“Ahora mismo, veo que los que están allí arriba, en ciertos momentos, son los que marcan la diferencia, y ahí es donde tengo que mejorar yo. Es una asignatura que tengo pendiente desde hace bastante tiempo: intentar aprovechar ciertos momentos. Las bolas de break y las bolas en contra son momentos que tengo que llevar de mejor manera”. En cuestión de días, Carlos Alcaraz ha pasado de afirmar “Tengo el objetivo de alcanzar a Djokovic en número de Grand Slams” a verbalizar una autocrítica cada vez más recurrente. Otra “derrota difícil”, que le ha “dolido mucho”; otro torneo, Buenos Aires, sin victoria final: el noveno desde que levantó Wimbledon en julio de 2023.
La preocupación es palpable, y que esta no se haya disipado en los últimos meses es lo que incrementa el suspense. Las dudas del número dos del mundo han vuelto a salir a flote en Argentina, al caer ante Nicolás Jarry en semifinales (7-6 [2], 6-3) y quedarse sin repetir entorchado. Ni siquiera ha logrado un chute de energía en la tierra batida, una superficie en la que es uno de los especialistas a tener en cuenta desde 2021. Tener problemas con el saque, el revés y el resto le aleja de ser tan sólido y completo en la actualidad como le demanda su ambición. Quizá, desmedida una vez que conquistó el segundo major de su palmarés.
Te puede interesar: Alcaraz abdica ante la potencia de Jarry y pierde su corona en Buenos Aires
Alcaraz vivió una primera mitad del curso pasado para enmarcar. Nada parecía imposible para él y su discurso, respaldado por los resultados, se llenó de sueños de grandeza. Una circunstancia a la que también habrán contribuido, no lo olvidemos, sus 20 años. Pero lo que se presumía que podía ser un punto de inflexión positivo para el murciano, como lo fue en mayor medida el US Open de 2022, no ha acabado de serlo. En la medida a la que le gustaría al gran público, a los expertos, al entorno y, por supuesto, a él mismo. Los títulos han dejado de llegar, hay muchos puntos en juego precisamente hasta la próxima edición del Grand Slam de la hierba (6.675, concretamente: acaba de perder 150) y, a la hora de la verdad, algo falla.
Todo comenzó en Toronto. Allí, Carlitos cayó en cuartos de final frente a Tommy Paul, y empezó a hacer declaraciones que ya nos suenan familiares, porque no han dejado de repetirse a partir de entonces: “No ha sido una buena semana. En ninguno de los partidos me he encontrado cómodo, aunque he tenido momentos de jugar mejor y peor. Pero, en general, no ha habido un partido en el que me haya sentido bien”. A continuación, en Cincinnati, llegó a su última final por el momento, con Novak Djokovic como verdugo y en un enfrentamiento realmente disputado. La ilusión resurgía: “Me siento orgulloso de mí mismo, sinceramente. Estaba hablando y no sé por qué lloraba, porque luché hasta la última bola. Casi le gano a uno de los más grandes de todos los tiempos de nuestro deporte”.
Te puede interesar: El clamor de la afición del Rayo por su estadio
Sin embargo, quedó apeado en semifinales de un US Open del que era vigente campeón, a manos de Daniil Medvedev. Tras aquel mazazo, Alcaraz entonaba el mea culpa y prometía mejorar, al reencontrarse con la zozobra: “Después de este partido, voy a cambiar mi manera de pensar. No soy lo suficientemente maduro todavía para manejar este tipo de encuentros. Debo aprender de esto”. Pero la gira asiática, primera de su trayectoria, no le permitió salir a flote. Todo lo contrario: ahondó en la herida.
Los meses más complicados de Alcaraz en la élite
En Pekín, se despidió nuevamente en semifinales, cuando Jannik Sinner, con la flecha totalmente hacia arriba, no le dio opciones. “Contra jugadores como Jannik, si no aprovechas esas oportunidades, es más difícil ganar o mantenerte arriba en el marcador. Es algo sobre lo que tengo que aprender […] No podía hacer lo de siempre, intenté jugar más profundo, pero no pude. Intenté jugar con otra táctica, pero tampoco me fue bien en esa parte. Esto es otra cosa que tendré que aprender si quiero vencer a Jannik. Luego, en el segundo set estaba fuera mentalmente. Me estaba quejando demasiado, algo que realmente dificulta que puedas jugar a tu mejor nivel. Es lo que tiene estar enojado contigo mismo. Esto es lo que pasó”, expuso Alcaraz.
Aún le fue peor en Shanghái, despidiéndose contra Grigor Dimitrov en octavos de final. “Tengo que trabajar más en algunas cosas si quiero vencer a los mejores y antes de volver a competir, voy a entrenar en varios aspectos de los que he podido aprender mucho en este partido”, aseguró en una rueda de prensa en la que, además, dijo: “Intentaré ganar los próximos eventos”. No lo consiguió, y ahí está la mezcla mitad humilde, mitad ambiciosa en la que se mueve Alcaraz durante la época reciente.
Quedar fuera del Masters 1000 de París a las primeras de cambio, en segunda ronda y a beneficio de Roman Safiullin, siguió dejando más incertidumbres que certezas a su respecto. “Simplemente, no me he sentido bien en pista. Tengo muchas cosas que mejorar, muchas cosas que entrenar”, se resignó Carlitos. En las ATP Finals, encontró un cierto atisbo de esperanza para cerrar la campaña. Eso sí, Djokovic le ganó fácil en semifinales. “Me he dado cuenta en lo que tengo que mejorar. Es muy importante. Salgo con una sensación mala, dolido, pero a la vez, centrado en lo que tengo que mejorar. Hoy me ha pasado por encima en muchos aspectos”, decía en noviembre.
Incluso su propio entrenador, Juan Carlos Ferrero, levantaba la ceja: “Tiene que aprender que la temporada es larga, que es su trabajo y no puede tener tantos descansos como le gustaría. Que si quiere ser el mejor tiene que actuar como el mejor y ser profesional todo el año”. Al arrancar 2024, la candidatura de Alcaraz para llevarse el Abierto de Australia estuvo sobre la mesa. Aun así, Alexander Zverev provocó que su aventura en Melbourne expirase en cuartos de final. Llevando a que el español, directamente, se quedase sin respuestas: “No sé qué decir. No sé qué ha pasado […] Seguro que en un futuro lo iré mejorando, seguro, porque si quiero ganar más Grand Slams, este tipo de cosas tengo que mejorarlas”.
Te puede interesar: La trágica historia de Alfonso de Portago, el primer piloto español de Ferrari e ídolo de Fernando Alonso
“Puedo jugar peor, pero no tener 0 feeling con mis golpes. Esto no debe ocurrir. Lo tengo que mejorar”, añadía. Sobre sus desconexiones, apuntaba: “Si nos vamos más atrás, me pasaba más de continuo, pero ahora menos. No me preocupa. Sé que es algo que cambiaré y le daré la vuelta. Sé que si me pasara, volveré y le daré la vuelta. Veréis un cambio”. Uno que no ha llegado en suelo bonaerense, sin que el escepticismo cese. “Lo positivo es que tengo muchas cosas que mejorar. Tengo que saber leer mejor los partidos y dar mi mejor versión en los momentos de tensión”, volvió Alcaraz sobre un tema, queda claro, recurrente.
Del dicho al hecho, hay un trecho. Y Carlitos necesita más de lo segundo a día de hoy. La impaciencia está empezando a señalar que la progresión de Sinner, por centrarse en uno de sus rivales, puede hacerle daño. Una realidad que no le es esquiva: “Me alegro por él porque es una muy buena persona y que él esté en este punto me ayuda a mí para mejorar y sacar lo mejor de mí”. ¿Conseguirá trasladar esa voluntad a la pista y que la regularidad vuelva por fin a su lado de la red? El tiempo apremia.