A escasos 10 minutos en coche de Portugal se ubica uno de los pueblos más impresionantes de España. Este destaca no solo por su rico patrimonio histórico y cultural, sino por enclavarse en el corazón de uno de los parques naturales más bonitos de nuestro país: el Parque Natural de Arribes del Duero. Así, se convierte en un destino donde los amantes de la naturaleza pueden disfrutar de hermosos paisajes a la vez que recorren todos los rincones de esta región gracias a las múltiples rutas de senderismo que alberga.
Estamos hablando de Fermoselle, una villa situada en lo alto de un cerro que enamora el viajero con todos sus encantos. De hecho, ha sido musa de autores y poetas como D. Miguel de Unamuno y cuna de personajes como Juan de La Encina. Por si fuera poco, cuenta con un conjunto monumental maravilloso que se cobija tras sus angostas y pequeñas calles, pero si por algo se caracteriza es por su patrimonio subterráneo. Bajo el suelo de Fermoselle, alrededor de 1000 bodegas son testigo de la cultura vinícola que posee este pueblo, lo que le ha valido el sobrenombre del ‘El pueblo de las 1.000 bodegas’.
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Un pueblo de enfrentamientos
El origen de Fermoselle se remonta a la Edad de Bronce, pues se cree que nace de un asentamiento prerromano de hace más de dos mil años. Así, por estas tierras pasaron diferentes civilizaciones como son los romanos, los cuales construyeron la vía de comunicación que comunica Zamora con Fermoselle conocida como la Calzada de Zamora. Tras ellos, llegaron los visigodos y después los musulmanes, hasta que la localidad fue conquistado por el Reino de León en el siglo XI.
Desde este momento, se convirtió en un enclave de gran importancia estratégica para el avance de las tropas leonesas hacia el sur gracias a su situación en mitad de los cañones del Duero. Sin embargo, a lo largo del siglo XIII, la villa sufre numerosos enfrentamientos entre el clero y la corona, los cuales se van alternando su control hasta que en el año 1294, el rey Sancho IV entrega el castillo y la villa a Pedro II. A su vez, la localidad tiene un papel fundamental en la conocida como Guerra de las Comunidades de Castilla (1520-1522).
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De este modo, Fermoselle se convierte en el principal centro militar del obispo Acuña y una de las más importantes fuentes de hombres para el bando Comunero. “Tras la batalla de Villalar en el que el bando Real aniquila al bando Comunero, los supervivientes emprenden la huida hacia Portugal a través de tierras zamoranas, siendo el castillo de Fermoselle el último refugio de los Comuneros antes de cruzar la frontera”, cuentan desde el portal web del pueblo.
Tras esta batalla, el castillo fue totalmente destruido, quedando en un estado deplorable durante muchos años. Igualmente, dada su cercanía con Portugal, la villa fue un lugar también de enfrentamientos entre ambos países, de hecho, durante alrededor de dos siglos estuvo bajo el dominio del país luso. En este sentido, gracias a su dilatada historia, se puede apreciar a día de hoy un patrimonio único que sorprende al viajero con su impresionante conjunto monumental
Un paseo por Fermoselle
La mejor forma de descubrir la villa es perdiéndose por su bello casco histórico. En él, sus estrechas y angostas calles permiten conocer rincones que dejan con la boca abierta. Así, destacan monumentos como son el castillo de Doña Urraca, qué situado en las cercanías de la Plaza Mayor, fue construido sobre los farallones de tal modo que facilitaba la defensa de la localidad. En el año 1172, Doña Urraca se fue a vivir a Fermoselle tras la anulación de su matrimonio con el rey Fernando II.
A día de hoy esta fortaleza está prácticamente desaparecida, de hecho, algunas piedras del antiguo castillo y la muralla forman parte de fachadas de algunas de las casas de la villa. Otra parada imprescindible es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la cual es el principal monumento del pueblo. Con orígenes en el siglo XIII y estilo románico, es una de las joyas arquitectónicas de Zamora. A este templo le acompaña el convento de San Francisco.
Esta construcción tiene su origen en el siglo XII, época en la cual contaba con una iglesia de estilo románico, conocida como de San Juan Bautista. Posteriormente, se convirtió en ermita y con el paso del tiempo se quedó en ruinas. No obstante, en el siglo XVI se convirtió en hospital para en 1730 ser el edificio tal y como se conoce hoy en día.
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Naturaleza y 1.000 bodegas
Durante cientos de años, los vecinos de Fermoselle llevan almacenando su vino en las profundidades del pueblo para protegerlo de las inclemencias meteorológicas. Esto le otorga un carácter único que hace de este producto toda una delicia. Así, una de las visitas imprescindibles en el pueblo es a estos pequeños habitáculos excavados en la roca, lo cuales algunos datan del siglo X. Presentan arcos de medio punto, pilares y sillería que se van comunicando unos con otros a través de galerías hasta conformar otro pueblo bajo el suelo del municipio.
El turismo rural y el ecoturismo también juegan un papel crucial en Fermoselle. Los visitantes se sienten atraídos por las oportunidades de realizar actividades al aire libre como senderismo, piragüismo, y observación de aves en el Parque Natural de Arribes del Duero. Además, la gastronomía de la región, que incluye productos locales como el queso, el embutido, y los platos a base de carne de caza, complementan la experiencia turística.
Cómo llegar
Desde Zamora, el viaje hasta Fermoselle es de alrededor de 50 minutos por la carretera CL-527. Por su parte, desde Castelo Branco, en Portugal, el trayecto tiene una duración estimada de 40 minutos por las vías IC5 y N221-7.