Carlota Corredera ha visitado este viernes el pódcast La cena de los idiotés y ha sorprendido a sus interlocutores al exponer una situación ficticia que, sin embargo, guarda una evidente analogía con su realidad profesional. La presentadora ha acudido al espacio de Aimar Bretos en el que los invitados deben plantear un dilema moral ante el que el resto debe posicionarse, pero su historia ha resultado llamativamente familiar.
La gallega ha relatado la disyuntiva ficticia de una periodista y presentadora de televisión. “Todo el mundo la conoce, tiene una carrera meteórica. Hay gente a la que le gusta mucho, pero hay otra que realmente la odia. Va forjando poco a poco su carrera y, de repente, le ofrecen hacer un programa muy controvertido que tiene que ver con la violencia de género”, comienza narrando, asegurando que ese nuevo proyecto crea “una polarización brutal” en la sociedad y en la propia cadena.
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En ese sentido, es inevitable recordar el cisma que se abrió en Mediaset tras la emisión de la docuserie Rocío, contar la verdad para seguir viva, en la que Rocío Carrasco contó el maltrato que sufrió durante más de dos décadas por parte de Antonio David Flores. Corredera fue, precisamente, la presentadora de los debates del formato y uno de los rostros de Telecinco que se posicionó con más firmeza del lado de la hija de Rocío Jurado, llegando a protagonizar tensos enfrentamientos en Sálvame por ello.
“Ella decide posicionarse claramente con la igualdad, el feminismo y la violencia de género; no a favor, sino con las víctimas”, prosigue Carlota. La polarización sigue “coleando” durante unos meses hasta que la cadena decide prescindir de los servicios de esa presentadora. “Deja entonces de tener ese foco, esa visibilidad que tenía, pero sigue haciendo periodismo en sitios más pequeños”, apunta.
El dilema surge cuando, al cabo de unos meses, la misma empresa vuelve a llamar a esa periodista para proponerle volver, pero a cambio de una condición innegociable: “Esa persona tendrá que dejarse sus principios en la puerta del plató y ser un busto parlante. Tiene absolutamente prohibido opinar, defender o tratar cualquier tema que tenga que ver con la igualdad, la violencia de género o el feminismo”. “¿Querríais este contrato?”, ha preguntado la de Vigo a sus compañeros.
La respuesta al dilema
Tras el relato, el resto de invitados y el propio Aimar Bretos han dado su opinión al respecto. “Lo que están haciendo es valorarte como busto parlante, no como presentadora, porque si no te dirían ‘sé tú misma’. Yo no lo haría”, ha aseverado Manuel Jabois.
Juan Sanguino, por su parte, afirma que “aquí hay varios condicionantes, pero principalmente el ego de periodista”. Y es que él considera que “a lo mejor, la opinión de una persona no es tan importante”. Y agrega: “No hace falta que todos opinemos, tú puedes ser un gran periodista y ser aséptico. Es verdad que todo es política, incluso ser un busto parlante es una forma de hacer política, aunque sea por omisión, pero es un trabajo”.
Ángeles Caballero considera que la decisión dependerá de “cómo está de abierta la herida de esa presentadora con respecto al despido”. “Si uno ha sido capaz de cerrar esa herida y se siente fuerte, quizá aceptaría, porque diría ‘yo ya he demostrado que tengo mis principios’. Tu nómina te da mucha alegría y luego tienes otros altavoces”, ha expuesto.
El presentador del pódcast, por su parte, ha actuado como si esa situación le hubiera ocurrido realmente a Carlota Corredera. “Está muy bien este dilema hipotético, ¿y tú qué hiciste?”, le ha preguntado con una sonrisa pícara. “Dije que no”, ha sentenciado la gallega, reiterando después en varias ocasiones que su relato “es ficción”. Además, ha citado una frase del propio Jabois para aclararlo: “Esta historia no está basada en hechos reales, está basada en personajes reales. Los hechos que se cuentan son los que esos personajes cuentan”.