Alfonso Rueda ha rechazado acudir al debate electoral que ha organizado RTVE. La cita ha sido declinada por el equipo de campaña del actual presidente de la Xunta de Galicia con el objetivo claro de evitar cometer errores que puedan lastrar su camino hacia la presidencia de la comunidad autónoma.
No obstante, tras el fin de semana en el que Alberto Núñez Feijóo desveló en una comida con periodistas que “había estudiado durante 24 horas la amnistía” y que planteó un plan de reconciliación con Cataluña, en el que estaría incluido un posible indulto a Puigdemont, Rueda ha pasado del ataque a la defensa, en términos electorales. Con este nuevo escenario, no son pocas las voces que plantean que es errática la estrategia de no acudir a la cita organizada por la televisión pública, después de no poder brillar de forma clara durante primer debate de la campaña organizado por la TVG.
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El marco de la campaña de Rueda ha sido claro, siguiendo la línea de Ayuso. Si la presidenta de la Comunidad de Madrid arrasó con “comunismo o libertad”, Rueda ha pretendido plantear la campaña como “el PP —y, por tanto, yo— o el caos”. Sin embargo, para llevar a cabo esa estrategia y en un momento en el que los populares se encuentran defendiendo posiciones, resulta imprescindible evitar que el BNG y el PSdeG tengan espacio para ensayar la posible futura coalición de Gobierno.
Los debates electorales a los que no se acude pueden acabar de dos formas: perdiendo por desaparición, o no ganando por omisión. El primero de los escenarios es el más probable por la incapacidad del candidato que no está presente de no poder defenderse ante los argumentos del resto de participantes. Además, en esta ocasión, el BNG y el PSdeG son conscientes de que se necesitan mutuamente, por lo que no se atacarán más allá de lo estrictamente necesario para dejar claro que son formaciones diferentes, pero quién es su verdadero bastión a batir es Rueda, el cual ni estará, ni podrá contraargumentar a su favor.
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La otra posibilidad es no ganar, pero al mismo tiempo tampoco perder, esta estrategia puede funcionar cuando estás en una posición de ataque, es decir, los votantes se van sumando a tu candidatura, cuestión que todas las encuestas apuntan a que este fenómeno no está ocurriendo, ya que la tendencia actual del PP es claramente a la baja.
Al mismo tiempo, el PP dará espacio al BNG para que evidencie lo que en la formación denominan “la incomparecencia de Rueda” y su “ausencia política” durante estos dos últimos años, al mimo tiempo que explicarán sus propuestas para Galicia y los gallegos, el eje principal de su campaña. Por su parte, el PSdeG exprimirá el debate para, de facto, convertirse en el socio del BNG e intentar evitar la fuga de votos imparable que están sufriendo a favor de los nacionalistas. Es previsible que Besteiro intente sacar rédito político a las medidas que ha aplicado el Gobierno de España en los últimos cinco años.
Recuerdos del 23J
La última semana de campaña del 23J no fue como al PP le hubiera gustado. La entrevista en TVE a Feijóo permitió al PSOE situar el marco en “las mentiras de Feijóo” y no en los pactos de Sánchez, como había sido la tónica general desde el comienzo de la campaña de las municipales y autonómicas de mayo.
Al carro de que Feijóo solo mentía también se subió Vox que vio en el marco del PSOE la posibilidad de frenar las fugas de votos al PP, estrategia que aplicó Santiago Abascal en el debate y que combinó con el cuerpo a cuerpo con Sánchez.
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La ausencia del candidato popular en el debate de TVE permitió que Yolanda Díaz y Pedro Sánchez escenificaran todo lo contrario a lo que había pretendido plantear el PP durante todo el proceso electoral. Mientras que el PP quería dejar claro que los socios de la coalición solo se peleaban, el PSOE y Sumar aprovecharon para evidenciar todo lo contrario: su buena sintonía y la máquina bien engrasada que existía entre ambos líderes. Al mismo tiempo, se escenificó que el bloque conservador no tenía buena relación a pesar de gobernar juntos en comunidades y ayuntamientos. Este escenario dejó espacio al bloque progresista plantear la idea del caos que supondría un ejecutivo formado por las fuerzas conservadoras.
Aquel debate pudo no ganarlo ningún bloque, pero quien más perjudicado salió, poco después se vio en los trankings internos de las formaciones, fue Alberto Núñez Feijóo, quien perdió por desaparición, no se pudo defender, ni aplicar ningún tipo de estrategia y eso que su posición electoral era el ataque y no la defensa.