Inglaterra había caído eliminada en semifinales del Mundial de 1990 a manos de Alemania, los que a la postres serían campeones, y Gary Lineker, frustrado por la derrota, se resignó ante los acontecimientos. “El fútbol es un deporte creado por los ingleses en el que se enfrentan once contra once y siempre gana Alemania”. Su frase pasó a formar parte del libro oraciones célebres del fútbol y era recordada cada vez que los teutones exhibían su poderío físico. Sin embargo, antes de que Lineker fuera consciente de tal axioma, en las entrañas del Santiago Bernabéu aquel temor circulaba cada vez que el Real Madrid debía viajar hasta el país germano para disputar un partido de competición europea. Lugar y forma donde disputa este martes la ida de octavos de final ante el Leipzig.
Las fronteras alemanas se convirtieron en territorio comanche para el cuadro blanco que únicamente logró una victoria en 47 temporadas. Casi medio siglo en el que se repitió el mismo guion pese a los diferentes escenarios en los que se rodaba la película. La maldición alemana merengue la muestran sus 18 derrotas, seis empates y un único triunfo -ante el Leverkusen en el año 2000- y su dispar bagaje goleador con 62 dianas encajadas y sólo 23 anotadas. El TSV 1860 Múnich -en octavos de la final de la Copa de Europa de 1966- puso la primera piedra de la muralla alemana que no logró derrumbar el Real Madrid hasta 2014 cuando pasó por encima (1-6) del Schalke.
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Hamburgo, Kaiserslautern, Borussia Monchengladbach y las tres manitas
El libro de los horrores del equipo merengue en Alemania cuenta con tres capítulos sangrientos. La generación de Juanito, Santillana, Del Bosque, Cunningham, Camacho y Stielike cayó con estrépito en su visita a Hamburgo. Tenian un pie en la que iba a ser la novena final de la Copa de Europa después de ganar 2-0 en la ida de las semifinales. No obstante, esta sólo duró 16 minutos, lo que tardó el cuadró germano en igualar la eliminatoria con un penalti transformado por Manfred Kaltz y el cabezazo de Horst Hrubesch. Cunningham devolvió la ilusión a los blancos, pero el rodillo teutón humanizado de nuevo en los dos anteriores protagonistas y Caspar Memering (5-1) enterraron esperanza alguna.
“Los aficionados no querían irse a casa, se quedaron en el estadio cerca de una hora. Creo que ese fue el mejor partido del Hamburgo de todos los tiempos”, apunta Ditmar Jakobs, defensa del cuadro alemán aquel día. Dos temporadas después, el Real Madrid volvió a tropezar con la misma piedra, esta vez ante el Kaiserslautern en un partido con guion idéntico al de Hamburgo. Volvieron a llegar con dos goles ventaja y otra vez vieron como la renta se esfumaba a merced de un inicio de partido apático. El Madrid acabó jugando con tres jugadores menos -Cunningham, Pineda y San José fueron expulsados- y con otra manita (5-0) para anotar en el currículum.
Y como no hay dos sin tres, el Real Madrid volvió a llevarse un duro correctivo la siguiente ocasión que jugó ante un equipo alemán. El Borussia Monchengladbach recogió el testigo de Hamburgo y Kaiserslautern con otra manita (5-1). El Real Madrid de la ‘Quinta del Buitre’ comenzó a vivir en sus carnes las desgracias de Alemania, un fantasma que volvió a sobrevolar por la casa blanca un frío día de noviembre que les dejó congelados tras los cinco goles germanos.”Les superamos por completo por completo”, explica Uwe Rahn, autor de dos goles aquella noche. No obstante, el tanto de la honra de Rafael Gordillo fue clave para la vuelta, donde el conjunto blanco arrasó al Monchengladbach forjando su historial de remontadas (4-0). Después, ganaría la UEFA tras deshacerse en la final del Colonia.
El Bayern de Múnich, la bestia negra del 9-1
Al comienzo de la temporada 1980-1981 el Real Madrid tenía motivos para sentirse feliz. El año anterior había ganado el doblete, y en la Copa de Europa solo había caído en semifinales ante el Hamburgo, por una mala noche en el partido de vuelta. El equipo, de la mano de Boškov, cuajaba. Estaba en marcha la renovación hacia el equipo de los Garcías. Durante la pretemporada, el Real Madrid aceptó un amisto en Múnich con sólo ocho días de preparación en las piernas de sus futbolistas. El Bayern, por su parte, llevaba más de tres semanas y estaba a punto para empezar la Bundesliga nueve días después, pero el montante económico sedujo a un Real Madrid que firmó una debacle histórica.
Al descanso el resultado ya era de 7-0, hat-trick del hermano de Uli Hoeness, Dieter, y doblete de Rummenigge mediante. Y el marcador se fue hasta el 9-1 final. “Nunca en mi vida me metieron siete goles”, lamentaba García Remón. “Los alemanes parecían aviones”, decía García Navajas. “Al Bayern le salió todo redondo”, suspiraba Pérez García. Aquel sonrojante resultado dejó una reflexión, la del técnico merengue Vujadin Boskov, aún recordada. “Es mejor perder un partido por nueve goles que nueve partidos por un gol”. En la otra acera, Uli Hoeness parecía tener clara la receta para tumbar al Real Madrid. “Nos tenían más respeto de lo que nosotros a ellos”.
Giro de 180 grados a partir de 2014
El Bayern comenzó a forjar en aquel amistoso su leyenda como bestia negra del Real Madrid. Y los resultados así lo demostraron: hasta 2014 los merengues no sabían lo que era ganar al Bayern a domicilio. “Cada vez que vienen a Múnich se cagan en los pantalones, dijo Salihadmizic en abril de 2002, tras una nueva derrota continental en Baviera (2-1 en la ida de cuartos de aquella Champions). “Somos su bestia negra”, aseguraba Rummenigge y las camisetas y bufandas hechas para recibir al Madrid cada vez que arribaba en Múnich.
Hasta 2014, cuando los blancos conquistaron su décima Champions recorriendo Alemania. Eliminaron al Schalke, Borussia Dortmund, que años anteriores había endosado un 4-1, y pasaron por encima del Bayern (0-4) en un partido en el que ardieron hasta los árboles, aunque el fuego no fue en la dirección esperada por Rummenigge. Desde entonces el Bayern de Múnich no ha sido capaz de batir al Madrid en cuartos de final de la Champions 2016/17 (1-2 y 4-2) y en las semis del curso siguiente (1-2 y 2-2). Tampoco pudieron el Dortmund en la fase de grupos de la 2017/2018 (1-3 y 3-2) ni el Borussia Monchengladbach en la fase de grupos de la 2020/2021 (2-2 y 2-0). El Real Madrid viró el rumbo de la historia y dio una vuelta de tuerca al axioma de Lineker. Ahora es el gigante el alemán el que no gana.