La región de Capadocia, en Turquía, se distingue como un lugar único en el mundo, donde los caprichos de la naturaleza han esculpido un paisaje extraordinario. Sus colinas exhiben tonalidades rosadas y amarillas que se despliegan en majestuosos cañones, dando forma a las características chimeneas de roca que caracterizan la zona.
Entre las joyas más destacadas del lugar se encuentra el emocionante paseo en globo aerostático, pero hasta hace poco, su máximo tesoro ha permanecido en secreto. Se trata de la antigua ciudad de Derinkuyu, un asentamiento subterráneo capaz de al ocultar el paradero de 20.000 habitantes durante varios meses.
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Derinkuyu, una ciudad con miles de años de historia
Derinkuyu es un fascinante enclave histórico que ha cautivado la atención de visitantes de todo el mundo. Construida inicialmente por la civilización hitita en el siglo VIII a.C., esta intrincada red de túneles y cámaras alcanza profundidades de hasta 85 metros bajo tierra.
Su apogeo ocurrió durante el período bizantino, entre los siglos VI y X d.C., cuando se utilizó como refugio seguro contra las persecuciones religiosas y las invasiones árabes. Dotada de numerosas salas, pasajes y sistemas de suministro de agua y alimentos, Derinkuyu estaba diseñada para albergar a miles de personas durante largos períodos de tiempo.
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El pueblo local continuó utilizando las cuevas subterráneas para huir de persecuciones hasta el siglo XX. Fue en 1923, después del intercambio de población entre Grecia y Turquía, cuando los túneles fueron completamente abandonados. Su redescubrimiento llegó en 1963.
Un hallazgo inesperado
El redescubrimiento llegó de la mano de un lugareño anónimo. De acuerdo con un informe de la BBC, durante las labores de renovación de su vivienda, un residente turco notó que sus gallinas desaparecían misteriosamente en una grieta formada durante las obras, sin que volvieran a ser vistas. Tras una larga investigación y algunas excavaciones adicionales, el individuo descubrió un pasaje oscuro. Este hallazgo marcó el inicio del descubrimiento de más de 600 entradas dentro de viviendas particulares que conducen a esta asombrosa ciudad subterránea.
Las labores de excavación e investigación comenzaron justo después de este hallazgo, revelando la existencia de una verdadera civilización oculta. La ciudad estaba equipada con una amplia gama de servicios, desde viviendas y almacenes de alimentos, hasta escuelas y establos para el ganado. Según recoge la revista National Geographic, la falta de agua en el suelo y su roca maleable favorecieron que los pobladores originarios de la región pudieran construir casas, habitaciones y túneles con facilidad
Dada su fascinación y singularidad, la ciudad fue abierta al público en 1985 y posteriormente incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En la actualidad, constituye una de las atracciones turísticas más destacadas de la región, atrayendo a miles de visitantes cada año por un módico precio de 60 liras turcas, aproximadamente 3 euros.