Las mujeres de Sofia Coppola: jaulas de oro, nostalgia y existencialismo pubescente

Con el estreno de ‘Priscilla’, repasamos la trayectoria cinematográfica de una directora que ha convertido la experiencia femenina en un tratado misterioso y nihilista de emociones humanas

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'Priscilla' y 'María Antonieta', de Sofia Coppola
'Priscilla' y 'María Antonieta', de Sofia Coppola

“Obviamente, doctor, usted nunca ha sido una chica de 13 años”. La frase que la joven Cecilia enuncia en Las vírgenes suicidas, novela de Jeffrey Eugenides publicada en 1993 y llevada a la gran pantalla de la mano de Sofia Coppola, resume de forma ingeniosa la idiosincrasia de una directora que, detrás de los lazos de raso rosas, entiende la experiencia femenina mejor que nadie.

El estreno de Priscilla ha conseguido retrotraer al imaginario colectivo la capacidad que tiene Coppola de encapsular la traumática experiencia emocional de sus protagonistas. Todo ello con su toque distintivo y, casi siempre, enfocado en los colores pastel. La directora crea universos que edulcoran la narrativa, centrada en un sufrimiento inapelable y nihilista de las mujeres que lleva a la gran pantalla.

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Lo hizo con Las vírgenes suicidas (1999), la historia de cinco hermanas atropelladas por las vicisitudes de la restricción en su apogeo adolescente. Muchos consideran que es su mejor película, pero Coppola parte de una base literaria adelantada a su tiempo en la que Eugenides critica la conversión de la mujer en objeto. No en vano, las hermanas Lisbon son glorificadas por su belleza y misticismo, lo que genera un borrado de su mundo interior. Cuando todas acaban suicidándose, nadie se explica qué puede haber pasado porque, de hecho, nunca les han preguntado sobre su vida.

Entre planos ralentizados que buscan plasmar el anhelo masculino hacia las Lisbon, Coppola brilla al mostrar el caos emocional de cinco adolescentes que quieren beber y pasárselo bien, pero que viven entre cruces y futuros prescritos por sus padres. Ellas tan epicúreas y sus progenitores tan lánguidos.

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Una imagen de 'Las vírgenes suicidas', película de Sofia Coppola basada en la novela homónima de Jeffrey Eugenides
Una imagen de 'Las vírgenes suicidas', película de Sofia Coppola basada en la novela homónima de Jeffrey Eugenides

Insuficiencia emocional

Las mujeres de Sofia Coppola son una exposición de la nostalgia, de la emoción escondida, de la dualidad de la vida. No en vano, con María Antonieta (2006) la directora encontró el punto álgido de su marcada personalidad cinematográfica. La que fuera mujer de Luis XVI es uno de los perfiles históricos más estudiados dentro y fuera de la gran pantalla, pero Coppola fue capaz de retrotraer su relato a las olas contemporáneas. ¿Las Converse en Versalles? Un toque de genio que imprime una tonalidad especial en los perfiles femeninos que acompañan a su filmografía.

La jaula de oro que se representa en María Antonieta es la de una mujer nublada por la ambición, pero rodeada de lujos que no satisfacen su hegemónica vida. Zapatos, pasteles, rumores y una vida de palacio que encuentra un vacío emocional implacable que sólo finaliza tras su muerte. En los planos de un mundo en ciernes pintado de rosa, Coppola encuentra una mina de oro que ahonda en la inapelable sensación de insuficiencia que persigue a las mujeres desde su nacimiento.

Algo muy curioso de Sofía Coppola es que crea un universo de poder para sus protagonistas, algo que consigue al utilizar las mismas gamas de color para el vestuario que, por ejemplo, en la decoración de los espacios”, ha explicado a EFE la figurinista y experta en vestuario Anabel Díaz. “Con el uso del vestuario, Sofía Coppola crea un universo propio. Es experta en unir extravagancia y elegancia y conseguir que sea armonioso, además de reflejar la época y evolución de cada personaje”, resalta.

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Kirsten Dunst y Sofia Coppola rodando una escena de 'María Antonieta'
Kirsten Dunst y Sofia Coppola rodando una escena de 'María Antonieta'

Una casa de muñecas hueca

Aunque Lost in translation (2004), protagonizada por Bill Murray y Scarlett Johansson, no se inspire en ningún personaje preestablecido en los libros o enciclopedias, Sofia Coppola explota en una de sus cintas más laureadas la sensación de nostalgia que acarrean, de forma natural, sus protagonistas. La película narra la historia de dos personas muy dispares que se encuentran en un momento catártico de sus vidas, un relato que bebe de su divorcio con el también director Spike Jonze, que años después haría lo propio con Her (2013). Ambos están perdidos y se convierten en el refugio del otro mientras intentan comprender las vicisitudes de una cultura completamente distinta a la suya, con Tokio como protagonista.

La falta de algo y la reminiscencia de un pasado se diluyen en la cinematografía de una Coppola que ha retomado las historias de amor que encapsulan el vacío existencial que marca su carrera como directora. El pasado 14 de febrero llegaba a las salas de cine españolas Priscilla, cinta en la que se aborda la tóxica relación entre Priscilla Ann Beaulieu y Elvis Presley.

“En el sur de los Estados Unidos la figura de Elvis tiene mucho peso, yo crecí con sus discos en casa”, contó recientemente Cailee Spaeny, que da vida a Priscilla, a Infobae España. La joven se alzó con la Copa Volpi en el pasado Festival de Venecia por su interpretación de la historia de una mujer que acató las órdenes de un líder de masas musical. “Sin embargo, es curioso porque, no conocía en absoluto la historia de Priscilla, así que hacer esta película ha sido para mí como iluminar toda esa parte que estaba oculta”, añadió.

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Cuando la adolescente Priscilla Beaulieu conoce a Elvis Presley en una fiesta, el hombre que ya es una meteórica superestrella del rock and roll se convierte en alguien totalmente inesperado en momentos privados: un apasionante flechazo, un aliado en la soledad, un tierno mejor amigo. (A24)

La que fuera mujer de Elvis ha colaborado en el rodaje y confección de una película que plasma su relación con el ‘rey del rock’, un hombre que la relegó a un segundo plano y la moldeó a su gusto, introduciéndola en su universo de desenfreno, drogadicción y abuso. Fue la propia Priscilla (y no su actriz), la que afirmó que Coppola había conseguido plasmar la intimidad y las complicaciones de una criticada relación (por la amplia diferencia de edad). “No quería convertirlo en un villano ni centrarme en su drogadicción, pero sí fui honesta sobre sus defectos”, admitió Coppola en una entrevista con el Financial Times.

Priscilla es uno de los mejores trabajos de la estadounidense porque nos permite mirar de reojo una relación que debería estar oculta. Graceland es, para la protagonista, una casa de muñecas vacía en la que sólo hay exasperación y una esperanza ingenua de cambio que nunca llega. “Sofia tiene una extremada delicadeza para profundizar en los personajes y su gusto por el detalle es exquisito”, explicó Spaeny en su entrevista con este medio.

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Vacías, pero fabulosas. Coquetas, pero inquietas. Dóciles, pero rebeldes. Así son las mujeres que Coppola entiende, y retrata, a la perfección en un currículum narrativo en el que la exasperación vital está a la orden del día.

Cailee Spaeny en una imagen de 'Priscilla', de Sofia Coppola
Cailee Spaeny en una imagen de 'Priscilla', de Sofia Coppola
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