Esta España, aun con convocatoria más potente con respecto a las que hemos visto en ventanas clasificatorias anteriores (por fin, el conflicto entre la FIBA y la Euroliga amaina), tiene un problema. Y no menor precisamente: la inmensa mayoría de sus jugadores pasan muy desapercibidos en los clubes que les acogen a lo largo de la temporada baloncestística. Algo que acaba notándose cuando la camiseta que hay que llevar es la de La Familia y que, en este parón internacional con el Eurobasket de 2025 en mente, ha querido evidenciar el propio seleccionador masculino, Sergio Scariolo. Lo cual quiere decir que hay motivos para preocuparse.
“El disgusto es que la mayoría de los jugadores no jueguen o tengan un protagonismo muy bajo en sus clubes. Quizás el matiz sería que estoy disgustado de que no se merezcan encontrar sitio en sus clubes. Eso lo tienen que mirar en su casa y tener claro de que no tengo ninguna duda de que si un jugador crece, sube de nivel, trabaja y compite, casi obliga a sus clubes a darle ese espacio”, señaló el técnico italiano este sábado. Lo hizo, sobre todo, para mandar un mensaje rotundo a quienes están a sus órdenes estos días: hay que ponerse las pilas e intentar que el profesional español gane enteros.
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Para Scariolo, es necesaria “ambición y ganas de poner en discusión” los galones por parte de los componentes de esta España, en pos de “poder ganarse ese espacio que es indispensable para que puedan competir a nivel internacional y crecer en experiencia y que podamos tener un número mínimo de jugadores que puedan competir al nivel máximo internacional”. Al entrenador más laureado de la selección hay que escucharle siempre y su inquietud debe ser la de todos: “No basta con encontrar un sueldo por ser un cupo o por estar dentro de una plantilla profesional y tener un buen nivel de vida, sino que no hay que conformarse, hay que ser ambiciosos y luchar por el sitio”.
El aviso a navegantes viene, principalmente, por la derrota ante Letonia del jueves en Zaragoza (75-79), en la que faltó el punch que sobraba en el pasado. Nada más caer en el Príncipe Felipe y al aumentar la importancia del choque a domicilio de este domingo en Bélgica, Scariolo no se guardó ni un gramo de contundencia. “Puedo decir que he visto mucho óxido en muchos jugadores. Luego, si alguno se ha sobreexcitado por la vuelta de Ricky… Eso tiene que ser una motivación. Es cierto que se ha montado un poco de revuelo alrededor. Me he dado cuenta de que a los jugadores que en sus clubes están jugando poco o nada les ha costado entrar en el partido”, señaló.
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Preocupación por los “minutos testimoniales”
“Darío (Brizuela) era el único que venía de jugar en la Copa. El resto han jugado minutos testimoniales, pero no sólo en la Copa, también durante el resto de la temporada. Pradilla está encontrando sus minutitos y ha aportado, pero el resto, el espacio que tienen, se nota. No digo que los clubes tengan que darles minutos gratis, tienen que ganarse el derecho y la confianza de sus entrenadores. Tienen que tener como objetivo ser al 100% jugadores de rotación en todos los partidos”, admitió Scariolo, en la misma línea de pensamiento, tras caer en la capital aragonesa.
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— Baloncesto España (@BaloncestoESP) February 24, 2024
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Si vamos caso por caso, los hechos no pueden darle más la razón. Literalmente, Sebas Saiz, en Japón, es el único jugador franquicia a disposición, con dobles cifras anotadoras (16,8 puntos por partido) y casi reboteadoras (8,1). Además de una valoración digna de estrella: 20,8. No podemos encontrar números similares por parte de sus compañeros en el equipo nacional.
Alberto Díaz sí es trascendente, aunque más en labores de intendencia: con 5,2 puntos de promedio en la ACB y 2,9 en la Champions, está claro que resolver encuentros es asunto de otros en Unicaja. Xabi López-Arostegui no tiene un cartel estelar en Valencia Basket: 5,7 puntos en la Euroliga y 6,2 en la ACB. Y Brizuela, en una escuadra tan dada a los gallos como siempre es el Barça, es un complemento: 5,8 y 8,1 de media en las dos competiciones de referencia.
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A Ricky Rubio no se le puede ni debe juzgar, recién reincorporado a la dinámica competitiva. Con Víctor Claver (35 años), volvemos a tropezar con la piedra de la escasez de incidencia: 3,1 y 2,8 puntos de media en Euroliga y ACB, respectivamente. Algo mejor le va a Jaime Fernández: 10,7 puntos por partido en la ACB y 12 en la Champions. Carlos Alocén, con una competencia atroz en el Real Madrid, apenas ha dispuesto de oportunidades desde que volvió tras su lesión de larga duración: 1,0 y 3,9. De Jaime Pradilla se dice que podría salir de Valencia, donde no acaba de encontrar su sitio: 2,9 y 4,6.
Yankuba Sima no destaca sobremanera en Unicaja: 5,5 puntos en ACB y 7,3 en Champions. Alberto Abalde es otro que pasa de puntillas por el Madrid: 2,7 puntos en la Euroliga y 5,2 en la ACB. Juancho Hernangómez no está teniendo una campaña en absoluto determinante, como algunos esperaban, en el Panathinaikos griego: 4,2 puntos en la máxima competición europea y 9,3 en el escenario heleno. Por último, Joel Parra no pasa de escudero en el Barça: 2,7 y 6,3.
Rudy Fernández, que finalmente se ha quedado sin actividad por lesión, no es la excepción a la regla: 3,7 puntos en Euroliga y 3,9 en ACB por jornada. Por lo tanto, la realidad es pesimista: España, a día de hoy, no anda sobrada de caché. Es la fuerza del colectivo, que ya sorprendió a propios y extraños antes, lo que debe suplir las carencias individuales que se verbalizan, porque están ahí, sin pudor alguno.