Los pueblos del interior de Portugal son uno de los principales reclamos turísticos del país luso. Gracias a su carácter rural, histórico y tradicional ofrecen una experiencia única, todo ello enmarcado en un entorno natural inmejorable que permite disfrutar de impresionantes rutas de senderismo. De todas las villas que se pueden encontrar las aldeas históricas de Portugal destacan por su belleza y conjunto monumental único.
Son un total de 12 villas ubicadas en el interior del país y donde perdura todavía la esencia medieval de antaño. En su mayoría acogen un gran patrimonio arquitectónico y cultural, pues se erigieron alrededor de imponentes castillos, cuentan con numerosas iglesias y capillas, y además, acogen misteriosas leyendas. A esto se le suma una tradición ancestral muy arraigada que hace de ellas toda una maravilla. Una de ellas es Belmonte, la cual se caracteriza por su gran influencia judía y por encontrarse rodeada de uno de los entornos más impresionantes de Portugal, la sierra da Estrela.
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Pero esto no se queda aquí, pues próximo a su núcleo urbano, en el monte de Santo Antão, se enclava una misteriosa torre. Esta es conocida como Torre de Centum Cellas (Centocelas en portugués), también llamada “Torre de San Cornelio”, y data de la época romana. Su enclave estratégico, en mitad de una importante encrucijada: la antigua vía romana que unía Augusta Emerita (Mérida) con Bracara Augusta (Braga), la convirtió en un emplazamiento clave `para el imperio.
Más de 15 metros de altura
La Torre de Centum Cellas data del siglo I d.C. y fue construida con bloques de granito rosa, un material poco común en Europa, pero bastante frecuente en el norte de África y el Mediterráneo oriental. Presenta una planta cuadrada, que no es del todo perfecta, una altura superior a los 15 metros y una anchura de más de 13 metros. En sus inicios se levantó con dos plantas, sin embargo, a lo largo de la Edad Media se le añadió una tercera, lo que aumento su espectacularidad.
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Durante mucho tiempo se pensó que esta torre había sido un praetorium o pequeño fuerte romano. Sin embargo, tal y como señala el National Geographic, “las excavaciones realizadas en la década de 1990 por el IPPAR (Instituto Portugués de Patrimonio Arquitectónico) en la Torre de Centum Cellas, revelaron que en realidad no se trataba de un edificio aislado, sino que al parecer formaba parte de un conjunto de estructuras, que incluía habitaciones, pasillos, escaleras, sótanos y patios”.
A su vez, estas mismas excavaciones descubrieron una villa romana rústica en las inmediaciones del edificio. “Tras ese importante hallazgo, los arqueólogos llegaron a la conclusión que la torre formó parte de la pars urbana (el alojamiento principal, donde vivía la familia del propietario Lucio Cecilio.) de aquella villa. Aunque existen otras interpretaciones. En 2007, el profesor Amílcar Guerra afirmó que el lugar fue un foro y la torre, un templo de la ciudad aun sin identificar de Lancia Oppidana”, detallan.
Una zona rica en minerales
Algunas incógnitas que se plantean es porque está esta villa romana en este lugar. Al parecer, esto se debe a la riqueza de minerales que había en la zona, por lo que la torre pudo pertenecer a las instalaciones de una antigua explotación de estaño. Igualmente, una parte de la aldea fue destruida en el siglo III d.C., siendo construida nuevamente para la producción agrícola. Finalmente, la torre se destinó a la vigilancia de los alrededores durante la Edad Media y en 1927 fue declarada Monumento Nacional de Portugal.