Así se vive en el pueblo más pequeño de Andalucía con solo 53 vecinos y sin bar: “Todo el mundo te ayuda”

Este peculiar municipio se distinguió durante la pandemia por su nula tasa de infecciones. A pesar de no contar con servicios básicos, los vecinos han creado una efectiva red de apoyo comunitario

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Benitagla (EFE/Carlos Barba)
Benitagla (EFE/Carlos Barba)

Enclavado en la Sierra de los Filabres, Benitagla se erige como el pueblo con el menor número de residentes en Andalucía, contabilizando apenas 53 vecinos. Este municipio de la provincia de Almería, caracterizado por sus escasos seis kilómetros cuadrados de extensión, sobresale no solo por su reducida población sino también por la ausencia total de locales comerciales habituales como bares, farmacias, tiendas o panaderías.

Las peculiaridades de Benitagla no se limitan a sus dimensiones o población, sino que también se extienden a su historia y manera de vivir. Durante la pandemia del Covid-19, este pueblo se distinguió por ser el único en Andalucía donde el virus no reportó contagios entre sus habitantes, algo que pone de manifiesto la tranquilidad y el apartamiento en que viven.

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Benitagla ha mantenido un equilibrio delicado entre el progreso y la preservación de su esencia a lo largo del tiempo. Este municipio, con raíces en la época morisca, ha visto poco cambio en su demografía y estructura social. La agricultura sigue siendo la principal actividad económica, con el cultivo de almendro, olivo y parra predominando en sus tierras.

A pesar de la ausencia de servicios básicos dentro del pueblo, los residentes han sabido adaptarse gracias a la solidaridad comunitaria y la presencia regular de vendedores ambulantes. Estos últimos, que se desplazan en vehículos, proveen a la población de productos necesarios, permitiendo de esta manera que se eviten desplazamientos externos para realizar compras.

Benitagla (EFE/Carlos Barba)
Benitagla (EFE/Carlos Barba)

Aumento de la población durante el verano

El alcalde, Juan Padilla, destaca la fluctuación poblacional que experimenta Benitagla, con un aumento notable durante el verano debido a la llegada de personas que residen fuera el resto del año. Esta temporalidad afecta a la comunidad, mayoritariamente envejecida, pero también refleja el fuerte vínculo de los originarios con su tierra natal.

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Isabel Padilla, una vecina que regresó al pueblo después de décadas en Barcelona, expresa su satisfacción con la vida en Benitagla. Destaca la solidaridad entre vecinos y la facilidad con que se brindan ayudas mutuas, poniendo en valor la accesibilidad a servicios a pesar de la ubicación aislada del municipio. Isabel enfatiza especialmente en la atención médica periódica que reciben, donde el médico y la enfermera visitan el pueblo, y los farmacéuticos entregan medicamentos en función de las recetas emitidas.

La lucha contra la despoblación es una prioridad para la Diputación de Almería, y Benitagla simboliza los esfuerzos encaminados a revitalizar estas pequeñas comunidades. Gracias a las ayudas de la Diputación y al Plan de Fomento de Empleo Agrario (PFEA), pronto se agregará a la oferta del pueblo un servicio muy esperado: un bar tienda. Este nuevo establecimiento no solo proporcionará un espacio de encuentro para los residentes, sino que también representa un paso hacia la mejora de la calidad de vida en Benitagla, ofreciendo servicios básicos que antes eran inaccesibles dentro del pueblo.

Benitagla, con su historia, su gente y su capacidad de adaptación, se consolida como un ejemplo de resiliencia y de cómo la solidaridad y el apoyo mutuo pueden sobreponerse a la ausencia de facilidades comerciales, manteniendo un estilo de vida donde “todo el mundo te ayuda”.

*Artículo elaborado con información de EFE

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