La ristra de errores cometidos por el entonces candidato del PP a la Presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, tuvo incluso un nombre para la prensa que cubría las elecciones del 23-J: “La semana negra de Feijóo”. Todo ello, sumado a la euforia de los sondeos del 23-J que daban a Feijóo como ganador indiscutible y con posibilidades de formar gobierno, desembocó en un batacazo el domingo electoral, que plantó al líder del PP en la oposición.
Era difícil que el Partido Popular fuese el artífice de un déjà vu en este sentido pocos meses después, pero no imposible. Y a una semana de las elecciones gallegas del 18 de febrero, Génova se ha autoboicoteado en Galicia y ha saltado con una de las informaciones que más daño les podría hacer: Alberto Núñez Feijóo valoró durante 24 horas la posibilidad de conceder el indulto Carles Puigdemont para ser investido presidente del Gobierno. Justo lo que el PP lleva criticando meses y exactamente lo contrario de lo que dice hacer.
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La ‘semana negra de Feijóo’ antes del 23-J
Pero ese tropiezo ya lo cometió hace poco más de medio año: en la semana previa al domingo electoral del 23 de julio, el entonces candidato del PP incurrió en una serie de errores que pudieron influir en el resultado final de los comicios, en los que los populares sacaron 137 escaños, por debajo de los 150 previstos en las encuestas externas e internas. Comenzó enredándose con Vox por la investidura del popular Fernando López Miras, que no había logrado la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Miras rechazaba la coalición con Vox, y la extrema derecha contemplaba esta como la única opción para investir al que ahora ya es presidente autonómico.
Sin embargo, el volantazo con Vox fue mucho más allá de lo autonómico, ya que el PP emprendió una cruzada contra los de Abascal para hacerse con los llamados “restos” en 18 provincias que podían ser determinantes para ganar escaños. Así, comenzó a acusarles de compartir intereses con el sanchismo y a amedrentar a sus votantes diciendo que su apoyo se traduciría en más escaños para la izquierda.
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Sin embargo, la primera ficha que desencadenó el efecto dominó, fue la de las pensiones. El líder del PP afirmó que los gobiernos de su partido siempre han subido las pensiones conforme al IPC. Lo dijo en una entrevista en RTVE, en la que la entrevistadora se dio cuenta de que el dato no era cierto y le pidió rectificar, algo que Feijóo no hizo en ese momento. Poco después, tuvo que publicar un mensaje en su cuenta de X (antes Twitter) precisando que “el PP subió las pensiones cada año” sin vincular esa subida a la de la inflación.
Otro error lo cometió con la empresa pública Correos, contra la que vertió sospechas de pucherazo, y posteriormente tuvo que recular. Y también dio marcha atrás en las acusaciones a Sánchez de que el juez había archivado el caso Pegasus por falta de colaboración del presidente del Gobierno. Tampoco asistió Feijóo al último debate de candidatos, que se tradujo en una ofensiva de la izquierda contra él, perdiendo su oportunidad de defenderse. Y no jugaron a favor del PP sus palabras sobre el narcotraficante Marcial Dorado, reconociendo, por primera vez, que sabía que era contrabandista de tabaco cuando se publicó la famosa fotografía de ambos en un yate en el año 1995.
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Feijóo llegó a suspender la campaña alegando un “tirón en la espalda”. Pero la retahíla de infortunios no se quedó en standby, y en uno de los actos finales, que se celebró en Madrid junto con la presidenta Isabel Díaz Ayuso y el alcalde José Luis Martínez-Almeida, remató la ‘semana horribilis’ cargando contra el maquillaje de Yolanda Díaz.
Patinazo con Puigdemont antes del 18-F
Feijóo ya no es el candidato, sin embargo, lo que pase el domingo en Galicia jugará en su contra, aunque difícilmente a su favor. Si Alfonso Rueda revalida la Presidencia en la Xunta —que el ahora líder de la oposición le encomendó para dar el paso nacional— el resultado será atribuible al candidato gallego, y más después de este aparatoso traspié en plena campaña electoral. Pero, en el caso de que Rueda pierda la mayoría absoluta, las miradas se dirigirán a Feijóo, quien dejó la Presidencia gallega tras cuatro mayorías absolutas para llevar al PP a la Moncloa, lo que no logró.
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Sin duda, los contactos con Junts el verano pasado le pasarán factura. Su liderazgo al frente del partido ya está siendo fiscalizado, un ingrediente que, sumado a una eventual pérdida de la hegemonía en Galicia, puede derivar en un menú totalmente indigesto para los populares.