Cuenca es una de las ciudades más bonitas de nuestro país. Su casco histórico acoge infinidad de rincones mágicos que dejan al viajero con la boca abierta, por no hablar de sus famosas casas colgantes, el símbolo por excelencia de este destino. A su vez, cuenta con un patrimonio monumental maravilloso que permite descubrir múltiples estilos arquitectónicos y construcciones de gran valor monumental.
De este modo, todas ellas terminan por conformar un casco antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. De este modo, su visita es algo imprescindible si se quiere conocer una de las ciudades más bonitas de Castilla-La Mancha. Además, el viajero puede pasar la noche en su impresionante Parador, lo que termina por completar una oferta turística impresionante. Este alojamiento es uno de los más especiales de la provincia, pues además se desarrolla en un edificio de gran valor histórico.
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Un convento del siglo XVI
El Parador de Cuenca se ubica en el antiguo convento de San Pablo, construido en el bellísimo paraje de la Hoz del Huécar. Este es uno de los lugares más bonitos de la ciudad, ya que permite una panorámica ideal del Puente de San Pablo y de las Casas Colgadas. El edificio es un monasterio construido por el “canónigo Juan del Pozo en 1523 en estilo tardogótico plateresco y estrechamente vinculado al icónico Puente de San Pablo, que también recibe el nombre de dicho canónigo”, explican desde la web de Paradores.
En su interior, se puede apreciar una obra maestra del artista Julián Casado, la titulada como “Serie Malevich. Variaciones sobre una misma estructura”. “Esta pieza, constituida por 42 lienzos pintados entre 1978 y 1982, reflexiona sobre los postulados del artista ucranio Kazimir Malevich, padre del constructivismo, creando variaciones de la incidencia de la luz en un cuerpo geométrico”, detallan.
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A su vez, antiguas dependencias se han modernizado, mezclando la tradición con toques más vanguardistas. Así, destacan la cafetería, la cual se ubica en lo que fue la capilla del convento, así como el claustro acristalado y la piscina exterior. A esto se le suman infinidad de servicios y comodidades siempre a disposición del cliente para hacer la experiencia mayor.
Una rica gastronomía regional
El Parador de Cuenca ofrece al viajero una increíble gastronomía tradicional conquense gracias a su restaurante. Esta cocina se caracteriza “por la sencillez y la originalidad, en una versión actualizada. Una carta que conserva platos típicos de pastores, arrieros y pastores como los zarajos, las migas, el ajoarriero o el morteruelo de la que se disfruta en el antiguo refectorio de los monjes”, explican.
Así, se pueden disfrutar de deliciosos platos tradicionales en un salón decorado con un bello artesonado de madera. Entre sus especialidades, se pueden degustar: asadillo de pimientos, ajo mortero conquense, cordero manchego, helado de queso artesano y gelatina de miel de la Alcarria. Estos platos solo se suman a una extensa carta que deja con ganas de más.
Un paseo por Cuenca
Cuenca es una ciudad que cautiva al viajero. Su impresionante paisaje ha inspirado a artistas y escritores a lo largo de los siglos, donde además su casco antiguo es Patrimonio de la Humanidad. Se trata de un laberinto de calles empedradas que conducen a monumentos de notable importancia, como la Plaza Mayor o la imponente Catedral de Santa María y San Julián, primer ejemplo de gótico normando en España. Este templo cautiva con su fachada y su interior, donde destaca la capilla del Sagrario, una joya del barroco. Su historia, arquitectura y las obras de arte que alberga hacen de la catedral un punto de interés imprescindible.
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Otro emblema de Cuenca es las Casas Colgadas, edificaciones del siglo XIV que parecen desafiar la gravedad al borde de las hoces del río Huécar. Actualmente, albergan el Museo de Arte Abstracto Español, donde se pueden admirar obras de artistas reconocidos como Fernando Zóbel, Antonio Saura y Manuel Millares. Para los amantes de la historia y la arquitectura, el castillo de Cuenca, o lo que queda de él, ofrece una vista panorámica de la ciudad y sus alrededores. Aunque en la actualidad solo se conservan algunos muros y la puerta principal, el lugar es perfecto para pasear y disfrutar de un atardecer inolvidable.
Por su parte, el Puente de San Pablo, una impresionante estructura de hierro construida en el siglo XX sobre el río Huécar, conecta la ciudad antigua con el Parador Nacional y ofrece una de las mejores vistas de las Casas Colgadas. Cruzar el puente es una experiencia única, especialmente recomendable para aquellos que no temen a las alturas. Igualmente, el museo de Cuenca presenta una colección que abarca desde la prehistoria hasta la época moderna, con especial énfasis en la arqueología regional. Las piezas expuestas brindan una visión profunda de la historia local y su evolución.
La Ciudad Encantada y la Serranía de Cuenca
Por si fuera poco, Cuenca cuenta con uno de los parques naturales más bonitos de España. A escasos 50 kilómetros de la ciudad, el Parque Natural de la Serranía de Cuenca es perfecto para los amantes de la naturaleza, pues cuenta con infinidad de rutas de senderismo que permiten descubrir todos sus secretos. Uno de ellos es la bonita Ciudad Encantada, declarada Sitio Natural de Interés Nacional y caracterizada por sus formaciones rocosas, calcáreas o calizas formadas a lo largo de miles de años.
Igualmente, el entorno cuenta con una de las rutas más impresionantes de España. Esta conduce al nacimiento del río Cuervo, un impresionante paraje declarado Monumento Natural. Otro punto ideal para disfrutar de la naturaleza en cuenca es el Parque Cinético de El Osquillo, un parque natural donde se crían especies para la caza sostenible, y que nos permite ver en su entorno osos, lobos, cabras montesas, ciervos, gamos, corzos y jabalíes.
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Cómo llegar
Desde Madrid, el viaje hasta Cuenca es de alrededor de 1 hora y 40 minutos por las carreteras A-3 y A-40. Por su parte, desde Albacete el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 45 minutos por las vías A-31 y N-420.