El paisaje político de España ha experimentado una transformación radical en los últimos años, marcada por el paso de un sistema bipartidista a uno multipartidista, así como por el auge de las redes sociales como nuevos canales de comunicación política.
La aparición de nuevos discursos de la mano de estos partidos emergentes ha tenido un reflejo directo en la sociedad. Según el último estudio Global Advisor sobre Populismo en 2024 de la consultora internacional Ipsos, el 64% de los españoles piensa que a los partidos y a los políticos no les importa la ciudadanía. Una cifra muy elevada, pero que se ha reducido de manera muy significativa desde 2016, cuando el 75% de la sociedad española se sentía olvidada por la clase política. Pese a esta reducción, España es uno de los países europeos donde la ciudadanía siente que no importa a los políticos, por encima de otros como Alemania o Italia, pero por debajo de otros estados como Francia.
Felipe González, figura emblemática incluso años después de su presidencia, profetizó la llegada de un Parlamento similar al italiano, advirtiendo de los desafíos que la nueva configuración política traería consigo. Esta evolución ha estado acompañada por una demanda ciudadana de mayor democracia interna en los partidos, rendición de cuentas y esfuerzos más firmes contra la corrupción.
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La difícil situación social, política y económica tras la crisis de 2008 fue el pistoletazo de salida para el multipartidismo, que se inició con Podemos y Ciudadanos y ha continuado con Vox y Sumar. Este fenómeno se encapsula en lemas como No nos representan o Democracia real ya, que resuenan en la memoria colectiva. Un sentimiento en la calle que se trasladó al Congreso de los Diputados: en 2014 nace Podemos, un año después irrumpe Ciudadanos en el panorama nacional, y en 2015, Vox se presenta a sus primeros comicios generales.
Esta eclosión de nuevas formaciones ha generado un sentimiento de mayor representatividad, algo que ha reducido drásticamente el sentimiento de ‘abandono político’ que percibe la sociedad española, tal y como refleja el estudio de IPSOS.
El estudio, basado en entrevistas online a 20.630 adultos menores de 75 años en 28 países llevadas a cabo entre el 22 de noviembre y el 6 de diciembre de 2023, también detalla que en los últimos años, la entrada en escena de nuevas formaciones también ha traído consigo un nuevo fenómeno: la polarización.
Inmigración, feminismo, u homofobia son algunos de los temas que han saltado al debate público con la llegada de partidos como Podemos o Vox. Este último ha abanderado un discurso antimigratorio que ha calado en algunos aspectos de la sociedad: según el citado estudio, el 32% de los españoles opina que el país sería “más fuerte si se detuviese la inmigración”, frente al 28% que compartía esta idea en 2016.
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Otras cuestiones, como los nacionalismos, también han calado en la sociedad española desde la llegada del multipartidismo. Así, seis de cada diez españoles apoyan los referéndums como vía legítima para la toma de decisiones, lo que convierte a España en el tercer país europeo donde más acuerdo hay con esta idea.
¿Vuelta al bipartidismo?
La reciente coyuntura política de España trae al primer plano el posible declive de partidos emergentes como Vox y Unidas Podemos, realzando a su vez la posición dominante de los tradicionales PSOE y PP. Este fenómeno refleja una significativa reconfiguración del espectro político español, marcado por la disminución del apoyo a opciones anteriormente consideradas como alternativas al bipartidismo clásico. La pérdida de casi 600.000 votos y 19 escaños de Vox en las elecciones del 23 de julio, sumada a la crisis interna que ha precipitado las dimisiones de figuras clave como Iván Espinosa de los Monteros, podría anticipar un futuro donde estos partidos pierdan su relevancia política de manera sustancial.
La integración de Unidas Podemos en la nueva coalición Sumar apunta a un intento de reinvención dentro de un contexto político desfavorable, mientras que la salida de personalidades destacadas de Vox suscita dudas sobre la cohesión interna y la dirección futura del partido.
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Este cambio de paradigma sugiere una reevaluación por parte del electorado de las propuestas políticas y un posible retorno al tradicionalismo representado por PSOE y PP, partidos que parecen haber recapturado parte del electorado desencantado con las promesas incumplidas de la nueva política.
La experiencia de Ciudadanos, partido que llegó a la arena política con la promesa de romper el bipartidismo y que desapareció del mapa político español, sirve como precedente y advertencia para aquellos movimientos que, tras un ascenso fulgurante, enfrentan el desafío de sostener su relevancia y coherencia ideológica. La transformación de Unidas Podemos en Sumar se lee como un esfuerzo de adaptación a esta nueva realidad política, en la que el electorado parece inclinarse por opciones más tradicionales o consolidadas.
El panorama político español está claramente en un momento de inflexión, donde el reajuste del tablero podría tener implicaciones importantes para la forma en que se abordan los desafíos nacionales y se formula la política en los próximos años. La respuesta del electorado en futuras elecciones será determinante para consolidar o revertir esta tendencia.