía, esa capacidad de prever, de leer el juego incluso antes de que entráramos en el propio partido”.

Celebración de España cadete (cedida
Celebración de España cadete (cedida por Jorge Romero)

Eso sí, la palma se la llevó Toni Vicens.

Jota Cuspinera: “Recuerdo una relación muy chula con Toni Vicens. Toni tenía un carácter especial, un carácter suyo. Era muy, muy, muy caliente para algunas cosas. Y recuerdo que en una situación de cierta tensión, Ricky, antes de que interviniera yo, le cogió. La cancha era una de estas que tienen mucho fondo. Que no tienen las paredes cerca de las líneas. Estos campos que son multideporte. Recuerdo que Ricky se lo llevó como un amigo abrazado. En vez de montarle una bronca por algo que había ocurrido y donde estábamos todos un poco tensos, él se lo llevó y estuvo como un minuto hablando con él. Y le dejamos que lo hiciera. Desde ese momento, Toni Jaume Vicens fue otro. ¿Qué le dijo? Pues sabe Dios lo que le dijo. Lo que sí sé que hizo fue integrarle de nuevo en el equipo”.

Toni Vicens: “Me acuerdo de una vez que iba a ponerle un bloqueo en un entrenamiento y me metió un codazo en el estómago, porque le enganché bien. No sé, éramos muy jóvenes, yo era muy intenso también y hubo como una atmósfera un poquito rara. Y antes del Europeo, yo le dije que quería hablar con él, y nos metimos en una habitación. Y le dije ‘mira, yo no sé qué pasa, si la relación se ha deteriorado o algo, pero yo lo que quiero es ganar aquí y que vaya lo mejor posible contigo’. Ya empezamos el Europeo y, de hecho, hay un partido contra Serbia en el que yo meto 27 puntos, que yo creo que no los había metido nunca. De esos 27 puntos, Ricky me regala más de la mitad. 20 puntos de hacerlo todo él y en el último momento, ¡pum!, pasarme la bola. Y yo sólo tenía que empujarla”.

Rusia (91-76), Eslovenia (80-73), Alemania (90-63), Serbia (95-79), Francia (85-63), Italia (79-72) y Croacia (106-82) cayeron sucesivamente a manos españolas, en el camino hasta el duelo por el título. Un 20 de agosto a la postre inolvidable, los rusos, como en el debut, retaron a los nuestros con la copa en juego. Llegaba la traca final de un Ricky que iba directo a por el MVP de la competición. El ambiente, a todos los niveles, era inmejorable.

“Se empezó a fiar de los compañeros y por eso llegamos a aquella final”

Dani Pérez: “Yo nunca he presenciado una superioridad tan grande de alguien en un torneo como la suya en aquel Europeo. Hacía lo que quería: metía puntos, reboteaba, robaba, asistía. Realmente, es que hacía todo. Fue increíble”.

Alberto Jódar: “Hacías un mate y se caía el estadio. Luego, en el hotel, autógrafos por un lado, por otro… Muy arropados. Y en la final, no sé cuánto tardamos en ir desde la salida del pabellón hasta el autobús. Como superestrellas”.

Álex Hernández: “Hubo muchísima gente que incluso se quedó sin poder entrar al pabellón para ver los partidos”.

Toni Vicens: “Nuestro delegado nos ponía en el vestuario como una escalerita con escalones, de partido a partido. De ir, después de cada partido, subiendo un escalón”.

José Zapata: “Coincidió que justo estábamos nosotros jugando la final o ya en la fase final del torneo e iba a empezar a jugar la absoluta el Mundial de Japón, que acabó ganando. Creo que muchos directivos de la Federación y demás estaban allí con nosotros en Linares a la vez porque no habían viajado y la verdad es que allí se olía que iban a pasar cositas grandes [...] En el vestuario, sí teníamos un muñeco. No sé si era un muñequito o qué era, pintado como un folio con siete patas de los siete partidos que teníamos que ganar. Y cada uno, cada vez que entrábamos en el vestuario después de ganar el partido, hacíamos un ritual ahí. Como de tachar una de sus patas o algo así”.

Una final con ayuda celestial

Uno de los actos recurrentes de hermanamiento de esta U16 masculina vino propiciado por su jefe desde el banquillo. Él encabezó una costumbre que se mantuvo durante todo el periplo hacia el oro y que encontró su máxima expresión cuando la medalla más deseada ya se presentó en el horizonte: contarles a esos adolescentes una serie de historias de las que siempre podían extraer moralejas vitales de gran valor.

Jota Cuspinera: “Me aficioné a leer cuentos y me propuse contar uno al equipo cada noche, con algo relacionado con lo que hubiésemos vivido durante el día. El último día, antes de la final, resulta que a mí ya no se me ocurría ningún cuento que contarles. Dije ‘pues hoy no les cuento’. Entonces, ocurrió una cosa muy curiosa, que es que ellos empezaron a aporrear con tenedores la mesa, pidiendo que les contara un cuento. Me levanté para decirles que no tenía ninguno, pero en el tránsito hacia la mesa me vino a la mente uno sobre la muerte. Y en aquel momento no me di cuenta. O como fue el que me vino a la cabeza, pues lo conté. Estaba relacionado con la muerte y el destino. Yo en ese momento no me di cuenta de que Ricky acababa de perder a su mejor amigo y yo estaba hablando de la muerte”.

El choque más comprometido dejó unos últimos segundos del tiempo reglamentario que pasaron a la posteridad. Ese Europeo empezó a ganarse a raíz de lo que ocurrió, en un bando y en otro, en visto y no visto. Primero, un acierto exterior de Rusia que parecía definitivo.

Jorge Romero: “A mí, en ese saque de banda contra Rusia, me hacen como un bloqueo indirecto. Es mi jugador (Babunashvili) el que sale, el que recibe en 45 grados, tira en el triple y estoy ahí punteando sin hacer falta ni nada. Llego un segundo tarde y el tío la clava. Imagínate que te metan un triple en la cara en el último segundo en un campeonato de Europa. Lo que más recuerdo es eso. Quedarme como ‘mierda, hasta aquí hemos llegado. Qué putada’”.

Alberto Jódar: “Un tiro increíble, un triplazo echándose para atrás. No sé si quedaban tres segundos o algo así. La mete y yo ya decía ‘bueno, plata. El primer Europeo, soy de un año menos, esto tira p’alante, además tengo una buena performance. No está mal. Me puedo conformar’”.

Dani Pérez: “Yo agaché la cabeza y ya lo di por perdido”.

Toni Vicens: “Cuando mete el triple Rusia, las otras selecciones, no sé por qué, iban con ellos. Se escucha que lo celebran [...] Yo me pongo a llorar ya. ‘Lo hemos tenido tan cerca’. Y luego aparece este y la mete de medio campo (risas)”.

El pabellón de Linares en
El pabellón de Linares en la final cadete de 2006 (cedida por Jorge Romero)

Porque, efectivamente, es lo que hizo Rubio. Protagonizando la que muy posiblemente sea la canasta de su vida.

Alberto Jódar: “Recuerdo quedarme un poco quieto en el mediocampo y luego ya ver creo que a Julio Sosa, que le lanza el balón a Ricky. No vi a Ricky, pero sí como que se lanza el balón y les veo moverse. Pues el típico tiro que haces para intentarlo. Yo recuerdo ir rápidamente hacia canasta pensando ‘perdemos de tres. Por mucho que toque el rebote o palmee, aquí no hacemos nada’. Y me daba igual, porque yo ya asumía que habíamos perdido. Y, de repente, veo el balón entrar. Y tardé como uno o dos segundos en darme cuenta. Dios mío, el ruido ensordecedor de todo el pabellón de Linares. Dios mío, que estamos dentro otra vez. Y fui corriendo otra vez hacia él, hacia la zona donde estaban Jota y los demás chicos. Y eso es lo primero que recuerdo. Estar debajo de la canasta, mirar para arriba, ver el balón entrar y decir ‘madre mía, este tío lo ha hecho. No sé qué ha pasado, pero estamos dentro otra vez’. Y ya de vuelta otra vez a pelear contra los rusos”.

José Zapata: “Yo creo que no he visto una cosa más espectacular. La forma en la que tira. Está casi en la línea de fondo por el lado. Increíble”.

Álex Hernández: “Estaba siendo un partido muy disputado. Al final, se decidió por los pequeños detalles y por esa dosis de genialidad de Ricky. Ese triple nos permitió volver a jugar. Fue una alegría el momento, pero luego había que seguir en el partido, pensándolo, para intentar llevarnos esa victoria”.

“Yo me pongo a llorar ya y luego aparece este y la mete de medio campo”

Jota Cuspinera: “Cuando metió esa canasta y mientras les recogía para hablarles en el tránsito del final del partido a la primera prórroga, recuerdo que me acerqué a Ricky y le dije ‘Ricky, está escrito: estamos destinados a ser oro’. Que era, digamos, la metáfora del cuento que les acababámos de contar. Y él me dijo ‘Jota, ha sido mi amigo, que ha cogido ese balón en el aire y lo ha depositado dentro del aro’”.

Jorge Romero: “Era como una especie de película. Como si fuese todo a cámara lenta. De repente, ves a Ricky que coge, se levanta, tira el balón, pum, choca en el tablero, se mete dentro. Todo el mundo se vuelve loco. Miro el reloj. Está dentro de tiempo y es como ‘hostia, ¡ganamos!’. No, no ganamos. Era la prórroga. Íbamos a prórroga. Y allí ganamos. Todos estábamos flipando. No nos lo creíamos. Pensé que habíamos ganado y poco menos que ya todo el mundo celebrando. ‘Hostia, que ganamos y tal’. No, no, no, prórroga. Y yo ‘prórroga. Me cago en la leche. A los rusos estos no nos los quitamos ni de coña de encima’. Ahí empieza todo el espectáculo de este hombre. Empieza a coger los balones y empieza a penetrar y a meter y a penetrar y a meter y a tirar y a meter. Y era como ‘¿qué coño está pasando? Este tío se está volviendo loco’. La verdad es que fue un puto espectáculo”.

La selección masculina cadete de
La selección masculina cadete de 2006 con la copa (cedida por Jorge Romero)

Desde luego que la sorpresa generalizada, en la pista y fuera de ella, continuó durante esas dos prórrogas de leyenda.

Toni Vicens: “Él iba a los rivales y les robaba el balón de una forma que era como abusiva. Como si le robas un balón a un niño de siete años. Había un momento en el que yo pensaba ‘es que le dejan meter canasta’. El tío entraba en la zona y empezaba andando. Controlaba muy bien los ritmos. Cuándo tenía que parar, cuándo acelerar. Una envergadura de 2,05-2,07 metros, con 1,90 de estatura. Controlaba muy bien su cuerpo. Era una sensación, cuando entraba en la pintura, de ‘¿por qué no le ponen un tapón? ¡Si tiene a cuatro tíos encima!’”.

José Zapata: “Justo debajo de las canastas, estaban muchos jugadores de otras selecciones. Incluso personal de la Federación o personal de Cultura de Linares. Y yo me acuerdo de que estaba en el banquillo y nos preguntaban qué pasaba si había más de dos prórrogas. Porque había mucha gente que no sabía si después de la segunda prórroga se seguiría jugando o no. Fue apoteósico y yo creo que el partido empezó como a las nueve de la noche o algo así y acabó a las 12 y pico. O sea, una locura”.

“Era como ‘¿qué coño está pasando? Este tío se está volviendo loco’. Fue un puto espectáculo”

Jota Cuspinera: “Los números de marcianos son juntando las dos prórrogas. Para llegar a ellas, Ricky contó con un equipo. Todos estuvieron espectaculares, cada uno en lo que tuvo que hacer. El equipo solo sin Ricky no hubiese sido oro. Pero Ricky sin el equipo tampoco”.

Los tiros libres sentenciaron un 110-106 épico para España. La locura, como no podía ser de otra manera, se desató en Linares.

Jorge Romero: “Ese pabellón parecía una bombonera. Habían vendido más entradas de las que se podía. Había gente de pie, estaba todo el mundo. Era espectacular. Hacía un calor que alucinas. Ponían aspersores de agua para refrescar un poco el ambiente. Un ruido espectacular, bombos, de todo. Todos nosotros llorando, emocionadísimos, abrazándonos entre nosotros, abrazando a Ricky, abrazando a todo el mundo. El público bajó a la cancha”.

Álex Hernández: “Cuando llegamos al pabellón, ya había gente que se había quedado fuera, que ya no habían entrado. Estaba lleno una hora y media antes del inicio del partido”.

Jota Cuspinera: “Recuerdo que el equipo francés vio la final justo a pie de pista. En nuestro fondo. Su entrenador, al final, me decía ‘nunca he visto nada parecido’. Y yo creo que nunca se ha vuelto a ver nada parecido de dominio de un jugador en un campeonato”.

Al seleccionador se le quedó grabada, además, la conversación que mantuvo con los padres de Ricky una vez consumado el bocinazo: “Me acerqué a ellos, les abracé, les felicité por el campeonato de Ricky y les conté, más allá de la trascendencia a nivel deportivo, la trascendencia que había tenido a nivel humano dentro del grupo. Y recuerdo tanto a Tona como a Esteve recalcar ‘eso es lo que de verdad nos importa’. Esas cosas quedan en la memoria. Unos padres tienen a un extraterrestre como deportista y lo que siguen valorando es cómo se comporta como ser humano”.

¿Cómo lo celebraron los protagonistas? Recogiendo un guante que Cuspinera les había lanzado días atrás.

Dani Pérez: “Nos dio un puro antes del torneo y nos dijo que lo íbamos a fumar si quedábamos campeones. Se cumplió y fue el puro de la victoria”.

La magia sigue ahí

Jota Cuspinera: “La moraleja del cuento es algo así como ‘la magia dura mientras dura el deseo’. Cuando recibimos el triple de los rusos, el que arma esos segundos para poder lanzar es Ricky. Los demás estábamos ya como ‘vale, se ha terminado’. Incluso yo me estaba dirigiendo al banquillo de los rusos. Entonces, Ricky coge a uno que estaba cerca del balón en la línea de fondo. Nuestro alero, que ni siquiera es quien tiene que sacar. Y le dice ‘saca y tírame el balón ahí'. El chaval pone los dos pies fuera, le tira el balón donde se lo ha pedido. Lo coge y Ricky, rodeado de tres rusos, lo mete. ¿Quién tuvo el deseo de seguir queriendo ganar? Ricky”.

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Superar las expectativas de todos no habría sido posible sin un compromiso global como el que se dio. Muchos de los 12 aparcaron su condición de baloncestistas y tan sólo cinco llegaron a la ACB. Álex Hernández y Dani Pérez, los otros bases que secundaron a Ricky, son quienes más carrera han logrado hacer. Pero aquellas jornadas fueron inmensamente dulces de forma generalizada.

Alberto Jódar: “Tuvimos la suerte de, obviamente, contar con Ricky, con el prodigio de Ricky. Pero ya no solo él, sino ese liderazgo, esa unión, por supuesto, también liderada por Jota. Había mucho talento humano. Todos tuvimos nuestro punto de esfuerzo y de performance en el momento adecuado. Me acuerdo también, por ejemplo, de Nacho Esteban. Tuvo pocos minutos, pero en algunos partidos, él era triplista, salió e hizo lo que tenía que hacer, anotó lo que tenía que anotar. Toni. Esa agresividad que le caracterizaba en su vida la demostró, esa fuerza que transmite. Dani, que salía como segundo o tercer base junto con Álex. Recuerdo algún pique entre ellos, incluso, al principio [...] Iker, por ejemplo, recuerdo que no tuvo un rol muy predominante a nivel de minutos, salió muy poquito. Acabó llorando también de la emoción de haber formado parte del equipo”.

La selección cadete, en el
La selección cadete, en el podio del Europeo de 2006 (cedida por Jorge Romero)

Eso sí, quién fue el santo y seña es indiscutible.

Jota Cuspinera: “Aquel campeonato era el primero donde había una web oficial. Estaba la foto de cada líder estadístico en la portada. Pues Ricky estaba en prácticamente todas las fotos”.

Alberto Jódar: “Ibas viendo las estadísticas y veías cosas absolutamente extraordinarias, pero no lo notabas ni hablando con él ni en el aura que él desprendía jugando o de cara al equipo. Era uno más. Desde mi perspectiva, no nos dimos cuenta de todo lo que realmente hizo hasta que no ganamos ese Europeo con las dos prórrogas, con el tiro de medio campo”.

“Aquel campeonato era el primero donde había una web oficial. Ricky estaba en prácticamente todas las fotos”

A día de hoy, quienes comparten condición de campeones de Europa cadetes con Rubio siguen viendo en él las mismas cualidades deportivas y personales que les cautivaron hace casi dos décadas.

Álex Hernández: “Ha conservado ese toque de magia que siempre le ha caracterizado. Personalmente, disfruto muchísimo viéndole jugar. Estoy muy contento de que ahora vuelva a las pistas. Sobre todo, porque eso significa que se encuentra bien, que se encuentra recuperado. Eso es lo más importante, más allá del baloncesto. Sí que sigo viendo esa capacidad de dominar el juego que ya tenía en cadetes. Recuerdo, por ejemplo, el Mundial de China. Parecía que estaba jugando el campeonato cadete. Esa capacidad que tenía de anticipación, de hacer que todo fuese o pareciese fácil. Es algo que es difícil de ver y que Ricky consigue hacer”.

Jorge Romero: “Si ahora consigue volver a engancharse con algo que le ha dado tanto en la vida, vuelve a sentirse un poco él y vemos que esto ha sido algo pasajero, entonces sí que creo que le mandaré un mensajillo y me volveré a poner un poco en contacto con él. Aunque sea sólo para que sepa que oye, que nos acordamos de él también, que le tenemos aprecio todos y que le queremos mucho”.

Pepe Zapata aprovecha la coyuntura para lanzar un deseo: “Sí que estaría bien volvernos a juntar todos y rememorar aquello. A ver si puede ser”. Quién sabe, quizá este homenaje, merecido, facilite el trámite.

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