Un 30 de enero de 2023, Garbiñe Muguruza disputó su último partido de tenis hasta el momento. Fue en Lyon, donde la checa Linda Noskova le eliminó en primera ronda: 6-1, 6-4. En abril, la española anunció que no sería de la partida en las giras de tierra batida y hierba. En julio, se borró del resto de la temporada y aparcó el deporte de la raqueta hasta nueva orden. A día de hoy, no se vislumbra fin para ese parón autoimpuesto. Tanto es así que, un año más tarde, el adiós, no definitivo según la propia interesada, ha provocado una situación insólita desde 2008 en el circuito femenino: ni rastro de ella en el ranking WTA.
blockquote class="twitter-tweet" data-media-max-width="560">🎾Garbiñe Muguruza (@GarbiMuguruza), sobre su regreso a las pistas de tenis en los #PremiosWomanSport
— Teledeporte (@teledeporte) October 16, 2023
🗣️"No quiero ponerme una fecha para que eso me cree ansiedad"
🗣️"Cuando sienta las ganas volveré" pic.twitter.com/hsZo0Ksk7F
Duele echar la vista atrás y comprobar lo que realmente fue Muguruza. Profesional desde 2012, empezó a llamar la atención en la élite en 2014, cuando ganó su primer título WTA y empezó a subir en la clasificación tanto en individuales como en dobles. En 2015, se colaría en el Top 10 por parejas, gracias al buen hacer junto a Carla Suárez, y en solitario, disputando su primera final de un Grand Slam en Wimbledon. Serena Williams pudo con ella entonces (doble 6-4), pero la venganza acabaría sirviéndose en plato frío.
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La apuesta subiría sobremanera en 2016, cuando la hispanovenezolana se convertiría en campeona de Roland Garros. En París, Muguruza pudo redimirse frente a Serena Williams (7-5, 6-4), alcanzando el número dos mundial. Así acababa la sequía en los grandes de las jugadoras españolas, que no levantaban un major desde que Arantxa Sánchez Vicario reinase precisamente en la arcilla gala en 1998. Pese a la inconsistencia que mostró después (un clásico en su trayectoria), el éxito volvería a llamar a su puerta en 2017.
Ese curso, Muguruza levantó Wimbledon. Llegaba a Londres tras haber caído en cuarta ronda de Roland Garros, abandonando por ello el Top 10. A pesar de todo, se rehizo y acabó imponiéndose en el All England Tennis Club. Con otra Williams, Venus, como rival (7-5, 6-0). Convertirse en la primera tenista capaz de ganar a las dos hermanas por excelencia en finales de Grand Slam no fue cosa menor. Tampoco, por encima de cualquier otro hito, encaramarse al número uno de la WTA, dándose la circunstancia de que Rafa Nadal lo era de forma simultánea en lo que respecta a la ATP.
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Aun así, la progresión se fue por donde había venido. Ni 2018, cuando dejó de estar entre las diez primeras, ni 2019, motivo para abandonar el Top 30, hicieron sonreír a Muguruza. Hubo un conato de resurgimiento nada más empezar 2020, cuando fue finalista del Abierto de Australia (Sofia Kenin le arrebató el trofeo por 4-6, 6-2, 6-2). La esperanza fue a mayores en 2021: volvió al Top 10, ganó las WTA Finals y se colocó tercera al despedir la campaña. Había motivos para creer en Garbiñe, que se disiparon, cuesta abajo y sin frenos, desde 2022.
“Volveré cuando eche de menos la competición”
Con demasiadas derrotas en las rondas tempranas de las competiciones, Muguruza abandonó de nuevo el Top 10, cosa que no hacía desde julio de 2021. Tan mal se le dieron las cosas que, por primera vez desde 2013, se vio fuera de las 50 mejores. La gota que colmó el vaso llegó en 2023, cuando el Top 100 dejó de contar con Garbiñe a partir del pasado 27 de febrero. La acumulación de tropiezos en primeras rondas en los eventos australianos no hacía presagiar nada bueno. Lo mismo se puede decir de caer en Lyon. A continuación, la retirada, en teoría temporal, y la tierra de nadie. Una de la que no parece dispuesta a salir.
“Este parón lo estoy viviendo de manera muy feliz, ya que era algo que mi cuerpo y mi mente necesitaba, así que estoy disfrutando mucho estos momentos […] A día de hoy, no tengo ninguna intención (de volver). Mi plan ahora mismo es dormir, descansar, estar con los míos, recuperar tiempo perdido… No veo más allá de lo que estoy haciendo hoy, mañana y esta semana […] El tenis no ocupa ningún lugar en mi rutina. Sigo pendiente de mis compañeras, de vez en cuando puedo jugar, pero no de manera intensa, sino más por diversión. No ocupa mi mente, ni mi día, ni mis rutinas. Realmente me estoy tomando un descanso de verdad e intento estar alejada de las pistas”, confesó Muguruza en una entrevista para Women’s Health.
La mantienen ocupada las redes sociales, porque se la puede considerar influencer (cerca de los 855.000 seguidores en Instagram), y la colaboración con diversas marcas e iniciativas (Casa Del Sol Tequila y la ONG Room to Read, las más importantes). “No estoy jugando, tampoco estoy entrenando. Estoy viviendo la vida, ya veremos el año que viene. Volveré cuando eche de menos la competición y quiera levantar de nuevo el puño, entrenar y llevar esa disciplina de vida. Cuando lo eche de menos, volveré a jugar”, reiteró en los premios Woman Sport.
Eso sí, Garbiñe Muguruza quiso matizar, cuando hizo esas declaraciones, que esto, sobre el papel, es un punto y aparte. “¿Retirarme? Ni lo pienso. Hay que sentirlo y tenerlo muy claro, pero la verdad es que ni lo pienso”, comentó en octubre. Han pasado tres meses y los cambios brillan por su ausencia en el horizonte: mientras no diga lo contrario, la de Caracas, a los 30, está fuera de la WTA. Una realidad que, unida al calvario físico de Paula Badosa, deja a España huérfana de estrellas en la zona noble tenística femenina.