“La comedia siempre ha servido de antídoto al dolor”, dice Eva Hache (Segovia, 1972). Lo mismo debió pensar Sonia (interpretada por Ana Polvorosa), la protagonista de su primera película, Un mal día lo tiene cualquiera, un acercamiento a una disciplina artística en la que la cómica cede el foco protagonista. “Todo el mundo piensa que se improvisa muchísimo y que son un jolgorio”, indica a Infobae España sobre los mimbres de un rodaje.
Su debut como directora en la gran pantalla viene acompañado de un retorno a los escenarios 18 años después de sus primeros monólogos enunciados en los teatros de todo el país. “Ahora voy por España hablando de la menopausia, algo que no hubiese podido hacer hace 20 años”, indica entre risas. “Nunca he sido una cómica que haya utilizado chistes de risa fácil”, expone Hache, consciente de que los límites del humor encuentran, en la coyuntura actual, un grado de análisis pormenorizado y casi exhaustivo.
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Pregunta. Se estrena como directora en Un mal día lo tiene cualquiera. ¿Cómo ha sido esta primera experiencia cinematográfica?
Respuesta. Ha sido extenuante y gratificante, pero sobre todo un aprendizaje espectacular y una grandísima experiencia que estoy dispuesta a repetir. Dirigir una película me parece algo complicadísimo y una osadía. Si no hubiera sido porque Álex de la Iglesia y Carolina Bang lo tenían mucho más claro que yo, no creo que se me hubiera ocurrido. Muchas veces durante el rodaje he pensado, ¿por qué digo tan rápidamente que sí a las cosas? He pasado por momentos de mucha inseguridad, de pensar que hay muchísima gente mucho más preparada que yo para hacer esto.
P. La película dura menos de 90 minutos, una cifra que parece obsoleta en el cine actual. ¿Cree que algunos directores extienden en exceso sus relatos?
R. Hace poco, una señora que me encontré en la calle me dijo que había ido al cine con unas amigas y que habían salido disgustadas porque la película duraba poco y habían pagado ocho euros por ella. Ya que haces el esfuerzo de ir al cine, que te salga a cuenta, ¿no? Sinceramente, y sobre todo en comedia, me parece que es muy difícil, por mi experiencia en teatro y en espectáculos de humor, mantener la atención y la risa durante más de hora y media. Es confiar demasiado en los abdominales del público.
“En comedia me parece muy difícil mantener la atención y la risa durante más de hora y media. Es confiar demasiado en los abdominales del público”
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P. ¿Abusa la industria cinematográfica española de las películas con una fórmula cómica manida o de carcajada fácil?
R. A mí nunca me parecen suficientes, además funcionan muy bien en taquilla y a la gente le agradan. Yo creo que hay un deseo absoluto de reírse, de entretenimiento puro y duro, y desde luego no voy a ser yo quien diga que está mal. Para gustos los colores, cada uno que elija lo que quiera.
P. ¿Cómo valora su trayectoria en el mundo de la comedia?
R. Estoy muy contenta de todo lo que he hecho, no me arrepiento de nada. He tenido la suerte y el privilegio de poder elegir siempre y decir que no a cosas que no me gustaban o en las que, a priori, no confiaba. Estoy haciendo una gira de monólogos tras 18 años. Cuando empecé a hacer Noche Hache en 2005, dije ‘vale, esto es un trabajo que me va a llevar de lunes a jueves durante el curso escolar, voy a dejar lo otro’. De pronto, he redescubierto el placer de generar material propio y de hablar de cosas nuevas. Ahora voy por España hablando de la menopausia, algo que no hubiese podido hacer hace 20 años porque hubiera tenido que hablar de la experiencia de otras mujeres y desde el desconocimiento más absoluto. Lo bueno del monólogo es eso, que tienes que buscar el punto en común con los espectadores.
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P. Ya no se pueden hacer chistes de gitanos, homosexuales y mujeres, ¿no?
R. Se trata de una evolución lógica, ¿no? Todos nos hemos reído de cosas que ahora no nos hacen gracia. Yo estoy en contra de la cancelación, porque si eliminamos todo lo que aborrecemos, perdemos la capacidad de aprendizaje. Fíjate, yo soy todavía capaz de reírme de un chiste machista sabiendo que es machista, si está bien construido. A nosotros, como profesionales, nos hace crecer, pero tampoco debemos autocensurarnos. No hay nada más fácil que pedir disculpas de corazón. Nos equivocamos, no tenemos la ciencia infusa o el conocimiento absoluto.
“Yo estoy en contra de la cancelación, porque si eliminamos todo lo que aborrecemos, perdemos la capacidad de aprendizaje”
P. ¿Ha perdido España la capacidad de reírse de sí misma?
R. Creo que seguimos siendo una sociedad muy bien humorada, la verdad. Con esta gira estamos viendo que la gente tiene unas ganas locas de reírse y lo hace más sonoramente que antes. Lo que pasa es que, desde que entró el odio en las redes sociales y esa capacidad de desahogo desde el anonimato, parece que hay una negrura. Somos muy inocentes y pensamos que todos estamos en las redes, pero somos un porcentaje de la población pequeño. Le damos muchísima importancia a lo que se dice en Twitter, pero en realidad es porque los medios de comunicación están en un momento bastante precario en el que cualquier opinión se eleva a la categoría de noticia por el clickbait. Conozco a muchísima gente que está fuera de ese ámbito y que vive la vida con mucho menos ahogo, con felicidad incluso. Hay que borrarse las aplicaciones.
P. Hace unas semanas, El País desveló los testimonios anónimos de tres mujeres que acusaban al director Carlos Vermut de abuso sexual. ¿Cree que en nuestro país todavía cuesta dar este tipo de pasos?
R. Yo creo que sí. Cuando apareció el Me Too parecía que iba a ser un movimiento internacional, pero aquí todo quedó en agua de borrajas. En este caso concreto estamos hablando de tres mujeres que ni siquiera se han dado a conocer, o sea, que todavía siguen con el miedo o con la necesidad de que no se sepa quiénes son. Fíjate hasta qué punto todavía están en una posición de víctima recalcitrante.
“Le damos mucha importancia a lo que se dice en Twitter, pero en realidad es porque los medios de comunicación están en un momento bastante precario en el que cualquier opinión se eleva a categoría de noticia por el ‘clickbait’”
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P. ¿Alguna vez se ha visto envuelta en alguna situación incómoda a lo largo de su trayectoria profesional? Al final fue una mujer en un mundo de hombres.
R. Cuando hacíamos giras de monólogos casi todos los promotores eran hombres, y siguen siéndolo en la mayoría de casos. Yo siempre he sido muy clara, lo que no quiere decir que no haya pasado por momentos en los que haya sufrido algún abuso del que he salido muy airosa, porque siempre se nos ha educado para eludir el daño. Tampoco ha sido nada tan grave como para que haya significado un trauma. Siempre he pensado que parte de mi éxito era una cuestión de discriminación positiva, que yo pasaba por ahí y dio la casualidad de que había tan pocas mujeres que me eligieron. Ahora me doy cuenta de que lo que he hecho lo he hecho bien, y que mi trabajo lo conocéis no porque fuera una chica, sino porque estaba bien hecho. Todo es muy delicado todavía en este país. No me extraña nada que las mujeres tarden tanto en hacer públicas sus desgracias, porque todavía hay muchísima parte de la población, hombres y mujeres, que siguen poniendo el foco en la víctima.
P. ¿Qué opina de la división pública que hay con el programa de las hormigas?
R. A mucha gente le hace gracia y, precisamente por eso, la vida es maravillosa. Es una cuestión de gustos. La televisión sigue un poco anclada en los formatos y en los estilos de los noventa. Hay muy poca renovación porque la forma de ver entretenimiento ha cambiado brutalmente desde la entrada de las plataformas.
P. ¿Le gustaría volver a presentar un late night?
R. Me gusta mucho ponerme en una situación que no controlo, por eso he dirigido una película. Creo que la única manera de aprender es aceptar trabajos que no he hecho y eso me da muchísima vidilla. Fui súper feliz cuando hacía Noche Hache, pero es verdad que cuando llevo mucho tiempo seguido haciendo una misma cosa me agoto.