La extensión del currículum sí importa, aunque el Girona se plantase en el Bernabéu convencido de lo contrario. Los de Ancelotti cuajaron su mejor partido de la temporada el día y ante el rival que debían hacerlo. Minimizaron sus defectos y elevaron sus virtudes hasta cotas exponenciales. Sin centrales sanos en defensa, el Real Madrid finalizó el partido sin conceder ningún tiro a puerta a su rival. No por incomparecencia del Girona, que fue valiente y fiel a su esencia, sino por el voraz partido del Madrid, hambriento de goles. Recital de Vinicius.
Marcó uno y regaló otro a Bellingham y más tarde a Rodrygo, que rompe su sequía. Joselu desperdició desde los once metros la oportunidad de redondear el partido con una manita. Queda Liga, pero el Madrid va sacando rivales de la mesa. Y el Girona ya sabe que el currículum no lo es todo, pero está ahí por algo. Calidad, oficio y pegada. El Real Madrid hizo un ejercicio extraordinario de su esencia y reflejó las virtudes que debe tener un equipo campeón. Sortear cualquier imprevisto también está en la tradición blanca. Fue un Madrid superior, convencido de que era el día para dejar fuera de duda su autoridad frente a un Girona que tuvo mejor gusto con la pelota que remate, la llave de los títulos.
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Vinicius vuelve a bailar
Ancelotti miraba a la grada con nostalgia de lo que antes tenía a pie de campo. Sin Militao, Alaba, y Nacho y tras conocer la caída del único central sano horas antes del encuentro -Rüdiger-. De modo que el Madrid recibió al equipo más goleador del campeonato con Tchoumaneni y Carvajal actuando en el eje de la zaga. Dos inexpertos. No obstante, acumulación de desdichas, lejos de ser un desaliento, eleva el gen competitivo del grupo blanco que se mueve en situaciones de emergencia con naturalidad médica. Las paredes del túnel de vestuarios avisaban. “Ningún jugador es tan bueno como todos juntos” y el terreno de juego lo confirmó.
A estas alturas de campeonato, con todo por ganar y casi todo ganado, Michel comprendió que la visita al Bernabéu era un todo o nada. Su alineción lo demostraba. No podía contar con Yangel Herrera por sanción y en lugar de sustituirle con un jugador de perfil similar -Arnau- optó por Portu, un mediapunta. Fue un once de ahora o nunca, un llevar la hazaña hasta el extremo. Aunque la valentía duró lo que quiso Vinicius, que a los seis minutos desbloqueó el partido con un gol a la altura de muy pocos. Recibió pegado al costado, se perfiló y soltó un latigazo cuya rosca dejó en vano la estirada de Gazzaniga.
Bellingham sentencia y da el susto
Para germinar el segundo gol ni siquiera necesitó regatear. Le bastó con levantar la mirada. Mientras Couto se preparaba para echar a correr y tratar de frenar el desborde por banda, Vinicius vio la carrera de Bellingham y le envió un regalo con el exterior. El inglés regateó a Gazzaniga y acertó con la red. Valverde y Vini colaboraron a sellar las bandas y Camavinga empleó sus tres pulmones para apropiarse del partido. El francés barría el centro, rompía líneas y encontraba huecos donde nadie más lo hacía. El Girona salió con energías renovadas tras el paso por vestuarios. Míchel agitó la coctelera dando entrada a Pablo Torre, pero para entonces a su equipo ya se le había llevado por delante el huracán Vinicius, que decidió echar el telón al partido con otras de esas jugadas inventivas.
Secó a Yan Couto, la víctima de la tarde, con una pisadita y un toque hacia fuera, golpeó raso sin demasiado ángulo y Bellingham, que pasaba por ahí con el tobillo maltrecho, sentenció el duelo y media Liga antes de contener la respiración del Bernabéu al marcharse sustituido. Completó la goleada Rodrygo, tras a un largo eslalon finiquitado de manera contundente. Joselu pudo redondear la tarde desde los once metros, pero la madera repelió su disparo. En ese momento terminó el partido y la entrevista del Girona para el puesto de líder. Lo retiene el Real Madrid haciendo gala de sus históricas virtudes. El currículum no determina, pero condiciona.