La indignación en el campo abraza las ideas de la ultraderecha: “Es la Agenda 2030”

Las protestas de agricultores y ganaderos se extienden por España, con unas reivindicaciones anti ecologistas que claman contra el Pacto Verde Europeo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible

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Unos 300 tractores cortan la autovía de Huesca. (Imagen cedida a 'Infobae España')
Unos 300 tractores cortan la autovía de Huesca. (Imagen cedida a 'Infobae España')

Los agricultores llevan varios días tomando las calles. Lo que en Barcelona se definió como un “golpe en la mesa” para protestar por las condiciones del campo y se extiende por toda la geografía española. El movimiento defiende estar alejado de partidos políticos y sindicatos: ellos han surgido de las redes, de los grupos de WhatsApp y todo ello bajo el paraguas de un grupo surgido hace apenas unos días: Plataforma 6F. Sus líderes, Lola Guzmán, Manuel Hernández y Xavier da Pena, han conseguido movilizar a miles de trabajadores por toda España y a sus protestas se han unido sindicatos y organizaciones agrarias como Uniò de Pagesos en Cataluña, Asaja, COAG y UPA .

Para este viernes, la Plataforma ha convocado manifestaciones en las sedes de las Delegaciones de Gobierno de cada Comunidad Autónoma. Mientras, sus llamadas a tomar las calles y a luchar por el campo han hecho que se movilicen otras personas. Pequeños grupos de agricultores y ganaderos que, de forma paralela, abrazan sus reivindicaciones contra las leyes de Cambio Climático, Bienestar Animal, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Pacto Verde Europeo. Un discurso anti ecologista propio de la ultraderecha europea, motivado por las dificultades que sufre el campo.

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En la comarca de Cinco Villas, al norte de Aragón, un grupo de 80 agricultores planeaba este jueves una “tractorada” en las carreteras, según pudo saber Infobae España. Finalmente han sido 300 y han cortado la autovía de Huesca, a la altura de Zuera. Bajo el nombre de Agrupación Nacional de Agricultores y Ganaderos del Sector Primario de Aragón, reivindican rebajar las exigencias de la Política Agraria Común, derogar la Agenda 2030, la ley de bienestar animal y mayores controles para los productos que vienen de fuera de la Unión Europea.

Unos 300 tractores cortan la autovía de Huesca. (Imagen cedida)
Unos 300 tractores cortan la autovía de Huesca. (Imagen cedida)

Jorge es uno de los manifestantes que saldrá a protestar por la situación que vive el campo. Asegura que “estamos dirigidos desde Bruselas, de grupos ecologistas” y que no escuchan las peticiones que se hacen desde el campo, “cuando los primeros que defendemos la tierra somos los agricultores. No verás a un agricultor tirar un papel de plata ni una lata en el campo”.

Defiende que detrás del movimiento no está “la gente de derechas o de Vox”, simplemente un grupo de agricultores de la zona organizados por WhatsApp. “Aquí no hay nadie detrás, yo he ido con gente de todos los signos”. Rechazan por ello la presencia de partidos políticos y sindicatos.

La protesta de los agricultores se extiende por todo el país, colapsa varias autovías y apunta a Barcelona.

Las condiciones que ahogan al campo

Las protestas vienen marcadas por la situación del campo español, un malestar que se vive en otros países de Europa. La falta de lluvias ha ocasionado enormes pérdidas en las cosechas. Jorge tiene un terreno de secano, 200 hectáreas que deberían darle, según sus cálculos, 4.000 kilos de cereal, pero este año no ha recogido “ni mil kilos por hectárea, y para cubrir gastos necesitas 3.000 kilos. Entonces es la ruina”.

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A ello se añade las grandes subidas de costes. “Los abonos se han cuadruplicado, los sulfatos valen casi el triple, porque cada vez son más restrictivos, el gasoil se ha duplicado… y sin embargo, nuestro producto vale menos”, denuncia. El precio del cereal es un 20 % más bajo que en el 2021, pese a la subida de los gastos.

En sus problemas tienen que ver, en parte, las normativas ecológicas españolas y europeas, como señala Jorge: las restricciones medioambientales impiden que se utilicen sustancias dañinas para el medioambiente, por lo que hay productos (más baratos) que ya no pueden echarse. Mientras, denuncian, los mercados europeos se abastecen de productos que vienen de otros países como Ucrania, en los que los requisitos son más laxos.

Unos 300 tractores cortan la autovía de Huesca. (Imagen cedida)
Unos 300 tractores cortan la autovía de Huesca. (Imagen cedida)

Con la guerra en Ucrania, el precio de los pesticidas ha subido también, pues Rusia era el principal exportador. También ha aumentado el precio de la energía (un 86 % en el sector agrícola), mientras el resto de productos se han incrementado un 2 % por los precios que acarrean las cadenas de distribución. “Y la PAC también nos la han rebajado de media un 28 %. Es que no salen los márgenes (de beneficio) por ningún lado”.

Las cosas se complican con los trámites burocráticos: “No nos dejan tiempo, hay tal burocracia que es imposible poder llegar al campo y hacer todo”. Muchos de ellos son electrónicos y requieren usar ordenadores, cosas que los más mayores no saben hacer. “No nos dejan hacer el trabajo”, se queja.

La respuesta: derogar todo

La indignación ha sabido aprovecharla un discurso combativo que promete derogarlo todo: acabar con las restricciones medioambientales tirando el Pacto verde Europeo y los límites para cultivar en zonas protegidas (como la Red Natura 2000), derogar leyes españolas como la de Cambio Climático, bienestar animal o las protecciones al lobo, revisar las restricciones respecto al uso del agua e imponer más condiciones a los productos que vienen de fuera. Las críticas van también a la Agenda 2030, un plan de acción aprobado por las Naciones Unidas que marca los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la década, como poner fin a la pobreza, garantizar una educación de calidad y un acceso al agua limpia.

“Nosotros somos todos agricultores que nos dedicamos a trabajar de lo nuestro y no podemos. No somos como los sindicatos, que lo tienen todo organizado, estamos hablando ahora de poner un interlocutor”, explica.

El campo se ahoga y el único salvavidas que encuentra está en tirarlo todo abajo. Eso sí, siempre de forma pacífica. “Es protestar, que nos hemos hartado”.

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