A veces el deporte puede lograr lo impensable. Tiene la capacidad de inspirar e incluso ser un medio de inclusión social para combatir el racismo y la xenofobia. Eso es precisamente lo que busca el equipo de fútbol CEAR Madrid, un club creado por la Comisión Española de Ayuda al Refugiado con el apoyo de JD Sports, formado por solicitantes de asilo de 15 nacionalidades diferentes y cuyo objetivo es “devolverles la dignidad robada” tras las dificultades han sufrido en la ruta migratoria hasta alcanzar territorio español.
Uno de los integrantes de este equipo es Destiny, un joven nigeriano de 21 años que llegó a España hace unos meses y a quien el fútbol le ha proporcionado lo más parecido a una segunda familia tras verse obligado a salir de su país con solo 17 años. “No es fácil comunicarse cuando hablamos diferentes idiomas, pero todos tratamos de ayudarnos, ya sea para aprender español, la cultura o las reglas del país”, dice a Infobae el capitán de este equipo. Se marchó de Nigeria porque su vida corría peligro y después de pasar por Níger, Argelia y Marruecos, en 2023 arribó en Canarias en una patera junto a otras muchas personas migrantes que al igual que él, buscaban un futuro mejor. Algunas, recuerda, no lo consiguieron y fallecieron en el trayecto.
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Tras pasar unas primeras semanas en centros de migrantes en Canarias, desde hace ya unos meses este joven solicitante de asilo se encuentra en un piso de acogida en Leganés gestionado por CEAR y es consciente de que el proceso no es sencillo. De hecho, las organizaciones humanitarias que trabajan por los derechos de las personas migrantes ya han denunciado las “graves deficiencias” del sistema de cita previa para solicitar asilo así como “el criterio restrictivo de las autoridades para rechazar sistemáticamente resoluciones de personas que huyen de conflictos” u otras situaciones que dificultan sus vidas y han alertado de que la imposición de visados de tránsito provocará más sufrimiento a las personas migrantes. Según los datos de CEAR, en 2023 un total de 163.220 personas solicitaron asilo en España, un 37% más que el año anterior, cuando ya se había alcanzado un registro histórico y el país solo reconoció el asilo a 12 de cada 100 personas, un 4,5% menos que en 2022.
A pesar de las dificultades, Destiny confía en poder quedarse en España, porque volver a su país “no es una opción”. Actualmente, estudia Hostelería y Turismo para poder ser cocinero, una profesión con la que sueña desde pequeño y espera poder alcanzar para seguir así la tradición de su familia, que en Nigeria regenta un pequeño restaurante.
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Al igual que otros muchos jóvenes, Destiny no imaginaba una vida alejado de su familia, a la que no ve desde 2019, por eso el equipo de fútbol se ha convertido en mucho más que un lugar de encuentro donde compartir experiencias con otros migrantes que buscan nuevas oportunidades. Y además en un momento tan complicado como el actual, donde el repunte de llegadas de migrantes a Canarias alienta los mensajes racistas y xenófobos y son muchos los políticos — principalmente desde la derecha y la ultraderecha — siguen vinculando la inmigración con la delincuencia sin aportar ninguna prueba, un discurso de alarma que tal y como advierten las ONG “solo deshumaniza a los migrantes”.
Un proyecto contra el racismo
David Gómez Godino, educador social, es también el entrenador del CEAR Madrid y admite que fue la posibilidad de ofrecer “un espacio seguro” a estos 23 jóvenes de 15 nacionalidades diferentes, lo que le cautivó del proyecto. “Queremos ofrecerles un espacio de acogida, de convivencia, que de alguna manera les reporte esa humanidad, esa dignidad que debido a distintas circunstancias y maltratos institucionales les han ido arrebatando por el camino”, explica a este periódico.
Aunque al principio los jugadores eran poco comunicativos por la barrera idiomática y el desconocimiento mutuo, admite, a lo largo de los meses se ha ido creando un buen clima donde “han sentido la confianza para poder expresarse”, si bien recuerda que todos han pasado por procesos muy complicados en sus trayectos. Y como el pasado es un recuerdo muy doloroso para la mayoría de los solicitantes de asilo, el objetivo del club es que “al menos durante ese rato puedan tener un lugar donde olvidarse y evadirse de los problemas”.
De algo “exótico” al respeto
El fútbol, recuerda Godino, también sirve para luchar contra los prejuicios y esos discursos de odio hacia la población migrante: “Es una forma de resistencia y de transmitir una imagen diferente que ayude a deconstruir esos estereotipos, sobre todo en los barrios, que al final es donde vive la gente y son vecinos como cualquier otro”. Ellos mismos han vivido esas situaciones en el lugar donde entrenan y juegan, ya que al principio, les miraban “como si fueran marcianos”, asegura, pero de ahí han pasado a recibir las felicitaciones tanto de entrenadores y árbitros como de jugadores de otros equipos por “su actitud en el campo”, que es algo en lo que trabajan especialmente. “Hemos pasado de ser vistos como algo exótico a algo, cuanto menos, digno de respeto”, concluye.