De emoción, ni hablar. El Real Madrid abandonó toda zozobra en las semifinales coperas de este sábado, mostrando su versión más aterradora. Esa que ya ha sacado a relucir en varias ocasiones durante esta temporada prácticamente sin tacha, a la que el Valencia Basket no supo encontrarle las cosquillas. El signo del partido era blanco sin remedio, algo que terminó por confirmarse al poco de arrancar la segunda parte. Cuando llegó la orilla, la marejada no había existido ni por asomo (95-76).
Reventando el partido en el tercer cuarto.
— Basket en Movistar Plus+ (@MovistarBasket) February 17, 2024
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Desde los primeros compases, al equipo taronja se le vio con muchas dificultades de hacer sombra a un equipo que acostumbra a dudar lo justo cuando del torneo del KO se trata. Un año después de ausentarse del duelo por el título, un auténtico rara avis en los últimos tiempos, el Madrid está de vuelta. No podía ser de otra forma en Málaga, talismán merengue cuando de la Copa del Rey se trata. Hace una década, el Martín Carpena acogió el ‘Llullazo’ padre, hasta que tuvo lugar el de la pasada Euroliga. En 2020, se levantó el trofeo allí, por última vez hasta la fecha. Una sequía que quizá se dé por finiquitada este domingo.
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Si eso sucede, y la tónica no cambia, Facundo Campazzo tiene muchas papeletas para repetir el MVP que ya se llevó en territorio malagueño hace cuatro años. El argentino no para de sentar cátedra en la dirección de juego, y sin él no se entiende la apisonadora que puede llegar a ser el Madrid si se lo propone. Otro que lleva un curso de sobresaliente es Vincent Poirier, más rocoso que nunca en la pintura desde que se le reclutó para la causa. Que Tavares no esté teniendo su Copa no es problema precisamente por lo bien que lleva desempeñándose el galo en lo que va de 23-24.
Dzanan Musa sigue a lo suyo: si tiene uno de esos días en los que ve el aro como una piscina, los contrarios ya pueden echarse a temblar. Gaby Deck no deja de entonarse más y más en cada nuevo encuentro, Guerschon Yabusele cumple sin fisuras a ambos lados de la cancha y Sergio Llull sabe hallar sus momentos de gloria. Chus Mateo cuenta a su disposición con tantísimas armas letales que es prácticamente utópico que a sus chicos se les escape una victoria si no paran de dar dentelladas en cuanto huelen sangre.
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El no-mate que lo cambió todo
Valencia Basket aguantó una mitad sin caer a la lona. Lo que le duró la gasolina a Brandon Davies, principalmente, y lo que le costó al Madrid evitar que los de Álex Mumbrú encontrasen opciones de agarrarse al marcador bajo tableros. Hubo una acción especialmente significativa, a partir de la cual ya no hubo manera de que los valencianos remontasen el vuelo. Cuando acababa de encestar un triple, Xabi López-Arostegui pudo poner a los suyos uno abajo (42-41) a 40 segundos del descanso. Todo parecía a su favor para conseguirlo, pero falló un mate al contraataque. A partir de aquello, el Madrid nunca volvió a estar a tiro.
Que Davies se cargase de personales en un visto y no visto no ayudó. Un 32-16 de parcial en el tercer cuarto lo dejó todo visto para sentencia. Aun así, dejar de pisar el acelerador no fue una opción para el conjunto merengue en el cuarto y último periodo, por si la fe del contrario movía montañas. Valencia Basket tiene en el Madrid a su bestia negra copera: 6-0 en contra tras lo de hoy. “A veces nos enorgullecemos de nuestro físico y hoy nos han pasado por encima en ese aspecto”, se resignaba Mumbrú.
Son 13 finales de 15 posibles últimamente para los blancos. A la par que 24 de 27 choques de Copa en los que no se cayó cuando la diferencia a favor era de nueve puntos o más al alcanzar el intermedio. Las estadísticas tienden a sonreír al Real Madrid, y mucho, en esta competición. En unas horas, una nueva oportunidad de entorchado.