La industria biofarmacéutica se enfrenta a una crítica escasez de monos de laboratorio, esenciales para la investigación y el desarrollo de medicamentos, debido a restricciones en la exportación y problemas en la cadena de suministros. Este desabastecimiento ha provocado un incremento exponencial en los costos de estos primates, indispensables en el sector debido a su cercanía genética con los seres humanos, compartiendo entre el 90 y 93% del código genético. Actualmente, el valor de un macaco puede ascender hasta los 50.000 euros. Este fenómeno pone en jaque no solo a la investigación sino a la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias globales, tal como se observó en el desarrollo acelerado de vacunas para el ébola y el Covid-19.
Esta situación ha sido agudizada por la decisión de China de detener la venta de estos animales, junto con la detección y control del contrabando de ejemplares procedentes de Camboya, y las estrictas regulaciones impuestas por Europa. La falta de estos primates es un golpe significativo para el campo de la investigación biomédica, donde las granjas de monos en el sudeste asiático han sido una fuente crucial de suministro. No obstante, el arresto de Masphal Kry, director de vida silvestre y biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Bosques y Pesca (MAFF) de Camboya, marcó un punto de inflexión al revelar la magnitud del problema del contrabando y su impacto en la industria.
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Entre 2020 y 2022, Camboya proporcionó a Estados Unidos alrededor de 18.000 de los aproximadamente 30.000 primates no humanos que se importaban cada año. Aun así, a medida que se intensificaba la carrera por la vacuna contra la COVID, simplemente no había suficientes monos. En ese período, los precios se multiplicaron por diez, pasando de unos 2.000 dólares por animal a más de 20.000 dólares. En medio del frenesí, incluso se estaban comprando monos asiáticos no nacidos como “futuros”, dijo un funcionario del gobierno de Estados Unidos.
La detención de Kry desató un “drama internacional épico y desordenado”, según señaló Fortune, que ha llevado a más de 1.200 monos a quedar enjaulados en un limbo en laboratorios corporativos estadounidenses. Esto ha sacudido a un sector comercial crucial para el país y ha amenazado la operación de una industria multimillonaria en Estados Unidos, vital para el desarrollo y aprobación de fármacos y tratamientos médicos.
La importancia de estos monos se había evidenciado en investigaciones que abarcan desde trastornos de fertilidad hasta terapias génicas, subrayando el papel vital que juegan en la seguridad y efectividad de los nuevos medicamentos. Sin ellos, las compañías farmacéuticas, que por lo general externalizan estas pruebas a organizaciones de investigación contratadas, enfrentan obstáculos significativos.
El valor de un macaco, que en 2014 rondaba los 968 euros, alcanzó los 22.156 euros en 2022, limitando severamente la capacidad de los grupos científicos para financiar sus investigaciones. Este aumento de precios refleja no solo la escasez, sino también la creciente demanda en un contexto donde los animales no pueden ser utilizados en investigaciones hasta que alcanzan los tres años de vida.
Freno en la innovación
La prohibición efectiva de los macacos camboyanos de cola larga se ve claramente en las cifras: en 2022, 17.992 macacos camboyanos de cola larga viajaron a Estados Unidos, y en 2023, solo 189 hicieron ese viaje. Desde finales de 2022, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EEUU se ha negado a autorizar envíos desde Camboya sin pruebas incontrovertibles de que los animales fueron realmente criados en cautiverio.
Atrapados en la confusión están 1.200 monos camboyanos, que Charles River Laboratories, una de las organizaciones de investigación por contrato más grandes de Estados Unidos, importó entre finales de 2022 y principios de 2023. Esos animales, un inventario valorado en 20 millones de dólares según las estimaciones de la compañía, ahora habitan en un limbo extraño e indefinido: reside en los laboratorios de la empresa, pero está prohibido para uso científico.
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Esta crisis de suministro emerge como un desafío mayúsculo para la industria biofarmacéutica estadounidense, valorada en 586.000 millones de dólares, y resalta la complejidad y la globalización inherente en la cadena de suministros de la investigación médica moderna. La dependencia de la industria en un suministro constante y ético de estos animales es más crucial que nunca, en un momento donde la ciencia y la medicina buscan respuestas rápidas y eficaces ante las emergencias sanitarias globales.