La tragedia se cernió sobre Valencia este jueves cuando un edificio construido en 2009 por la inmobiliaria catalana Fbex fue consumido por las llamas, dejando tras de sí numerosas víctimas mortales. Este siniestro ha sacado a la luz la crítica situación financiera por la que atravesaba la empresa, que se declaró insolvente en 2010, tan solo un año después de finalizar el complejo ahora destruido. En el video promocional para vender las viviendas del edificio que ha sufrido el incendio, la compañía aseguraba que se trataba de inmuebles con “fachadas revestidas con un innovador material de aluminio tipo alucobond” y la “máxima calidad en materiales de construcción con unas modernas instalaciones, acabados y equipamientos”. Unos materiales que, a la luz de las investigaciones, han propiciado la rápida extensión de las llamas.
La rápida propagación de un incendio en un complejo de edificios pudo haber sido exacerbada por el uso de materiales inflamables en su fachada, en contraposición a las afirmaciones previas de que estaban revestidas con un material descrito como “difícilmente inflamable o no inflamable”. Esther Puchades, vicepresidenta del Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de València (Cogitival), destacó en una entrevista para la televisión autonómica À Punt que, contrario a lo anunciado por la empresa Fbex, las fachadas se encontraban revestidas de poliuretano, un material altamente inflamable.
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Fbex, compañía que enfrentaba una deuda de aproximadamente 600 millones de euros con una veintena de bancos, además de deber decenas de millones más a otros proveedores, utilizó materiales de construcción altamente inflamables, hoy en día prohibidos, para la edificación del inmueble incendiado. “La empresa se acogió a la fórmula de la insolvencia, una medida diseñada para proteger a las compañías en severas dificultades financieras, permitiéndoles un plazo máximo de cuatro meses para negociar con sus acreedores”, explicaron fuentes cercanas a la situación.
En el año 2008, Fbex intentó por todos los medios gestionar su elevadísimo endeudamiento, refinanciando su deuda de 600 millones de euros tras vender una parte significativa de su patrimonio. “Esta maniobra financiera solo logró reducir a la mitad el pasivo de la empresa, que anteriormente ascendía a 1.400 millones de euros”, comentó un analista financiero conocedor del caso. A pesar de las medidas tomadas, la inmobiliaria no pudo superar la crisis que asolaba el sector, arrastrada además por el estancamiento del mercado inmobiliario que siguió al colapso económico de 2008.
Para el año 2008, la empresa reportó ingresos por 158 millones de euros y mantenía en marcha unas 60 promociones, además de contar con varios terrenos para construir viviendas, que sumaban un techo construible de aproximadamente 1,5 millones de metros cuadrados. La crisis financiera que estalló ese mismo año supuso un duro golpe para la inmobiliaria, que vio cómo sus intentos por detener el negocio fracasaban uno tras otro, siendo incapaz de sostener su volumen de operaciones ni de cumplir con sus compromisos financieros.
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La firma PriceWaterhouseCoopers asesoraba a Fbex en esos momentos críticos, sin embargo, los esfuerzos por revertir la situación fueron infructuosos. La realidad de no poder afrontar el pesado lastre de su deuda llevó a la empresa a declararse en bancarrota en 2010, apenas culminado el complejo que este jueves se vio reducido a cenizas.
El incendio ha puesto de manifiesto no solo la preocupante utilización de materiales prohibidos en la construcción de edificios, sino también la complicada situación económica que atraviesan muchas compañías del sector inmobiliario, aún resintiendo las secuelas de la crisis de 2008. Este lamentable evento resalta la necesidad de adoptar medidas más estrictas en cuanto a los materiales de construcción y reforzar los controles sobre la salud financiera de las empresas dedicadas a esta actividad.