Al norte de Girona, lindando con la frontera con Francia, se ubica uno de los pueblos más especiales de Cataluña. Sus aguas tranquilas y exclusiva belleza lo convierten en un destino esencial para conocer la tradición marinera del Alt Empordà y disfrutar de un entorno natural maravilloso. Se trata de Llancà, una pequeña villa donde el mar y las playas inundan todos sus rincones. Por si fuera poco, está rodeada, tanto por tierra como por mar, por dos espacios naturales protegidos, el Parque Natural del Cap de Creus y el Paraje Natural de Interés Nacional de la Albera.
Este conjunto natural hace de la localidad un paraíso para los amantes de la naturaleza, pues permite disfrutar de infinidad de actividades al aire libre y de un conjunto de playas único en España. Pero esto no se queda aquí, pues la costa combina a la perfección con el paisaje que ofrece la montaña a sus espaldas, dando lugar a un abanico muy amplio de posibilidades. Por su parte, la localidad cuenta con un entramado urbano que se caracteriza por su casco medieval, donde se pueden contemplar monumentos de gran importancia.
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Una gran importancia durante la Edad Media
La historia de Llançà se remonta a tiempos antiguos, con evidencias de asentamientos que datan de la época romana. Sin embargo, fue durante la Edad Media cuando el pueblo comenzó a adquirir importancia, gracias a su estratégica ubicación marítima. Igualmente, dada su cercanía con Francia, la villa se convirtió en un puesto fronterizo de gran relevancia. De hecho, en el año 1793, los franceses fueron derrotados en la localidad cuando pretendían tomar la ciudad de Roses.
A día de hoy, de todo este periodo tan solo quedan la iglesia parroquial de Sant Vicenç, de estilo barroco y construida en el siglo XVIII, y la torre románica, de entre el siglo XIII y el XIV. Ambos monumentos están situados en la Plaza Mayor y son los más emblemáticos de la localidad, de hecho, se pueden ver desde cualquier parte del pueblo. A raíz de la construcción de la iglesia, el casco histórico de Llançà se desarrolló en torno a ella. Así, se encuentra delimitado por tres calles: Dins la Vila, Major y Església.
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Por su parte, otros monumentos imprescindibles son el castillo-Palacio del Abad, cuya construcción se inició en el siglo XI. Sin embargo, con la construcción de la iglesia, sus dimensiones se vieron muy reducidas, incluso la torre del homenaje se adosó a la fachada de la iglesia. A día de hoy se pueden apreciar varios restos que corresponden a las almenas, las bóvedas de la prisión y de la caballeriza y el pozo excavado en la roca del patio central.
Cabe destacar también la casa fortificada, que construida entre los siglos XVII y XVIII, evidencia el recinto amurallado de la localidad, a pesar de encontrarse en el exterior. Igualmente, el árbol de la libertad es otro de los símbolos de la localidad y para los amantes del arte, el museo de la acuarela es un lugar ideal, siendo de España en serlo.
Unas maravillosas playas
Aparte de conjunto monumental, otro de los principales atractivos de Llançà es su patrimonio natural, pues alberga una simbiosis perfecta entre el mar y la montaña. Con más de 20 playas y calas, la localidad sorprende al viajero con la belleza de su costa, siendo uno de los destinos más visitados del verano en la Costa Brava. Incluso para disfrutar de toda ella en su máximo esplendor, el pueblo cuenta con una impresionante ruta que recorre todo el litoral.
Este se conoce como el sendero GR-92 y a lo largo de sus siete kilómetros permite disfrutar de calas de gran belleza como son la de Port, Grifeu, la Farella y Cao del Llop. Es uno de los planes por excelencia en la región, pues además, gracias a las buenas temperaturas, se puede realizar prácticamente durante todo el año.
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Cómo llegar
Desde Girona, el viaje es de alrededor de 50 minutos por las carreteras AP-7 y N-260. Por su parte, desde Barcelona el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 50 minutos por la vía AP-7.