Las dos exposiciones que no te puedes perder en febrero: la pintura bélica del ‘colorista’ Chagall y un recorrido por el arte surrealista de Man Ray o Duchamp

Madrid acoge dos muestras imprescindibles para los amantes de la pintura, una centrada en la idiosincrasia del pintor que atravesó dos guerras y un exilio, y otra enfocada en el porvenir de los artistas contemporáneos

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Una imagen de 'Surrealismos. La era de la máquina' en la Fundación Canal de Madrid
Una imagen de 'Surrealismos. La era de la máquina' en la Fundación Canal de Madrid

El tiempo primaveral puede no invitar a pasar una tarde en un espacio cerrado, más bien en una terraza (obra predilecta de nuestra capital), pero si por algo destaca Madrid es por su amplia oferta cultural. Más allá de las conocidas pinacotecas que, cada año, visitan millones de ciudadanos y turistas, la ciudad que ansía albergar unos Juegos Olímpicos y que acaba de anunciar un circuito de Fórmula 1 sigue contando con un jugoso catálogo de exposiciones que contentarán a los aficionados al arte.

Una de ellas es Surrealismos. La era de la máquina, que llega a la Fundación Canal el 7 de febrero y que se podrá visitar hasta el próximo 21 de abril. La muestra pone el foco en el desarrollo social, y por ende artístico, que se produce tras la Primera Guerra Mundial, un evento bélico que traslada las vanguardias a Nueva York. En la Gran Manzana, los pintores y creadores encuentran un enclave que fomenta la modernidad y la ebullición tecnológica: un caldo de cultivo del que partirán muchos de los movimientos que cambiarían el porvenir del arte.

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La exposición ahonda en un elemento que fue sustancial para el crecimiento: la máquina, “nacida sin madre, pero femenina y erótica, que surge de sí misma y se reproduce sin un modelo al que imitar”. En este “nuevo mundo” alejado de la rectitud académica, el arte encuentra luminoso pasillo en el que explorar los límites del lienzo, de las fotografías y de las expresiones artísticas menos convencionales.

La muestra se compone de 125 piezas de nombres como Duchamp, Man Ray, Picabia y Stieglitz. De entrada gratuita, la exposición cuenta con pinturas, fotografías, grabados, dibujos, revistas, catálogos y libros, esculturas, objetos ready-made, y cajas recopilatorias, presentadas en cuatro secciones: El nuevo mundo y la “fotografía pura”, Del desnudo artístico al cuerpo como máquina, De la abstracción a la máquina y Eros y máquina.

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'Surrealismos. La era de la máquina', en Fundación Canal
'Surrealismos. La era de la máquina', en Fundación Canal

Marc Chagall, un guerrero pictórico

Marcado por dos guerras mundiales y un exilio, la obra de Marc Chagall (1887-1985) es una huella cromática de nuestro tiempo, anclado en la distinción y el borrado del otro. El pintor bielorruso de origen judío no sólo fue un fascinante descriptor de los pasajes de la Biblia a través de su exacerbado carácter colorista (una palabra que él mismo rechazaba), también un testigo directo de los males contemporáneos que miran al presente.

La Fundación Mapfre ahonda con Chagall. Un grito de libertad en el carácter convulso de la obra de un pintor que huyó de Rusia hasta Francia, de Alemania a Palestina y de Estados Unidos a México, para instalarse finalmente en el Mediterráneo. Hasta el próximo 5 de mayo, el espacio madrileño dedica una exposición al Chagall más combativo, a cómo sus obras son, por ende, una forma de lidiar con las batallas de su entorno y de posicionarse en relación a las guerras (internas y externas) que le acompañaron.

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'Hombre-gallo sobre Vítebsk' (1925), de Marc Chagall
'Hombre-gallo sobre Vítebsk' (1925), de Marc Chagall

Conmocionado por las experiencias que inspiraron a su brocha y lienzo, el mundo interior y artístico de Chagall no es tan naif como aparenta en primera instancia: detrás de sus animales y sus intensas gamas cromáticas se esconde un hombre profundamente traumado.

Esta muestra es fruto de la colaboración entre La Piscine. Musée d’Art et d’Industrie André Diligent (Roubaix), la Fundación Mapfre y el Musée national Marc Chagall de Niza. También es la primera retrospectiva en la que “su idealismo sin condiciones, su inamovible creencia en la paz universal y el firme compromiso sociopolítico que de ella se deriva” dejan de lado su carácter centrado en la fábula.

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