Y el PP respiró aliviado. Alfonso Rueda ha ganado las elecciones gallegas y seguirá siendo el presidente de la Xunta. Los populares conservan uno de sus principales feudos (ha gobernado 36 de los 42 años de la historia autonómica) y lo harán con mayoría absoluta, la quinta consecutiva. El PP ha obtenido 40 escaños (dos menos que en 2020) y no dependerá de nadie para formar Gobierno. Alberto Nuñez Feijòo puede dormir tranquilo. La importancia simbólica de Galicia es indiscutible para los conservadores. De allí era su fundador, Manuel Fraga, y de tierras gallegas salió hace dos años su actual presidente nacional, el dirigente que más se jugaba en unos comicios que se han dirimido más que nunca en clave nacional. Una derrota (que nunca entró en los planes del PP) hubiera supuesto un duro golpe para el liderazgo de Feijòo.
El PP ha conseguido retener Galicia a pesar del fuerte crecimiento del independentismo. Ana Pontón, líder del BNG, ha hecho una buena campaña y sube de 19 a 25 escaños, una posición jamás alcanzada por el nacionalismo gallego. Las opciones de Pontón pasaban por un resultado más que aceptable de los socialistas, que se han metido un fuerte batacazo al bajar de 14 diputados a nueve. Y es que el ascenso de Pontón se ha nutrido en buena medida de votantes socialistas y del resto de la izquierda. El PSOE gallego se ha quedado por debajo del 15% de las papeletas.
José Ramón Gómez Besteiro, el candidato de Pedro Sánchez, no ha conseguido reanimar a un partido que tiene las alcaldías de las dos principales ciudades gallegas, Vigo y A Coruña, y que no ha podido huir de una campaña en la que por momentos se ha hablado más de la amnistía a los líderes del próces catalanes que de la sanidad gallega. El PSOE tendrá que hacer reflexión. Ha sacado su peor resultado histórico. “Necesitamos consolidar un proyecto”, fue la única autocrítica que hizo ayer Gómez Besteiro, que quiere seguir. Está por decidir que ese proyecto lo encabece él. Para ejemplificar la debacle socialista, el grupo parlamentario no tendrá derecho a realizar peticiones de comparecencia del presidente o de sus conselleiros, un trámite para el que se exigen al menos 15 diputados.
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La gran sorpresa ha sido la irrupción en el Parlamento gallego de un partido local, Democracia Ourensana, la formación liderada por Gonzalo Pérez Jácome. Ha obtenido un escaño, sí, un partido local, pero no será indispensable en la Cámara autonómica. De poco le servirá en su estrategia de pedir inversiones para Ourense, ya que se trata de un voto que el PP no necesitará en ninguna de las votaciones. Sumar ha sido otro de los grandes perdedores de la noche. Galicia suponía para la gallega Yolanda Díaz la primera prueba para poder comprobar si su incipiente partido (que forma parte del Gobierno central) tiene visos de tener implantación territorial. De momento el experimento gallego se salda con un suspenso para los de Díaz y su candidata Marta Lois, que no llegan ni al 2% de los votos. Otra formación que tendrá que hacer reflexión. “Son malos resultados sin paliativos”, sentenció Lois anoche.
La fragmentación de la izquierda no auguraba nada bueno. Podemos, como era de esperar, tampoco ha obtenido representación. Era lógico cuando su único objetivo era restar todos los apoyos posibles a Sumar y su líder oficioso, Pablo Iglesias, ha pedido incluso el voto para el BNG. Hasta el partido animalista Pacma ha obtenido más papeletas que la formación morada, que no ha llegado ni al 0,5%. En el otro lado de la balanza, la extrema derecha tampoco ha tenido un buen domingo. Vox no estará en el Parlamento gallego. Los de Santiago Abascal ya lo esperaban. “Estamos viviendo una agonía en Galicia con el avance del bloque separatista”, señaló Abascal culpando al PP del crecimiento del nacionalismo.
Con el 99,9% de los votos escrutados, el PP ha obtenido 699.800 papeletas, el 47,4% del total. Aunque tendrá dos diputados menos Rueda ha conseguido 72.000 votos más que Feijòo en 2020. El BNG logra 466.700 votos (31,5%), ganando 154.000 papeletas. El batacazo del PSOE gallego se traduce en 207.000 votos (el 14%), 46.700 menos que hace casi cuatro años. Los 15.300 votos de Democracia Ourensana le permiten conseguir ese parlamentario por la circunscripción de Ourense. Vox se queda en 32.400 votos y Sumar en 28.000 (no llegan ni al 2%). En 2020, la alianza de Podemos, Esquerra Unida y Anova obtenían 51.600 votos. Este domingo Podemos y su aventura en solitario no han llegado a las 4.000 papeletas.
Y eso que los nervios han cundido en las filas populares durante la campaña. Hace dos meses, Alfonso Rueda daba por descontada otra plácida mayoría absoluta y adelantó las elecciones a conveniencia del PP para desgastar al Gobierno de Sánchez en pleno debate sobre la amnistía. Feijòo y Rueda tenían muchos argumentos para hacerlo: durante casi cuatro años los sondeos situaban a los populares clavados en 42 escaños. Pero empezó la campaña y todo se empezó a torcer. Muchos sondeos pronosticaban que la ventaja de los populares se iba evaporando y que la izquierda, con un BNG en crecimiento, podría dar la sorpresa. De hecho, Ana Pontón era la líder política mejor valorada entre los gallegos.
Feijóo se tuvo que implicar para compensar el bajo conocimiento de Alfonso Rueda y porque sabía que la cita gallega se jugaba en clave nacional. La amenaza de Carles Puigdemont por carta a los eurodiputados de contar todo lo que había negociado con el PP antes de la investidura fallida de Feijóo llevó a los populares a intentar una voladura controlada a una semana de las elecciones: en una comida ante varios periodistas la dirección del partido reconoció que negoció con Junts, que consideraron la amnistía durante 24 horas, y que el PP está dispuesto a estudiar el indulto al expresident catalán si regresa a España y renuncia a la independencia. Un giro en el discurso que no gustó a muchos barones del PP y desató el pánico en Génova, ya que las últimas encuestas internas daban una victoria muy ajustada. Había demasiado ruido desde Madrid. “Galicia le ha mandado un mensaje a España, sin ninguna duda. El mensaje es que aquí no queremos chantajes, no queremos privilegios, queremos igualdad y entendimiento, queremos dignidad”, señaló Rueda tras conocer la victoria.
La participación ha sido del 67,18%, un récord a la espera de contar el voto emigrante. Hay que tener en cuenta que otros 476.514 gallegos que viven en el exterior tenían derecho a votar (esta vez sin el voto rogado). Solo lo ha hecho el 6,15% (29.300) del censo, multiplicando por cinco la participación de los comicios del 2020 (1,17%) pero muy lejos del 30% del 2009, la primera mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo. El voto emigrante se contará en los próximos días, pero no se esperan cambios. Galicia sigue siendo feudo del PP (Feijòo salva los muebles), con un BNG en alza y un PSOE hundido.