En plena ruta del Císter y muy próximo a las bellas playas de Tarragona, se ubica uno de los pueblos medievales más bonitos de Cataluña. A lo largo de los años, esta villa mantiene su esencia y encantos intactos, los cuales atrajeron a reyes y cortesanos, convirtiéndola durante un tiempo en una de las ciudades más grandes de la región. Estamos hablando de Montblanc, una localidad, cuyo conjunto medieval es uno de los mejor conservados de nuestro país, complaciendo a día de hoy a infinidad de viajeros que buscan descubrir todos sus rincones.
Un recinto amurallado envidiable
Rodeada de murallas, la villa acoge un amplio conjunto de monumentos que evidencian la historia e importancia que tuvo en el pasado. Uno de los más destacados es su recinto fortificado, que construido en el siglo XIV, mantiene un estado de conservación en el que no parece pasar el tiempo. Sus dimensiones son asombrosas, ya que alberga un perímetro de unos 1.500 metros y alrededor de 30 torres.
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“Está formado por cuatro tramos y antiguamente solo había cuatro portales de entrada situados según los puntos cardinales: el portal de Sant Antoni, el portal de Sant Francesc, la torre-portal de Sant Jordi y la torre-portal de Bové. Las torres son de base rectangular cubiertas por tres lados y dejan la parte interior descubierta”, señalan desde su portal de turismo.
Cabe destacar de este conjunto la torre de Els Cinc Cantons, la cual es la única que presenta una base pentagonal, y el palacio de Castlà. Este se construyó después de la Guerra Civil Catalana y durante las guerras carlistas la parte baja del edificio se convirtió en una cárcel que dejó la estructura del edificio muy dañada. No obstante, la fachada fue restaurada en el siglo XX.
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Un paseo por su casco histórico
Dentro de las murallas, el casco antiguo de Montblanc es un laberinto de calles angostas y empinadas, salpicadas de plazas con encanto, donde destaca la Plaza Mayor. En este entorno histórico, los edificios góticos y renacentistas se mezclan con tiendas de artesanía y restaurantes que ofrecen la gastronomía local, creando una atmósfera única que transporta a los visitantes a otra época.
Uno de sus monumentos más emblemáticos es la iglesia de Santa María, un impresionante templo gótico cuya construcción comenzó en el siglo XIV. Esta iglesia es conocida por su portalada, considerada una obra maestra del gótico catalán, y por su campanario, que ofrece vistas panorámicas magníficas de la ciudad y sus alrededores. A esta le acompaña la iglesia de Sant Miquel, que data del siglo XIII, aunque cuenta con modificaciones posteriores.
Tampoco hay que olvidarse del antiguo hospital de Santa Magdalena, el cual esta forma un conjunto monumental de lo más especial. Pues junto al edificio del hospital, que data de los siglos XV y XVI, se ubica una iglesia del siglo XIV. A su vez, otros lugares de interés son la Iglesia-hospital de Sant Marçal, el convento de la Serra, el convento de Sant Francesc y el convento de la Mercè. Por su parte, la localidad es también un maravilloso ejemplo de la arquitectura civil catalana. Espacios como casal dels Josa, casa Desclergue o el palacio Alenyà, así lo demuestran.
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Un pueblo de leyenda
Montblanc no solo es famosa por su arquitectura histórica, sino también por sus tradiciones y festividades. Entre ellas destaca la Semana Medieval de Montblanc, celebrada hacia finales de abril, que conmemora la leyenda de Sant Jordi, patrón de Cataluña. Durante esta festividad, la ciudad revive la época medieval con un mercado, justas, desfiles y representaciones teatrales, convirtiéndose en una cita ineludible para los amantes de la historia y la cultura.
Además, Montblanc se encuentra en las proximidades de la ruta del Císter, un itinerario que une los monasterios de Santes Creus, Poblet y Vallbona de les Monges, todos ellos de gran importancia histórica y patrimonial. El Monasterio de Poblet, situado a pocos kilómetros de Montblanc, es un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y constituye uno de los conjuntos monásticos cistercienses más importantes de Europa.
Cómo llegar
Desde Tarragona, el viaje es de alrededor de 30 minutos por la autovía Tarragona-Lleida y la A-27. Por su parte, desde Barcelona el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 35 minutos por la carretera C-32 (hay peajes).