Mary de Dinamarca cumple este lunes 52 años y lo hace en uno de los momentos más emocionantes de su vida. Tras un fin de año complicado debido a las especulaciones de que su marido, Federico, podría haber mantenido una relación con Genoveva Casanova, diciembre terminó de una forma muy dulce, sabiendo que poco después se convertiría en la reina de su país de acogida.
Y así fue como el pasado 14 de enero se convirtió en la reina Mary tras el ascenso al trono de su marido, que fue nombrado como Federico X. Desde entonces, su popularidad no ha dejado de aumentar y es que parece que los daneses han perdonado a su rey los errores del pasado, optando por dar un voto de confianza a su reinado. Y a su lado, como siempre ha hecho, se encuentra Mary. Ella, como los ciudadanos, parece dispuesta a comenzar desde cero y compartir esta nueva etapa.
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No en vano, Mary ha hecho muchos sacrificios por él a lo largo de los años. El primero de ellos fue dejar su Australia natal y trasladarse al frío país europeo, donde además tuvo que idioma que le era totalmente ajeno. Por si fuera poco, se tuvo que ganar a su familia política y es que a Margarita II no le habría hecho demasiada gracia que su hijo sentara la cabeza con una plebeya australiana. De hecho, el periodista Alexander von Schönburg desveló en el libro Lo que no sabes sobre la realeza, pero te gustaría saber que la monarca le organizó al heredero una fiesta con solteras que consideraba ‘adecuadas’ para ser su pareja, pero al final no le quedó más remedio que aceptar la elección de Federico.
Sin embargo, no tardó mucho en conquistarla también a ella y al poco compartía complicidad con su suegra, quien le ha dedicado innumerables gestos y palabras de cariño en público. Sobre cómo se conocieron, contó en una entrevista con el periodista Johannes Langkilde para DR que una tarde Federico la avisó por sorpresa que su madre iba a ir a tomar el té con ellos. “¿Qué debo hacer? ¿Qué decir? ¿Qué debo ponerme?”, le preguntó a su ahora marido, que le indicó que “deberías hacerle una reverencia”. Y, como nunca había hecho una, le pidió ayuda a él: “¿Una reverencia? De acuerdo. ¿Puedes enseñarme cómo? Así que aprendí la reverencia de mi marido”, narró.
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El día de su boda, celebrada en el año 2004, Margarita quiso dejar patente esa gran relación entre ambas dedicándole un discurso muy emotivo: “Te hemos conocido y hemos visto cómo tu mente brillante en todas tus actividades. Con calidez y dignidad nos has recibido, tu nueva familia y todos tus nuevos compatriotas. También inspiras confianza”.
Unos halagos que continuó dirigiéndose a su padre, John Donaldson, asegurándole que “a medida que la hemos conocido, la hemos llegado a querer y admirar. Posee una gran fuerza interior e irradia una calma y una calidez que genera confianza. Ahora está mostrando el coraje de poner su futuro en Dinamarca. Que siempre seamos dignos de su confianza”.
Sin duda, contar con el apoyo de su suegra ha hecho que estas dos décadas hayan sido más sencillas para Mary, que ahora puede contar no solo con su cariño y confianza, también con su gran ejemplo.