La tarde del 21 de enero de 1988 será siempre recordada para una pequeña localidad al norte de Galicia, con un nombre tan singular como la historia de su nacimiento. Cariño (A Coruña) lleva solo 36 años en el mapa como localidad separada de Ortigueira, una lucha que viene de muy atrás, como mínimo desde los últimos coletazos del franquismo, según recuerdan aquellos que vivieron su proceso de independencia. Sus vecinos siempre han tenido sus propios gentilicios (algo muy típico en el norte de Galicia): a los de Ortigueira no se les conoce como “ortigueireses”, son vilanchos y los de Cariño jamás fueron “cariñeses”, sino pixíns. De hecho, estos últimos tienen hasta su propio dialecto.
Siempre hubo diferencias, pero la idea de separarse comenzó a ponerse sobre la mesa tan solo una década antes de hacerlo, cuando se decidió construir otro instituto: Ortigueira no quería que se hiciese en Cariño, y los de Cariño pedían que, al menos, estuviese a media distancia entre ambas localidades, separadas por unos 20 kilómetros, pero cuyas funciones administrativas estaban concentradas en Ortigueira. Así lo recuerda Arturo Vidal, un capitán de pesca que participó activamente en la segregación, cuando tenía 27 años y era concejal independiente en Ortigueira, además de favorable a la segregación.
Te puede interesar: Cuál es la mayoría absoluta en Galicia: estos son los escaños que necesitan PP, BNG y PSOE para gobernar
Comenta que, a raíz de esta cuestión, a finales de los años 70 comenzaron las huelgas generales, con apoyo de las flotas, las conserveras y, en general, todas las empresas de Cariño. Finalmente, la decisión se tomó por un cúmulo de temas burocráticos y de servicios porque, de aquellas, la mitad de la población de Ortigueira la componían los vecinos de Cariño (alrededor de 6.000 personas). Además, era uno de los puertos más importantes del norte de A Coruña, su lonja funcionaba muy bien y su flota había aumentado su volumen considerablemente entre los años 70 y 80. En definitiva, veían sus servicios públicos y administrativos descompensados respecto a su peso social y territorial.
“Hubo muchos muros que salvar, las Administraciones, al principio, eran contrarias a la segregación, aunque finalmente se consiguió”, comenta Vidal. De hecho, asegura que las altas instancias de la Xunta y del Gobierno central intentaban frenar el proceso, aunque no pudieron por el apoyo social, que se traducía en miles de firmas que aterrizaban en los despachos de Santiago de Compostela y Madrid sin que nadie pudiese frenarlas. “Había muchas presiones”, insiste. “Hubo tensión, no querían que nos separáramos, porque en un ayuntamiento, cuanta más población tienes, más recursos te dan. Para Ortigueira fue un palo que nos separásemos”, comenta a Infobae España la actual alcaldesa de Cariño, Ana María López, que en aquel momento no tendría más de 16 años.
Te puede interesar: La ‘Moncloa gallega’: una mansión ideada por Manuel Fraga para dignificar la Xunta y que Feijóo y Rueda abocaron al desuso
“Se vivió como un día histórico”
Tras años de lucha, comandada por la asociación de vecinos del entonces inexistente concello, llegó el día 21 de enero de 1988, con Felipe González al frente del Gobierno y Fernando González Laxe de estreno en la Xunta. En los periódicos se hablaba de reanudar las conversaciones con ETA, de manifestaciones por la paz de Oriente Próximo y estaba a punto de hablarse de la primera segregación municipal en Galicia. “Lo vivimos con ilusión. Yo veía a mis padres, a la gente mayor con una alegría tremenda, viendo cómo se cumplía con este derecho. Fue histórico”, recuerda Ana María, que no puede esconder la alegría que aún le produce rememorar esa tarde.
Se acuerda de que, antes de que se anunciase formalmente por parte de la asociación, se rumoreaba por las calles del pueblo, y ya por la tarde hubo fuegos artificiales y la gente comenzó a salir a calle: “Fue una fiesta, se juntó a la gente delante de la cofradía, hay fotos, la gente mayor salió de sus casas. Se juntó todo el pueblo”, afirma. Ella aún puede ubicarse entre la muchedumbre de la fotografía en la que se inmortalizó la proclamación. “Fue una fiesta, de las mejorcitas y de las mayores alegrías”, remata la ahora regidora del concello.
Te puede interesar: La gestión de la autopista AP-9 de Galicia, un quebradero de cabeza para el 18-F: ¿Qué proponen PP, BNG, PSOE y Sumar?
Arturo Vidal tuvo la suerte de que la proclamación le pillase en tierra y no embarcado. Con 27 años y con experiencia en la política municipal, Vidal recuerda que la gente estaba “expectante” hasta que, ya a última hora de la tarde, “hubo un estallido de júbilo”, asegura. “Cuando llegó la información, todo el mundo se reunió espontáneamente en la Cofradía de Pescadores”, comenta Vidal, que recuerda la alegría de los más mayores y también de los niños, que se concentraron para escuchar el primer discurso que se escuchó en un Cariño independiente, desde aquel balcón que parece que todos los vecinos recuerdan al detalle. “Se abre una etapa en la historia de este pueblo. No va a ser un camino fácil porque partimos de cero, pero seremos nosotros mismos los que decidamos nuestro futuro”, fue la frase con la que nació Cariño como comarca, a la que se unieron Sismundi, A Pedra, Feás e Landoi.
“Está superado, pero cada uno lo suyo”
Han pasado 36 años desde aquel momento y, ahora, cualquier mínima tensión que pudiese haber entre los vecinos de Cariño y Ortigueira está superada, así lo asegura la alcaldesa, que trata muy a menudo con el alcalde de la otra localidad, con la que, además, comparte color político. “Yo siempre le digo: mientras me respeten lo que tengo en mi concello, no tengo problema, pero si me pisas… me voy a defender”, bromea Ana María, que comenta a este medio que tiene muy buena relación con el regidor de Ortigueira. “La gente recuerda los piques, pero, a día de hoy, mi hija tiene a sus mejores amigos y amigas en Ortigueira, tiene a su pandilla”, ejemplifica para mostrar la ausencia de rencillas.
Te puede interesar: Hasta 229.000 euros para que los diputados gallegos teletrabajen: el Parlamento comprará 110 portátiles táctiles y 80 impresoras
De hecho, aboga por un apoyo entre ambas Administraciones, porque las cosas han cambiado mucho en estas localidades del norte. Y es que Cariño ha perdido casi la mitad de los habitantes que tenía cuando se segregó y, pese a tener “el mejor puerto de toda Galicia”, no está desarrollado. “Se fue descuidando y ha cambiado la situación económica. También la gente, que se ha ido a estudiar fuera y no regresó”, lamenta la alcaldesa.
El exconcelleiro también apunta al bajón económico y social que pegó el municipio en los últimos años: se cerraron fábricas, se perdió el 80% de su potencial pesquero, y casi la mitad de sus habitantes. No lo achaca a la separación de Ortigueira, cuyas condiciones no son muy diferentes, sino que el relevo generacional comenzó a fallar y, en cuestión de unos años, se perdió buena parte de la industria pesquera, de la que dependía en gran medida esta comarca.
Ahora, los jóvenes no hablan mucho de la segregación, quizás ni saben de ella. Aunque los que la han vivido, como Ana María y Arturo, aún lo comentan en casa y se acuerdan con pelos y señales todo lo que ocurrió aquella tarde del 21 de enero de 1988.