“El paro juvenil está en un 60 por ciento”. Un solo dato para comprender un fenómeno criminal de más de 40 años de historia. Quien habla es Francisco Mena, presidente de la coordinadora antidroga Alternativas, uno de los mayores conocedores del impacto del narcotráfico en la sociedad del Campo de Gibraltar. Tras el asesinato de dos guardias civiles a manos de los tripulantes de una narcolancha en el puerto de Barbate, recalca a Infobae España que “el narco se alimenta de la falta de oportunidades, el fracaso escolar y la exclusión social”.
Los jaleos y aplausos de decenas de vecinos mientras eran testigos de las embestidas de la narcolancha a los guardias civiles evidencian que el narcotráfico es “estructural” en una de las zonas con mayor desigualdad social de todo el país. “Si acaban con el narco, ellos van a la pobreza. Se cae la economía”, explica Mena. Esa incidencia es mayor aún en los en los barrios “más pobres” de Barbate, el Campo de Gibraltar, Sanlúcar de Barrameda y Chipiona, las poblaciones históricamente más castigadas por el tráfico de drogas, pero también por el paro y la precariedad.
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Hay que remontarse a los años ochenta para comprender cómo este tipo de delincuencia se ha asentado en la principal vía de conexión de Europa con el norte de África. “Estamos ante dos economías diferentes -España y Gibraltar-, lo que crea un entorno propicio para una actividad ilícita”, señala Mena. Se refiere al contrabando, principalmente de tabaco, que asentó las “dinámicas” y la “logística” de las que hoy se aprovecha el narco para la importación del hachís marroquí.
Esas décadas de contrabando también han dado “permisividad social” al narco, ya que “el negocio ha pasado de padres a hijos”. Ahora, las gentes del Campo de Gibraltar son “transportistas” en una cadena que lleva el hachís desde los cultivos de Marruecos hasta el consumidor último. En esa cadena, el narco que cruza el Estrecho sabe que tiene “poco que perder”.
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Abandono del Estado
“Nos abandonó el Estado y el ‘narcobienestar’ ocupó ese espacio”. Francisco Mena, que creó Alternativas en 1987, denuncia que, desde entonces, “todos los gobiernos han aplicado la misma receta” para frenar este fenómeno en el Campo de Gibraltar, el refuerzo policial que es “fundamental pero no suficiente”. Sostiene que lo que necesitan sus barrios para desligarse, poco a poco, del narcotráfico es “inversión” en sus vecinos.
No obstante, fue pionero en la reclamación que han hecho suya los sindicatos de Policía Nacional y asociaciones de Guardia Civil, la declaración del Campo de Gibraltar como Zona de Especial Singularidad, que ya es una realidad en zonas como el País Vasco o Navarra. Se trata de una medida que recompensa en la retribución de los agentes la particular peligrosidad en un determinado territorio. Aunque, puntualiza Mena, “si alguien piensa que esto se arregla con más policías, se equivoca”.