La inflación en España dos años después de la guerra de Ucrania: los alimentos son un 22% más caros, mientras la luz y la gasolina vuelven a la normalidad

Los hogares siguen acusando el alza de precios que derivó de la invasión de Putin el 24 de febrero de 2022

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La inflación en España dos
La inflación en España dos años después de la invasión rusa de Ucrania.

Un 24 de febrero Europa miraba con estupor hacia el este continental. Rusia materializaba su ofensiva y avanzaba en la invasión de Ucrania, tras años de conflicto en Crimea. Una guerra dentro de sus fronteras que tuvo un fuerte impacto en los países del euro, que no podían obviar la importante dependencia que tenían de Putin, especialmente en el terreno energético. En España, los problemas con las importaciones de cereal, el incremento de los precios de los fertilizantes y, sobre todo, el encarecimiento del precio de la luz, elevó la inflación hasta el doble dígito en los meses posteriores al estallido del conflicto. Ahora, dos años después, los precios de algunos insumos han vuelto a la senda de la normalidad, mientras que otros siguen encareciéndose.

La luz llegó a registrar su máximo histórico alcanzando los 500 euros/MWh. Los carburantes superaron con holgura los dos euros. Por su parte, los fertilizantes para el campo alcanzaban cotas récord, lo que, sumado a la escasez de algunos productos como los cereales procedentes de Ucrania, terminó por trasladarse al precio de los alimentos. Todo esto elevo al 9,8% el Índice de Precios al Consumo (IPC) del mes de marzo de 2022 -mes inmediatamente posterior al estallido del conflicto-. Una cifra que se fue incrementando en los meses siguientes hasta alcanzar su pico máximo del 10,8% en agosto de ese mismo año. Pocos meses después, el Gobierno de Pedro Sánchez lanzaba una batería de ayudas para frenar la pérdida de poder adquisitivo de los españoles, que iban desde la rebaja a los carburantes a la eliminación del IVA de algunos alimentos, pasando por reducir la fiscalidad de la factura de la luz.

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Unas medidas que, sumadas a la normalización de los mercados y el fin de la crisis energética, han conseguido frenar la escalada de la inflación que se ha situado en el 3,4% en enero de este año. Una cifra lejana a los máximos posguerra, pero que se mantiene lejos del objetivo de Bruselas de situarla por debajo del 2%. Así, en 2024, la luz y los carburantes han conseguido retornar a la senda de la normalidad, mientras que los alimentos acumulan una subida del 22% desde que se produjo la invasión.

La luz y los carburantes dan un respiro

Pool. PVPC. Mercado libre. Megavatio hora. Los españoles se hicieron un máster en la factura de la luz. Los precios energéticos subían sin descanso, y el recibo alcanzaba cotas nunca vistas en la historia. El precio medio de la factura de la luz alcanzaba en marzo de 2022 los 143 euros y disparaba todas las alarmas. El Gobierno comenzó la negociación con Bruselas para la imposición de la excepción ibérica -comúnmente conocida como tope al gas- que consiguió aliviar ligeramente los precios.

Evolución del precio de la
Evolución del precio de la factura de la luz.

Por su parte, esta misma semana, el precio del litro de gasolina ha recuperado los niveles en los que estaba antes del estallido de la invasión rusa de Ucrania (1,592 euros por litro). En el caso del gasóleo, este sigue por encima del precio de entonces, 1,479 euros el litro. Sin embargo, ambos carburantes continúan lejos de los máximos que registraron el verano de 2022, en julio, cuando la gasolina alcanzó los 2,141 euros y el gasóleo los 2,1 euros.

Con los precios actuales, llenar un depósito medio de 55 litros de gasolina tiene un coste de uno 87,89 euros, 2 euros menos que en las mismas fechas del año pasado, cuando ascendía a los 89,97 euros y ya no existía el descuento de 20 céntimos por litro que estuvo vigente en gran parte de 2022. Para los vehículos de diésel, llenar un depósito medio supone un desembolso de 85,25 euros, 3,35 euros más barato que en el mismo período de 2023, momento en el que el precio era de 88,60 euros.

Igualmente, con esta semana, el diésel suma ya un año por debajo del precio de la gasolina. Se mantiene así en la situación habitual anterior a la invasión rusa de Ucrania, que provocó que el precio del diésel fuese más caro que el de la gasolina de forma continuada desde agosto de 2022 hasta mediados de febrero de 2023, cuando se rompió la dinámica.

El encarecimiento de los alimentos cambia los hábitos de consumo

La crisis energética disparó de tal manera los costes fijos de las empresas del sector primario, que junto con los supermercados y grandes empresas de distribución se vieron obligados a elevar los precios. Así, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio de los alimentos y las bebidas no alcohólicas ha aumentado un 22% desde el inicio de la guerra. Entre los productos que más se han encarecido destaca el aceite de oliva, un 106%, o la leche, que sube más de un 30%.

Evolución del precio de los
Evolución del precio de los alimentos básicos 2022-2024

Tres de cada cuatro familias españolas se han visto obligadas a reducir su gasto en productos y servicios de diversa índole para poder hacer frente a la subida de los precios de los alimentos, según los datos de la encuesta realizada por Facua-Consumidores en Acción. Respecto a los hábitos de consumo de distintos alimentos por parte de los consumidores, el porcentaje de familias que consume ternera una o más veces en semana ha bajado 15 puntos con respecto hasta hace dos años, pasando del 32,9% al 17,6% actual. Por el contrario, el 82,3% de las familias sólo consume esta carne cada dos semanas o con menor periodicidad. De ellas, el 30% no lo hace ni siquiera una vez al mes o directamente no la compra.

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Una situación parecida ocurre con el pescado, ya que si hasta hace dos años el porcentaje de familias que decía consumirlo al menos una vez en semana era el 67,6%, mientras que ahora es el 43,3%. El porcentaje de familias que directamente no lo consume aumenta del 5% al 10,9%. Aunque menos acusado, el consumo de pollo varios días a la semana también está disminuyendo. Así, del 73,3% que lo hacía al menos una vez cada siete días, ahora es un 60,9%, mientras que su consumo cada dos semanas o menos aumenta del 26,6% hasta el 38,9%.

También baja el consumo de frutas, ya que un 62,3% dice consumir actualmente fruta fresca de cuatro a siete días a la semana. Un porcentaje inferior al 77,7% que decía que la consumían con dicha periodicidad hace más de dos años. Una situación similar ocurre con los lácteos. Del 76,6% que los consumían de cuatro a siete días por semana anteriormente a los últimos dos años, actualmente dicho porcentaje baja a un 63%.

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