El primer cortometraje de J.A. Bayona que le abrió las puertas del cine antes de triunfar con ‘Lo Imposible’ y ‘La sociedad de la nieve’

El director español debutó en el cine con esta entrañable historia sobre un niño que pasa los días en el pueblo

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Imagen de 'Mis vacaciones', de J.A. Bayona
Imagen de 'Mis vacaciones', de J.A. Bayona

Dicen que para saber cómo piensa un cineasta y de dónde proceden todas sus ideas e inquietudes no hay más que prestar atención a su infancia. Esto es algo que pudimos descubrir el año pasado con Los Fabelman, en la que conocíamos de primera mano la infancia de Steven Spielberg y cómo este se había ido interesando por el mundo del cine desde bien niño, a pesar de sus problemas personales y familiares. No es que sea un caso que se aplique a todo el mundo, pero sí sirve de referencia para entender hacia donde han evolucionado muchos directores y directoras de cine.

En nuestro país no es diferente, y existen varios ejemplos de cineastas que empezaron bien jóvenes a hacer cine y en sus primeros trabajos ya se puede rastrear algunos de los elementos identificativos de su obra. El director, que se dio a conocer por El orfanato, pronto se convirtió en una de las grandes promesas del cine español, y no tardó en dar el gran salto con Lo imposible, la película que lo colocaría en el panorama internaiconal y que le abriría las puertas de Hollywood, trabajando posteriormente en proyectos como Jurassic World: el reino caído o series como Penny Dreadful o El señor de los anillos: los anillos de poder. Su última película, La sociedad de la nieve, se ha convertido en el último gran triunfo de Netflix y por ende del cine español, pero ha sido un largo camino el de Bayona hasta saborear las mieles del éxito.

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Pero mucho antes de La sociedad de la nieve, de Jurassic World, de Lo imposible e incluso de El orfanato estaba Mis vacaciones, el primer trabajo de Bayona como director. Un cortometraje de 1999, siete años antes de su primera película, y en el que ya se pueden apreciar algunas de las inquietudes y filias del director barcelonés. No solo por su interés por la mirada ingenua e infantil que se repetiría en algunos de los personajes de Lo imposible y sobre todo en Un monstruo viene a verme, sino también por su capacidad para hacer grande lo pequeño y desdibujar el mundo con sus propias normas.

Imagen del cortometraje 'Mis vacaciones'
Imagen del cortometraje 'Mis vacaciones'

Xanadú, los yayos y Maricarmen

Mis vacaciones ya empieza con toda una declaración de intenciones por parte de Bayona, y que se asemeja en gran medida a la forma en la que lo hacía Spielberg en Los Fabelman. El niño protagonista se encuentra en la sala de cine junto al resto de sus compañeros, viendo atentamente Xanadú, la película de Robert Greenwald con Olivia Newton-John como protagonista y que homenajea en gran medida los musicales clásicos de Hollywood, de ahí la presencia también de Gene Kelly, conocido por Cantando bajo la lluvia o Un americano en París.

Pues bien, superado el síndrome de Stendhal que le da al joven protagonista, las clases llegan a su fin y todos los alumnos se van de vacaciones. Nuestro chico lo hace al pueblo de sus abuelos, el cual se da a entender está al norte de su Barcelona natal, aunque a juzgar por los orígenes andaluces de Bayona y de la poca fiabilidad de un dibujo infantil podría ser cualquier otro sitio. Todo el cortometraje está narrado por el propio joven, al tiempo que lo acompaña la música de Jordi Sánchez, el músico de la banda de OBK que era buen amigo de Bayona, quien a su vez realizó varios videoclips para la banda catalana.

El viaje del protagonista por su pueblo, botas de lluvia mediante, lo acaba llevando hasta una curiosa rave, la cual el niño interpreta que es una escena más de Xanadú y acaba incluso llegando a tomar una pastilla sin saber que se trata de una droga. Una pastilla que lo lleva a ver el mundo de una manera completamente distitna, al tiempo que el corto se vuelve de animación, demostrando también la capacidad de Bayona para integrar distintos formatos sin por ello perder el tono de la historia. El “viaje” del protagonista le lleva esta vez a imaginar muchas cosas surrealistas, y sin desvelar el final, lo lleva a tomar una gran decisión amorosa con su vecina del pueblo, Maricarmen. En definitiva, un cortometraje que ya mostraba algunas de las señas de identidad del director de La sociedad de la nieve, que tantos años después puede hacer historia en los próximos Oscar. Todo un viaje.

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